Respuesta productiva de vacas lecheras suplementadas con nabo forrajero

Maria Villagrasa & Fernando Diaz

La familia Brassicaceae está integrada por numerosas especies de gran importancia económica y con usos muy variados, como alimento para las personas y también como plantas forrajeras, medicinales y ornamentales, siendo los géneros Brassica y Raphanus dos de los más extendidos.

Dentro de las Brassica forrajeras encontramos diferentes tipos como la col (B. oleracea) o el nabo forrajero (B. rapa). El interés en este último radica en que su cultivo permite obtener producciones elevadas, superiores a las de otros cultivos de carácter similar, en cortos periodos de tiempo. También contribuye a la diversificación de la base forrajera para la producción lechera en zonas templadas.

El nabo forrajero es una planta bianual que forma semilla generalmente en el segundo año. Su ciclo vegetativo dura de dos a cuatro meses, en función de las condiciones climáticas, de modo que es más corto cuando las temperaturas son más altas y más largo cuando éstas son más bajas.

Constituye un alimento de buena calidad para las vacas lecheras: tiene una alta digestibilidad de la materia orgánica (> 85%) y alta concentración de energía metabolizable (2.75-3.22 mcal/kg materia seca, MS). Posee bajos niveles de fibra neutro detergente (FND; < 28.0% MS), valores moderados de proteína bruta (12.0-20.0% MS) y altos niveles de carbohidratos no fibrosos (CNF; > 50% MS). No obstante, faltan estudios que evalúen las respuestas productivas del ganado a la suplementación con dicha especie.

Una investigación reciente (M. Castillo-Umaña et al., 2020), planteó la hipótesis de que el uso del nabo forrajero (Brassica rapa) para reemplazar parcialmente el ensilado de hierba y el concentrado comercial, mantiene la producción y composición de leche de las vacas lecheras en mitad de la lactación, sin dañar los parámetros metabólicos.

Doce vacas lecheras Holstein Friesian en lactación, multíparas, gestantes se asignaron al azar a dos tratamientos dietéticos: control y nabos. La dieta control contenía 16.2 kg MS de ensilado de hierba, 2.25 kg MS de concentrado comercial y 2.25 kg MS de harina de soja. En la otra dieta, el 25% de la MS de ensilado y el 25% de la MS del concentrado se reemplazó por nabos (relación hoja:raíz: 46:54). La cantidad de harina de soja se mantuvo constante para mantener las dos dietas isoenergéticas e isoproteicas.

La composición (sobre MS) de las dietas control y nabo fue, respectivamente de: proteína bruta: 20.8 vs. 20.3%; grasa: 3.80 vs. 3.10%; FND: 37.6 vs. 32.6% (g/kg); fibra ácido detergente: 23.4 vs. 20.8% y carbohidratos no fibrosos: 29.8 vs. 35.8% .

La suplementación con nabo no afectó a la producción de leche

Las vacas suplementadas con nabo consumieron menos MS en comparación con las vacas que recibieron la dieta control (17.9 vs 19.0 kg MS/día). Esta reducción puede atribuirse a limitaciones físicas para la ingestión de nabo debido a su alto contenido en agua (90.5%) que hace que las vacas tengan que consumir más peso fresco y, por lo tanto, el consumo de MS se puede ver afectado.

Las vacas alimentadas con nabo incrementaron su consumo de carbohidratos no fibrosos en 0.41 kg/día en comparación con el grupo control. Por otra parte, la producción de leche (24.1 kg/d) y su composición (grasa: 4.28%; proteína: 3.36%) no se vio afectada por la suplementación.

La concentración total de ácidos grasos de cadena corta en el rumen fue la misma entre las dietas antes de la suplementación. Pero 6 h después el fluido del rumen de las vacas suplementadas con nabo tuvieron mayores concentraciones de ácidos grasos de cadena corta en comparación con las vacas control (97.1 vs 83.3 mmol/l). Por otra parte, también se observó una reducción significativa de amoniaco (2.70 vs 7.40 mol/l) con la suplementación de nabo.

La media diaria del pH del rumen fue menor para las vacas suplementadas con nabo (6.23) en comparación con las dietas control (6.32). No obstante, los valores de pH ruminal estuvieron por debajo de 6.0 durante 258 min por día pero no alcanzaron valores por debajo de 5.8 en ningún momento, y por lo tanto, se consideró que el riesgo de acidosis subclínica era mínimo.

La urea en sangre y leche no se vio afectada por la suplementación con nabo. Tampoco se observaron diferencias para ninguno de los parámetros hematológicos como recuento de glóbulos rojos y blancos, volumen corpuscular medio, hemoglobina corpuscular media, etc.

Los compuestos secundarios en los nabos, como los glucosinolatos y el sulfóxido de S-metil-cisteína, pueden producir trastornos nutricionales y de salud. Sin embargo, como no hubo diferencias en los parámetros sanguíneos, los autores sugieren que, al nivel de inclusión utilizado, la suplementación con nabo no causó ningún problema de salud.

Estos resultados indican que los nabos forrajeros pueden ser una buena fuente energética para vacas en mitad de lactación y pueden sustituir tanto forrajes como concentrados en las dietas.

Referencia

M. Castillo-Umaña, O. Balocchi, R. Pulido, P. Sepúlveda-Varas, D. Pacheco, S. Muetzel, R. Berthiaume and J. P. Keim. Milk production responses and rumen fermentation of dairy cows supplemented with summer brassicas. Animal (2020), 14:8, pp 1684–1692.

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