A lo largo de los años, la selección genética para una mejor producción de leche también ha producido paralelamente un crecimiento en la estructura corporal de las vacas lecheras. En 1917, el peso corporal promedio de las vacas Holstein en un establo lechero de Wisconsin, era de 556 kg, según demuestran los registros documentados por investigadores de la Universidad de Nebraska. Actualmente, el peso promedio de las vacas está cerca de los 680 kg y algunos ejemplares lo superan bastante.
La producción de leche para aquellas vacas del año 1917, promediaba 6,673 kg. Mientras que actualmente, en los establos bien manejados, el hato alcanza un promedio de producción de 16,330 kg. Entonces, mientras que el peso corporal se ha elevado en un 22,4%, la producción de leche ha saltado ¡hasta en un 146%! Estos grandes volúmenes de leche requieren una mayor absorción de nutrientes, y las vacas lo consiguen mediante una mejor selección de alimento, mayor ingestión y mejor digestibilidad.
En los sistemas de producción en confinamiento, la selección de alimento es limitada, con una absorción de nutrientes determinada por la digestibilidad de nutrientes que pueden lograr nutricionistas y pastureros, antes de que ocurran trastornos digestivos. Cualquier demanda adicional de nutrientes deberá pasar por una mayor ingestión de alimento.
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