Utilización de maíz dañado por sequía como forraje | Dellait

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Resumen

Según el Economic Research Service, del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, solamente un 11% del maíz cultivado en ese país se produce con irrigación.

Por este motivo, la escasez de precipitaciones junto con las altas temperaturas ocurridas en algunas partes del país durante el verano pasado ha provocado una disminución considerable de la producción de maíz e incluso la pérdida total de algunos cultivos.

El sistema español de producción de maíz es bastante diferente. Según el último Anuario de Estadística (MAGRAMA, 2011), sólo la cuarta parte del maíz se produce en terrenos sin irrigación, principalmente en Galicia y en la Cornisa Cantábrica.

Además, el 78% del maíz producido sin riego es maíz forrajero destinado a alimentación animal. Los meses de julio y agosto tuvieron un carácter muy seco en el conjunto del territorio peninsular español, registrándose una precipitación un 50% inferior a la media de 1971-2000 (Agencia Estatal de Meteorología, 2012).

El estrés por falta de agua (estrés hídrico) generalmente es el factor más importante que limita el rendimiento y la calidad de los cultivos forrajeros. La magnitud de la pérdida de producción depende de la fase de crecimiento en la que se encuentran las plantas y del periodo de tiempo que están expuestas a la sequía. Las plantas retienen aproximadamente un 1% del agua absorbida para llevar a cabo sus procesos metabólicos. El resto es usado para el transporte de minerales desde las raíces hasta los tallos, y para el enfriamiento de la planta por evaporación (enfriamiento evaporativo; Buxton and Fales, 1994). Cuando la humedad en la tierra es insuficiente las plantas cierran sus poros (estomas) con el objetivo de reducir las pérdidas de agua por transpiración.

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