El coste de alimentación continúa siendo el mayor coste individual en los sistemas intensivos de producción lechera. Según los informes del Servicio de Investigación Económica (ERS, 2016) del Departamento de Agricultura de los EEUU (USDA), el coste de alimentación representó el 50,4% del coste total de producción de leche en 2015, y este ha incrementado progresivamente durante la última década. Con el coste de los alimentos constituyendo el mayor coste operativo, la eficiencia de su transformación en leche puede utilizarse como índice de referencia para evaluar la rentabilidad de las explotaciones lecheras. La eficiencia alimentaria de las vacas lecheras se define normalmente como la relación entre la leche producida y el alimento consumido. Debido a que la eficiencia es una relación entre dos cantidades, vacas con mayor producción de leche, menor consumo de materia seca o ambas, podrían ser más eficientes.
Linn y col. (2006) sugirieron que la eficiencia media de un rebaño lechero debería mantenerse entre 1,5 y 1,6 kg de leche por cada kg consumido de materia seca (MS). Sin embargo, cuando la eficiencia es calculada de esta manera, no se puede diferenciar si la energía consumida por el animal es utilizada para el mantenimiento de las funciones vitales, la producción láctea, o el aumento de la condición corporal.
Por lo tanto, no es posible distinguir si la energía utilizada para la producción de leche procede de la dieta, o de la movilización de reservas corporales. Como resultado, las vacas que movilizan más tejidos corporales podrían parecer más eficientes. Además de la producción de leche y el consumo de alimentos, otros parámetros del animal como son genética, raza, edad, número de partos, preñez, peso y condición corporal, y tamaño también han sido asociados con la eficiencia.
Continua leyendo este articulo publicado en Producción Animal.