La función de los inoculantes para ensilado en condiciones de sequía | Dellait

Álvaro García

Según el Monitor de sequía de Estaos Unidos, un programa que registra semanalmente la extensión y gravedad de la sequía en el país, a mediados de agosto de 2025, alrededor del 26,8 % del territorio estadounidense, incluido Puerto Rico, y el 32 % de los 48 estados contiguos seguían en situación de sequía, con niveles que oscilan entre una sequía anormalmente seca y una sequía excepcional (D0–D4). Los registros climáticos muestran que la superficie afectada pasó del 29,6 % a principios de junio al 32,4 % a principios de julio, lo que indica un empeoramiento a escala nacional. Además, los pronósticos estacionales apuntan a que la sequía continuará a corto plazo en buena parte del oeste del país (drought.gov).

Las limitaciones climáticas afectan directamente a la gestión del ensilado. Las plantas de maíz afectadas por la sequía tienden a madurar más rápidamente, a menudo presentando unas concentraciones reducidas de carbohidratos solubles y un mayor contenido de materia seca (MS). Estas características dificultan la compactación y la fermentación del forraje, lo que aumenta el riesgo de que haya pérdidas de nutrientes e inestabilidad aeróbica tanto durante el almacenamiento como en el momento de suministrarlo. Además, el estrés hídrico tiende a incrementar la lignificación de las paredes celulares, lo que reduce la digestibilidad de la fibra y, en consecuencia, el valor energético global del ensilado (Zhang et al., 2023). Al mismo tiempo, la menor disponibilidad de azúcares ralentiza la producción de ácido láctico y retrasa la bajada temprana de pH, un paso clave para mantener a raya a las clostridias y a los microorganismos causantes del deterioro (Kung et al., 2018). Por todo ello, es fundamental emplear los inoculantes microbianos de forma estratégica para asegurar una buena conservación.

La gestión de la cosecha y el ensilado

La calidad del ensilado depende del estado de madurez del cultivo en el momento de la cosecha. Se recomienda cosechar el maíz destinado al ensilado cuando el contenido de materia seca se sitúe entre el 32 y el 35 %, es decir, cuando la línea de leche del grano haya avanzado hasta la mitad o dos tercios (Kung et al., 2018). Cosechar con un contenido de materia seca inferior aumenta el riesgo de pérdidas por efluentes y favorece la proliferación de clostridias, mientras que retrasar la cosecha disminuye la digestibilidad del almidón y dificulta alcanzar la densidad de compactación adecuada.

La longitud del corte también es muy importante. Una longitud teórica de corte (TLC) de aproximadamente 19 mm, junto con el procesamiento adecuado de los granos, garantiza una distribución óptima del tamaño de las partículas y una correcta trituración de los granos. Se recomienda que la rotura de los granos supere el 90 % para maximizar la disponibilidad de almidón y reducir al mínimo las pérdidas en las heces.

La densidad de compactación depende del grosor de la capa, del peso del tractor y del tiempo de compactación. Las capas finas, de unos 15 cm, compactadas de manera continua, deberían alcanzar al menos unos 240 kg de MS/m³ (Muck et al., 2018). Es fundamental un sellado inmediato: colocar primero una capa que actúe como barrera frente al oxígeno y luego una segunda resistente a los rayos UV, con el peso adecuado, ayuda a reducir al mínimo la entrada de aire por la superficie y los laterales.

Inoculantes microbianos y sus funciones

La fermentación del ensilado depende de la actividad de las bacterias del ácido lácticas (BAL). Durante los años de sequía, el bajo contenido de carbohidratos solubles en agua del maíz limita el sustrato disponible para la fermentación natural, retrasando la caída del pH. Los inoculantes compensan esta situación al introducir cepas seleccionadas de BAL en altas concentraciones, acelerando la acidificación y suprimiendo los microorganismos no deseados.

  • El Lactiplantibacillus plantarum es una bacteria láctica homofermentativa que produce ácido láctico de manera acelerada, reduciendo el pH y preservando las proteínas y los carbohidratos solubles durante las primeras etapas del ensilado.
  • El Pediococcus pentosaceus complementa al L. plantarum fermentando un espectro más amplio de azúcares y actúa eficazmente con un contenido elevado de materia seca, típico de los ensilados afectados por sequía (Muck et al., 2018).
  • El Enterococcus faecium suele actuar en las primeras fases de la fermentación gracias a su tolerancia a las condiciones aeróbicas, desempeñando un papel de transición hasta que predominan las bacterias lácticas resistentes al ácido (García, 2021).
  • El Lentilactobacillus buchneri, una bacteria láctica heterofermentativa, produce ácido acético que inhibe la proliferación de levaduras y mohos, mejorando así la estabilidad aeróbica del ensilado al momento de su suministro (Muck et al., 2018).

Los últimos estudios sobre el ensilado de maíz de planta entera demostraron que las mezclas de inoculantes son más eficaces que las formulaciones de una sola cepa. Wang et al. (2022) señalaron que los tratamientos que combinaban L. plantarum y P. pentosaceus, con o sin L. buchneri, no solo mejoraron la cinética de la fermentación, sino que también modificaron los perfiles de los ácidos fenólicos y favorecieron una fermentación ruminal in vitro óptima. Estos resultados evidencian los beneficios sinérgicos de los inoculantes de cepas mixtas incluso en condiciones de campo variables.

Métodos de aplicación y suplementación enzimática

Para obtener unos resultados consistentes, los inoculantes deben aplicarse a una concentración mínima de 10⁵ UFC/g de forraje fresco, utilizando como portador agua limpia y sin cloro, y distribuyéndola de manera uniforme mediante dispensadores situados en la salida del picador o soplador (Kung et al., 2018). Una aplicación desigual reduce de forma significativa la eficacia, sobre todo en los ensilados elaborados bajo condiciones de sequía y con un alto contenido de materia seca.

Los aditivos enzimáticos se suelen combinar con inoculantes. La amilasa descompone los gránulos de almidón, aumentando la disponibilidad de energía. Por su parte, la celulasa y la xilanasa degradan parcialmente los polisacáridos de la pared celular, reduciendo la FDN y mejorando la digestibilidad de la fibra. Zhang et al. (2023) demostraron que la suplementación con estas enzimas puede mejorar de manera significativa la calidad del ensilado y el rendimiento animal al favorecer una mayor degradación de la fibra. En los ensilados de maíz afectados por sequía, donde la lignificación puede ser elevada, los inoculantes enzimáticos pueden aportar beneficios adicionales.

Aspectos económicos

Durante los años de sequía, el uso de inoculantes está especialmente justificado desde el punto de vista económico. En Estados Unidos, el coste de su aplicación suele oscilar entre 0,90 y 1,73 euros por tonelada de forraje, mientras que las pérdidas potenciales de materia seca por una fermentación deficiente o por deterioro aeróbico pueden superar el 5‑7 % de la masa ensilada (Muck et al., 2018). Si el ensilado tiene un valor de 52 euros por tonelada, una pérdida del 5 % equivale a 2,60 euros por tonelada, muy por encima del coste del inoculante.

Existen estudios que confirman estos beneficios económicos. Una explotación lechera de 500 vacas en el Medio Oeste de EE. UU. registró una reducción de las pérdidas de materia seca del 8 % al 4 % tras incorporar un inoculante de doble cepa, al tiempo que la producción de leche aumentó en 0,7 kg por vaca al día. A nivel de todo el rebaño, los ingresos adicionales por leche, junto con la reducción de las pérdidas de materia seca, ascendieron aproximadamente a 78 euros por vaca al año, o unos 39.000 euros en total, con una inversión en inoculante inferior a 9.000 €.

Conclusión

La temporada de ensilado de 2025 se desarrolla bajo la sombra de una sequía prolongada y severa, que afecta a casi un tercio de los Estados Unidos. Esta situación acelera la maduración de los cultivos, incrementa la materia seca del ensilado y reduce los sustratos disponibles para la fermentación natural, lo que, en conjunto, eleva el riesgo de una conservación deficiente y de sufrir inestabilidad aeróbica. En estas condiciones, es fundamental llevar a cabo una gestión rigurosa de la cosecha y recurrir a inoculantes microbianos.

Está demostrado que las mezclas de inoculantes que combinan L. plantarum y P. pentosaceus, a veces junto con L. buchneri, ofrecen dos ventajas principales: una acidificación rápida y una mayor estabilidad aeróbica. Cuando se aplican correctamente y, en algunos casos, se combinan con suplementos enzimáticos, estos productos reducen los riesgos asociados a la sequía, preservan los nutrientes y mejoran el rendimiento animal. En años de sequía, el uso de inoculantes deja de ser opcional y se convierte en un componente esencial de la estrategia de gestión del ensilado.

© 2025 Dellait Knowledge Center. All Rights Reserved.

Suscríbete a nuestra Newsletter