El alcohol como componente ocasional de la dieta de múltiples especies | Dellait

Álvaro García

Aunque se suele asociar el etanol a productos fabricados por el hombre, como la cerveza y el vino, no es, ni mucho menos, un invento creado por el ser humano. Este compuesto está presente de forma natural en el medio ambiente, especialmente en sustratos ricos en azúcares, como frutas y néctares. En estos medios, levaduras como Saccharomyces cerevisiae fermentan los azúcares, convirtiéndolos en etanol. Gracias a este proceso, denominado «fabricar-acumular-consumir», las levaduras crean un entorno rico en etanol que impide la proliferación bacteriana y favorece su propia supervivencia. Además, el etanol actúa como un mecanismo de defensa natural, ya que es tóxico para muchos microorganismos antagónicos, como las bacterias, que, de lo contrario, podrían crecer usando esos mismos azúcares. A diferencia de las bacterias, las levaduras toleran mejor el etanol y pueden seguir metabolizándolo para obtener energía. Al crear un entorno rico en etanol, las levaduras logran reducir la competencia para obtener nutrientes, lo que le garantiza el acceso al azúcar que necesitan para crecer y reproducirse. Esta capacidad de producir y tolerar el etanol les otorga una ventaja de supervivencia significativa frente a otros microorganismos.

Un subproducto de la abundancia

La fauna silvestre, como los animales que se alimentan de fruta y beben néctar, suele encontrar etanol en su hábitat natural. Los estudios demuestran que los colibríes, por ejemplo, no se ven disuadidos por pequeñas concentraciones de alcohol en el agua azucarada, consumiéndola fácilmente con un 1% de alcohol en volumen. Sin embargo, su consumo disminuye considerablemente a partir del 2%, lo que sugiere que estas aves están adaptadas a las pequeñas cantidades de etanol presentes en las flores y en los bebederos caseros.

Algunas especies de plantas producen un excedente de frutos durante el verano que sobrepasa las necesidades de los animales que los consumen. Cuando este excedente madura y cae al suelo del bosque, microorganismos como las levaduras convierten los azúcares en etanol mediante la fermentación. Este etanol se vuelve accesible para la fauna que habita tanto en entornos arbóreos como terrestres. Con el tiempo, el etanol, un subproducto derivado de la abundancia estacional, se ha convertido en un componente habitual de la dieta de muchas especies. Esto ha influido en las interacciones ecológicas y en las adaptaciones evolutivas de diversos organismos.

Los ciervos y antílopes salvajes a veces consumen frutas fermentadas que se encuentran en el suelo del bosque, por lo que consumen etanol generado por fermentación orgánica. Este tipo de exposición accidental al etanol refleja su adaptabilidad a esta sustancia y los posibles efectos que puede tener en su digestión y metabolismo.

El etanol en los alimentos para el ganado

En la ganadería comercial, ocurre un proceso similar al incorporar subproductos fermentados, como la pulpa de cítricos y el orujo de uva, en la dieta de las vacas lecheras. La pulpa de cítricos, rica en azúcares, fermenta durante el ensilado y genera etanol como subproducto. De manera similar, el orujo de uva, un residuo de la vinificación, se fermenta debido a los azúcares residuales y a la acción de las levaduras. El contenido de etanol en estos alimentos varía según factores como los niveles de azúcar, la actividad microbiana y las condiciones de almacenamiento. Este tipo de subproductos son un método sostenible para reciclar los residuos agrícolas y, al mismo tiempo, aportar beneficios nutricionales. Sin embargo, su uso debe regularse cuidadosamente para evitar efectos adversos en la salud animal.

En la ganadería lechera, a menudo se incorporan solubles de destilería condensados (CDS) a la dieta, un subproducto derivado de la producción de etanol. Además de su contenido de etanol, los CDS destacan por su alto valor nutricional, ya que contienen una cantidad significativa de proteína bruta (15-30%), fibra digestible, grasa y minerales esenciales, lo que los convierte en un ingrediente nutritivo y versátil. Su contenido residual de etanol aumenta la actividad microbiana en el rumen, favoreciendo una fermentación eficiente y mejorando el aprovechamiento de la fibra alimentaria y la energía. Todo ello se traduce en un aumento de la producción de leche y una mayor eficiencia alimentaria.

Además de sus beneficios nutricionales, los CDS mejoran la calidad de la ración total mezclada al añadir humedad y optimizar su consistencia física. De este modo, se reduce el comportamiento de selección del ganado, garantizando que las vacas consuman una ración más uniforme. La humedad también ayuda a que los ingredientes secos se mezclen bien, mejorando la palatabilidad de la ración y fomentando un mayor consumo de alimento.

Teniendo en cuenta el contenido de etanol de los CDS, si este ingrediente se añadiera a la ración total mezclada en proporciones del 5%, 10% o 15%, el aporte de etanol a la dieta sería el siguiente:

  • Al 5%: el aporte de etanol oscila entre el 0,2% y el 0,5%.
  • Al 10%: el aporte de etanol oscila entre el 0,4% y el 1,0%.
  • Al 15%: el aporte de etanol oscila entre el 0,6% y el 1,5%.

La concentración de etanol que se obtiene al añadir solubles de destilería condensados (CDS) al 5%, 10% o 15% en la ración total mezclada (TMR) puede tener efectos positivos en el rendimiento de las vacas lecheras si se administra adecuadamente. Los microorganismos del rumen metabolizan fácilmente el etanol convirtiéndolo en acetato, un ácido graso volátil clave que sirve como fuente de energía y favorece una buena digestión de la fibra y la fermentación en el rumen. Este aumento del acetato puede mejorar el metabolismo energético sin comprometer la eficiencia energética ni la composición de la leche.

Efectos del etanol en las dietas de vacas lecheras en periodo de lactación

Los últimos estudios demuestran que la incorporación de etanol a las dietas de las vacas lecheras puede ser beneficiosa. En uno de los ensayos, al añadir un 5% de etanol a una TMR, se observó un aumento tanto en el consumo de materia seca (CMS) como en la producción de leche. En comparación con la dieta de control (22,2 kg/día de CMS y 35,8 kg/día de producción de leche), las vacas alimentadas con la dieta mejorada con etanol consumieron más alimento (23,7 kg/día) y produjeron más leche (37,9 kg/día). Este aumento de la producción de leche puede atribuirse al importante papel que desempeña el etanol en la fermentación ruminal. Los microorganismos del rumen metabolizan el etanol en acetato, lo que proporciona una fuente de energía suplementaria y favorece la digestión de la fibra.

La transformación del etanol en acetato en el rumen hace patente su contribución al metabolismo energético. Los estudios indican que la suplementación con etanol no afecta negativamente a la eficiencia energética ni a la composición de la leche. De hecho, el etanol puede actuar como un conservador de glucosa, desviando los sustratos glucogénicos para ayudar a la síntesis de la leche y a mejorar la eficiencia de la producción.

El análisis de los metabolitos sanguíneos de las vacas alimentadas con dietas reforzadas con etanol no mostró efectos adversos, ya que los niveles de glucosa, insulina y ácidos grasos no esterificados se mantuvieron dentro de los valores normales. Las evaluaciones sensoriales tampoco revelaron efectos negativos sobre el aroma, el sabor o la calidad de la leche, lo que demuestra que el etanol puede incorporarse de manera segura a la dieta.

El hecho de incluir etanol, ya sea por exposición natural, mediante subproductos fermentados o aditivos para alimentos, refleja la adaptabilidad de los rumiantes a este compuesto. Los solubles de destilería condensados no sólo mejoran la palatabilidad del alimento y la absorción de nutrientes, sino que también aumentan la eficiencia productiva. Al incorporar este coproducto a dietas correctamente equilibradas, los ganaderos pueden optimizar el rendimiento de las vacas.

Las concentraciones de alcohol en función de la especie

Antes comentábamos que los colibríes pueden tolerar niveles bajos de etanol (1% de alcohol por volumen) en el néctar, pero que muestran una reducción en el consumo cuando las concentraciones son más altas (2% o más). Probablemente esto se deba a su pequeño tamaño y a su metabolismo acelerado, lo que hace que incluso pequeños aumentos en la concentración de etanol tengan un mayor impacto. El hecho de que prefieran el 1% de etanol indica que existe un límite máximo, a partir del cual es probable que interfiera con su consumo energético o con su capacidad de vuelo.

Durante el experimento mencionado anteriormente, realizado con vacas lecheras, el etanol constituyó un 5% de la materia seca (MS) de la dieta. Con un consumo de 23,7 kg de MS, esto equivale a aproximadamente 1,2 kg de etanol al día. La capacidad de los rumiantes para utilizar el etanol es excepcional, ya que los microorganismos del rumen pueden convertirlo en acetato, un ácido graso volátil (AGV) que sirve como fuente de energía para su metabolismo, la síntesis de la leche y la digestión de la fibra. Así, un 5% de etanol en la dieta de las vacas no solo se tolera bien, sino que también es beneficioso, ya que favorece la fermentación microbiana en el rumen y aumenta la producción de leche.

La principal diferencia es que los rumiantes tienen sistemas microbianos que descomponen eficazmente el etanol en acetato, algo que no poseen los colibríes. Estas aves metabolizan el etanol de manera más similar a otros animales monogástricos, donde niveles elevados de etanol pueden perjudicar su rendimiento. Las vacas lecheras han evolucionado para absorber una gran variedad de sustratos fermentables, incluido el etanol, especialmente en cantidades pequeñas o moderadas. En este experimento se observaron efectos positivos de un 5% de etanol en la MS, sin efectos perjudiciales para la salud. El reducido tamaño de los colibríes los hace mucho más sensibles a las concentraciones de etanol que los animales más grandes, como las vacas. A modo de comparación, si la dieta de las vacas, con un 5% de etanol, se ajustara al tamaño corporal de los colibríes, superaría ampliamente sus niveles tolerables.

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