La grasa es el componente de la leche más fácilmente manipulable con la dieta, pudiendo llegar a variar en un rango de 3 unidades porcentuales (Jenkins y Lock, 2008). La nutrición representa el factor ambiental más importante que afecta a la grasa de la leche y es una herramienta para alterar su composición en ácidos grasos. La depresión de la grasa láctea ocurre cuando dietas específicas provocan una disminución en el contenido y rendimiento de grasa.
Desde un punto de vista económico, a menudo, la formulación de raciones para vacuno lechero implica incluir tantos granos de destilería (GD) como sea posible. Para poder conseguir un balance adecuado de nutrientes, el nivel máximo de inclusión recomendado se considera de un 20% de la materia seca (MS) de la dieta (Schingoethe, 2009).
En la práctica muchos productores y técnicos piensan que la alta concentración en lípidos de los GD provoca caída de la grasa láctea (Díaz-Royon y col., 2011). Debido al alto contenido en fibra de los GD, los técnicos se ven tentados de usarlos para remplazar parte de la fibra neutro detergente (FND) del forraje. Sin embargo, como consecuencia del pequeño tamaño de partícula, la FND de los GD no es “efectiva”, es decir, tiene poca capacidad de estimular la rumia y mantener valores normales de grasa láctea (Schingoethe y cok, 2009).
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