Álvaro García
La cojera en las vacas lecheras se ha asociado con alteraciones en el comportamiento del celo, como, por ejemplo, cambios en los niveles de hormonas reproductivas y desequilibrios hormonales derivados del estrés, que suelen dar lugar a concentraciones más bajas de progesterona. Aunque la cojera puede limitar algunos comportamientos, como la monta, el apoyo de la barbilla y el olfateo, no tiene por qué afectar a la actividad física general durante el celo. Hay vacas que son capaces de tener el celo a pesar de la cojera, lo que puede mitigar la percepción de la gravedad del problema.
Para que las vacas gestionen mejor los efectos negativos que produce la cojera sobre la eficiencia reproductiva y la manifestación del celo, es fundamental mantener un equilibrio energético óptimo. Tiene que tener un buen estado corporal, ya que desempeña un papel fundamental en la reducción del intervalo entre el parto y el primer celo postparto, y facilita la secreción óptima de gonadotropinas y la síntesis de esteroides ováricos.
Por lo general, las vacas que sufren de cojera pasan más tiempo tumbadas y menos de pie que las que no la padecen, y es posible que su celo sea más débil, sobre todo a primera hora de la mañana. Además, la cojera altera la dinámica social de las vacas, lo que pone de relieve su naturaleza polifacética y subraya la importancia de abordar la cojera como un problema de bienestar.
¿Qué dicen los estudios?
En un estudio realizado por la Universidad de Guelph y publicado en 2023 se exploró la relación entre la salud posparto, la detección del celo y los resultados de la preñez en vacas lecheras. En el estudio participaron 1.743 vacas Holstein de dos rebaños lecheros comerciales de Ontario (Canadá), que fueron inscritas tres semanas antes de la fecha prevista del parto y sometidas a un seguimiento de sus variables de salud hasta la novena semana después del parto. Se analizaron diversos parámetros, como la puntuación de la condición corporal (CC), la cojera y los metabolitos sanguíneos, y, además, se les realizó citologías endometriales para detectar secreciones vaginales purulentas o endometritis. Por otro lado, se determinó cuál fue el tiempo transcurrido hasta que se inició la ciclicidad mediante mediciones quincenales de la progesterona sérica. La gestión reproductiva de la primera inseminación artificial consistió, principalmente, en detectar la aparición del celo mediante monitores de actividad hasta, al menos, los 75 días en leche.
Según el estudio, el 77% de las primíparas y el 66% de las multíparas tuvieron el celo entre los 55 y los 75 días en leche. Hay varios factores de riesgo que dificultaban la detección del celo, como la retención de la placenta, la endometritis, las secreciones purulentas, el retraso del ciclo o una pérdida de CC superior a 0,5 puntos. Además, la probabilidad de quedarse preñadas en la primera inseminación artificial era menor en las vacas con endometritis o secreciones purulentas. En el caso de las vacas a las que se les detectó el celo a los 75 DEL, existía el riesgo de que se redujera la tasa de preñez a los 250 días en leche, lo que podría provocar partos difíciles, metritis, secreciones purulentas o cojera.
Este estudio señaló que vigilar la salud del animal tras el parto puede ayudar a identificar a aquellas vacas con más o menos probabilidades de que muestren signos del celo y de que se queden preñadas en el plazo previsto. De este modo, se podría llevar a cabo un programa de gestión reproductiva selectiva con intervenciones específicas basadas en el estado de salud individual de cada vaca y con un seguimiento estrecho de cada una de ellas, lo que sería muy importante.
Además, en el estudio se detectó el celo en el 77% de las vacas primíparas y en el 66% de las multíparas entre los 50 días en leche (DEL) y los 75 DEL. Esto sugiere que, aunque tanto las vacas primíparas como las multíparas eran capaces de manifestar el celo independientemente de su estado de cojera, el porcentaje de vacas primíparas cojas que podían manifestar el celo era mayor que el de las multíparas.
Aunque la cojera puede afectar a la detección del celo y al rendimiento reproductivo, retrasando el inicio o reduciendo la probabilidad de gestación, no elimina la capacidad de las vacas de manifestarlo. ¿Puede una vaca con cojera en celo seguir produciendo leche según su potencial genético, o son independientes estos resultados?
Un caso real
La vaca 690, una primípara de una granja europea, no fue sometida al secado, una práctica habitual para las primerizas en esta explotación. Un mes antes del parto, empezó a tener problemas de locomoción y su puntuación había disminuido 1 punto (escala 1-5). Tras analizar su puntuación de locomoción a lo largo de un periodo de tiempo, es evidente que nunca se curó del todo, ya que su puntuación oscilaba entre 0 y -1 en la escala de locomoción. Es probable que esto afectara a su producción de leche, ya que nunca alcanzó todo su potencial.
Durante su pico de producción, el día 34 postparto, produjo 39 litros de leche, unos 5 litros por debajo de lo esperado, y, hasta el día 144 de lactación, su producción se mantuvo constantemente por debajo de lo esperado. Pero a pesar de todos estos obstáculos, el día 72 postparto tuvo su primer celo y fue inseminada, repitiendo este proceso en los dos celos posteriores. Partiendo de la base de que la calidad del semen era óptima y de que las técnicas de inseminación artificial eran eficaces, ¿por qué no se quedó preñada?
Por un lado, una inseminación realizada en un momento que no sea el óptimo con respecto a la ovulación, puede dificultar el éxito de la fecundación. Por otro lado, los problemas de salud reproductiva subyacentes, como las infecciones uterinas o los desequilibrios hormonales, pueden afectar a la fertilidad, aunque la vaca esté en celo. Además, el estrés producido por la cojera puede alterar el equilibrio hormonal e interferir en los procesos reproductivos. Si la salud uterina de las vacas con cojera se ve comprometida, la implantación del embrión y el mantenimiento de la gestación pueden verse aún más comprometidos. Por lo tanto, aunque una vaca con cojera que muestre signos de celo pueda someterse a una inseminación, existen múltiples factores relacionados con el momento en que se lleve a cabo, la salud reproductiva, la calidad del semen, el estrés, el entorno uterino y la salud en general, que pueden influir en el éxito de la concepción y de la gestación.
Si se superponen los gráficos de la puntuación de la locomoción con los de la puntuación de la condición corporal (CC) y los de la producción de leche, se observan claras incoherencias en la CC. A partir de los 40 días en leche (marcado con un círculo), su puntuación de locomoción empeoró progresivamente, coincidiendo con una CC y una producción de leche erráticas.
Las investigaciones realizadas por Tadich et al, del Departamento de Ciencias Clínicas Veterinarias de la Universidad Austral de Chile, sugieren que conforme va empeorando la cojera, las vacas se van volviendo más sensibles al dolor. Esto significa que, en el caso de la vaca 690, la lesión original que causaba las molestias puede seguir siendo un factor determinante.
De este caso se pueden sacar varias conclusiones:
- Consecuencias de no realizar el secado: es posible que la decisión de no secar a esta vaca primípara haya contribuido a sus problemas de locomoción y a una producción de leche subóptima.
- Problemas constantes de locomoción: a pesar de tener el celo, siguió experimentando problemas de locomoción, lo que indica que existe un malestar subyacente que no se ha tratado adecuadamente.
- Repercusión en la producción de leche: es probable que las molestias continuas afectaran a su producción de leche, lo que demuestra lo importante que es tratar los problemas de salud lo antes posible para optimizar la productividad.
- Inconsistencias en su CC: aunque conseguía mantener una CC media adecuada, era bastante errática, lo que indicaba que su salud y bienestar generales estaban comprometidos.
- La cojera y la resistencia al dolor: a medida que la cojera de las vacas se va volviendo más pronunciada, el umbral del dolor disminuye y se vuelven más sensibles, lo que probablemente explica las continuas molestias de la vaca 690.
- La necesidad de un seguimiento y tratamiento continuos: este caso demuestra la importancia del seguimiento y el tratamiento continuos de las vacas con problemas de salud.
Con el ejemplo de la vaca 690 queda patente que en la producción láctea existe una compleja relación entre la salud posparto, los problemas de locomoción y la producción de leche. También subraya la necesidad de un seguimiento y tratamiento continuos de las vacas que sufren algún problema de salud. Mediante la integración de estas conclusiones en las prácticas de gestión lechera, los ganaderos pueden mejorar tanto el bienestar de las vacas como la productividad de la explotación.
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