Mejorar la eficiencia del ensilado de maíz con inoculantes enriquecidos con amilasa | Dellait

Álvaro García

El ensilado de maíz es un forraje muy importante en los rebaños lecheros de alta , gracias a su elevada densidad energética y digestibilidad. El contenido de almidón en este tipo de ensilado aporta una cantidad significativa de nutrientes digestibles totales (NDT) en las raciones destinadas al ganado lechero. Sin embargo, la disponibilidad de este almidón para los microorganismos del rumen y para la digestión enzimática depende, en gran medida, de la calidad del procesamiento del grano y del grado de alteración de su matriz. Esta matriz, compuesta principalmente por prolaminas y por la estructura almidón-proteína, se modifica durante el proceso de ensilado. Las últimas innovaciones en inoculantes para ensilado, como la incorporación de enzimas como la α-amilasa, han mejorado significativamente la disponibilidad del almidón y la eficiencia global de la alimentación.

La amilasa y su función en el ensilado

La amilasa es una enzima que cataliza la hidrólisis del almidón, transformándolo en azúcares más simples como la maltosa y la glucosa. En el caso del ensilado de maíz, la α-amilasa es la forma más relevante, ya que actúa rompiendo específicamente los enlaces α-1,4-glicosídicos de la amilosa y la amilopectina, los principales polisacáridos del almidón vegetal. Este proceso enzimático aumenta la digestibilidad y la fermentación del almidón, mejorando su aprovechamiento por las vacas lecheras.

Cuando se incluye α-amilasa en los inoculantes para ensilado, esta enzima comienza a descomponer las moléculas de almidón durante el proceso de ensilado, incluso antes de que el forraje sea consumido. Esta hidrólisis temprana aumenta la disponibilidad de carbohidratos fermentables para los microorganismos del rumen, lo que favorece la síntesis de proteínas microbianas y la producción de ácidos grasos volátiles (AGV), especialmente el propionato, un precursor clave de la glucosa en los rumiantes. Estos efectos pueden traducirse en una producción de leche más elevada y en una mejora de la eficiencia alimentaria, ya que las vacas aprovechan los nutrientes de manera más efectiva sin necesidad de aumentar el consumo de materia seca.

En 2025, un estudio realizado por Silva et al. y publicado en el Journal of Dairy Science investigó el impacto de la alimentación basada en ensilados de maíz tratados previamente con α-amilasa. El experimento involucró a 60 vacas Holstein lactantes, que fueron alimentadas con raciones totales mezcladas (TMR) en las que el 5% o el 10% de la materia seca de la dieta provenía de ensilado de maíz tratado con α-amilasa. Los resultados fueron muy reveladores:

  • Las vacas alimentadas con una dieta que incluía un 10% de maíz tratado con α-amilasa produjeron más leche (45,3 kg/día) en comparación con aquellas que consumieron ensilado sin tratar (43,9 kg/día).
  • El consumo de materia seca permaneció constante en todos los grupos, lo que indica una mayor eficiencia en la utilización de nutrientes, en lugar de un incremento en el consumo de alimento.
  • Tanto el contenido de proteína en la leche como la producción de leche corregida por energía tendieron a ser mayores en el grupo que recibió el tratamiento con amilasa, lo que sugiere un aprovechamiento más eficiente de los nutrientes disponibles.

Este estudio sugiere que la α-amilasa no solo mejora la descomposición del almidón durante la fermentación, sino que también sigue beneficiando al animal después del consumo. Es muy probable que el almidón parcialmente hidrolizado sea más accesible en el rumen, lo que favorece una colonización más rápida por parte de las bacterias amilolíticas y una digestión más eficiente. La combinación de estos efectos refuerza la importancia de utilizar inoculantes con α-amilasa en la nutrición láctea, con el objetivo de maximizar la producción de leche sin aumentar los costes de alimentación.

Los mecanismos de acción y los usos prácticos de la amilasa en el ensilado

Aunque la hidrólisis del almidón en azúcares fermentables es la función principal y más visible de la α-amilasa en el ensilado de maíz, su impacto va más allá de la simple descomposición de los carbohidratos. Uno de sus efectos secundarios más importantes es su influencia en la dinámica de fermentación del ensilado. Cuando la amilasa actúa sobre el almidón durante las primeras fases del ensilado, libera azúcares que se convierten en sustratos fácilmente disponibles para las bacterias lácticas (BAL), como el Lactiplantibacillus plantarum. Estas bacterias requieren azúcares simples para producir ácido láctico rápidamente, lo que provoca una disminución acelerada del pH del ensilado. Esta acidificación acelerada ayuda a estabilizar el ensilado antes de tiempo, reduciendo el deterioro, inhibiendo la proliferación de microorganismos nocivos y protegiendo la proteína de la degradación.

Además, se ha demostrado que los ensilados tratados con enzimas tienden a reducir el almidón residual en las heces de las vacas, lo que indica una mejora en la digestibilidad total a lo largo del tracto digestivo. Esto es especialmente importante en raciones ricas en almidón, donde el factor limitante no es el consumo, sino la capacidad del rumen y del intestino posterior para digerir y absorber eficazmente los nutrientes. Al aumentar el grado de hidrólisis del almidón antes y durante la fermentación, la α-amilasa facilita una digestión más completa, disminuyendo la pérdida de nutrientes y mejorando la eficiencia en la conversión alimenticia.

Todos estos beneficios se están poniendo en práctica en los inoculantes comerciales para ensilado, como la línea Nutretain-ONE, PLUS y MAX de Dellait. Estos inoculantes combinan α-amilasa con cepas bacterianas, como el Lactiplantibacillus plantarum y el Pediococcus pentosaceus, seleccionadas por su eficacia para promover una fermentación rápida y reducir el deterioro.

Las enzimas que degradan la fibra, añadidas a estos inoculantes, complementan la actividad bacteriana. Mientras las bacterias fermentan los azúcares y los convierten en ácido láctico para reducir el pH y conservar el forraje, las enzimas descomponen polisacáridos como el almidón, haciendo que estos azúcares sean más accesibles. Esta sinergia entre enzimas y bacterias mejora no solo la conservación del ensilado, sino también su digestibilidad y su valor nutritivo para la vaca.

Desde un punto de vista productivo, incluir amilasa en los inoculantes de ensilado puede ofrecer varias ventajas económicas. Una de las más importantes es el aumento de los ingresos en relación con los costes de alimentación. El grano de maíz es uno de los componentes más caros de las raciones de las vacas lecheras, por lo que conviene mejorar su eficiencia de utilización. Incluso un aumento moderado de la producción lechera, como los 1,4 kg/día del experimento realizado por Silva et al. citado anteriormente, podría suponer entre 0,75 y 1,00 €/día adicionales por vaca, dependiendo de los precios vigentes de la leche. Además, una digestibilidad optimizada contribuye a mejorar la salud del rumen, ya que reduce la cantidad de almidón no digerido que llega al intestino posterior, evitando problemas como la acidosis u otras alteraciones metabólicas.

Claves para la gestión del ensilado

Para aprovechar al máximo las ventajas del ensilado tratado con α-amilasa, es necesario prestar atención a algunos índices clave:

  1. Grado de procesamiento del grano (KPS): La efectividad de la amilasa depende en gran medida de la rotura del grano durante la cosecha. Un KPS superior al 70% permite que los gránulos de almidón sean accesibles para la acción enzimática. Por el contrario, un mal procesamiento del grano puede dificultar la hidrólisis del almidón, limitando los beneficios de la amilasa.
  2. Longitud de picado y compactación: Una longitud de picado adecuada garantiza la distribución uniforme del forraje y las enzimas, mientras que un envasado compacto reduce la infiltración de oxígeno, favoreciendo condiciones anaeróbicas para la fermentación. Esto contribuye tanto al crecimiento microbiano como al funcionamiento óptimo de las enzimas.
  3. Contenido de humedad del ensilado: Es fundamental mantener unos niveles óptimos de humedad, normalmente de entre 65 % y 70 %. Si el ensilado está demasiado seco, la actividad microbiana se reduce y las enzimas pueden no actuar eficazmente. En cambio, un ensilado demasiado húmedo corre el riesgo de producir efluentes y una fermentación clostridial no deseada.

Los inoculantes de ensilado a base de amilasa no solo mejoran la disponibilidad del almidón durante la fermentación, sino que también aportan numerosos beneficios en el funcionamiento del rumen, la absorción de nutrientes, la producción animal y el impacto medioambiental. Cuando se utilizan correctamente, constituyen una herramienta nutricional estratégica para maximizar el retorno de la inversión en alimentación.

En términos de sostenibilidad, el uso de amilasa en el ensilado puede contribuir a reducir las emisiones de metano por unidad de leche. La mejora en la digestión del almidón en el rumen orienta la fermentación hacia la producción de propionato, un sumidero de hidrógeno, lo que disminuye la disponibilidad de hidrógeno para la síntesis de metano.

Los inoculantes enriquecidos con amilasa ofrecen un enfoque prometedor para mejorar la disponibilidad de almidón, optimizar la fermentación del ensilado y aumentar la producción animal. Respaldada por investigaciones y resultados prácticos en explotaciones ganaderas, la inclusión de α-amilasa en los inoculantes para ensilado de maíz representa una estrategia científicamente validada, económicamente viable y beneficiosa para el medio ambiente A medida que los precios de los alimentos siguen aumentando y la eficiencia se vuelve cada vez más crucial, tecnologías que mejoran la utilización de nutrientes, como el ensilado mejorado con enzimas, jugarán un papel fundamental en la rentabilidad y sostenibilidad de las explotaciones ganaderas.

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