Los inoculantes de ensilado triplican el retorno de la inversión | Dellait

Álvaro García

Los inoculantes forrajeros se han convertido en una herramienta indispensable en la agricultura moderna, ya que conservan y mejoran la calidad del forraje utilizado en la alimentación del ganado. De esta manera, se asegura un suministro constante de alimento de calidad durante todo el año, lo que favorece la salud, la productividad y el rendimiento general del ganado. Además, una preservación eficaz minimiza el deterioro y la proliferación de microorganismos dañinos, contribuyendo a prácticas ganaderas sostenibles y rentables.

Historia y la situación actual de los inoculantes forrajeros

La inoculación forrajera surgió a principios del siglo XX con el objetivo de mejorar la conservación del ensilaje, evitando el deterioro causado por los microorganismos durante su almacenamiento. En las décadas de 1940 y 1950 se lograron importantes avances que demostraron la eficacia de las bacterias lácticas (BAL) para optimizar la fermentación del ensilaje. Estas bacterias fermentan los azúcares del forraje, produciendo ácido láctico que reduce el pH y crea un ambiente ácido, lo que impide la descomposición del forraje por bacterias y hongos. Gracias a esta investigación, se desarrollaron inoculantes comerciales de forraje con BAL, que mejoran tanto la calidad del ensilado como la eficiencia alimentaria. En avances posteriores se abordaron desafíos como la estabilidad aeróbica y la prevención del moho. Desde su comercialización en los años setenta, los inoculantes forrajeros han experimentado una evolución considerable. Los avances en biología molecular e ingeniería genética han permitido la modificación genética de cepas de BAL, mejorando su adaptabilidad y rendimiento en diversas condiciones forrajeras y ambientales. Hoy en día, las formulaciones especializadas combinan múltiples cepas bacterianas para acelerar la fermentación, suprimir los microorganismos indeseables y mejorar la estabilidad y conservación del ensilaje. En un mercado tan competitivo, la oferta es variada y se ajusta a los distintos tipos de forraje y sistemas ganaderos. Actualmente, los estudios se centran en la búsqueda de nuevas cepas microbianas y combinaciones que optimicen la fermentación del ensilaje de manera sostenible, reduciendo al mínimo el impacto ambiental.

Beneficios medioambientales

Además de sus efectos comprobados sobre el retorno de la inversión y la productividad del ganado, los inoculantes de ensilado también contribuyen a la sostenibilidad medioambiental, ya que reducen potencialmente las emisiones de metano. Por lo general, estos inoculantes, que contienen bacterias lácticas (BAL), mejoran la eficacia de la fermentación del ensilaje y reducen su deterioro. Al favorecer una fermentación más rápida y completa, minimizan el período en el que se dan las condiciones anaeróbicas favorables para los microorganismos productores de metano. Además, los inoculantes mantienen estables las condiciones de fermentación, lo que puede mitigar el riesgo de que se produzca una fermentación secundaria y la consiguiente producción de metano. Si bien los cálculos cuantitativos varían según diversos factores, como el tipo de inoculante, las condiciones ambientales y las prácticas de gestión, los estudios sugieren que un uso adecuado de los inoculantes de ensilaje puede reducir las emisiones de metano, en comparación con los sistemas de ensilaje que no reciben ningún tratamiento. Esta doble ventaja, que consiste en mejorar la conservación de los alimentos y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, resalta el papel de los inoculantes de ensilaje en las prácticas ganaderas sostenibles.

Retorno de la inversión

Los inoculantes forrajeros, especialmente los que contienen bacterias lácticas (BAL), desempeñan un papel crucial en la reducción de las pérdidas asociadas a la conservación del forraje, lo que conlleva un ahorro económico. Según los estudios, al utilizar inoculantes, las pérdidas de materia seca (MS) se reducen entre un 5 % y un 15 %, lo que puede traducirse en un ahorro significativo en términos del valor del forraje conservado.

A continuación, analizaremos una granja que produce 1.000 toneladas de ensilaje al año y que logra reducir en un 10 % las pérdidas de MS mediante una inoculación eficaz. Para realizar este cálculo, asumiremos que los costes actuales de producción y almacenamiento de ensilaje son de 34 euros por tonelada y que el valor del ensilaje conservado es de 43 euros por tonelada. El potencial de ahorro es el siguiente:

  1. Disminución de las pérdidas de MS del ensilaje:
    • Producción total de ensilaje: 1.000 toneladas
    • Disminución de las pérdidas de MS: 10% de 1.000 toneladas = 100 toneladas
  1. Ahorro potencial gracias a una menor pérdida de MS: 100 toneladas × 34€/tonelada = 3.400€.
  2. Ahorro adicional por el valor del ensilaje conservado: 100 toneladas × 43€/tonelada = 4.300€.
  3. Ahorro bruto: reducción de las pérdidas de MS: 3.400€ + valor del ensilaje conservado: 4.300€ = 7.700€.

Si asumimos que el coste de producción es de 34 euros por tonelada y que el valor del ensilaje conservado es de 43 euros por tonelada, el potencial de ahorro anual total sería de 7.700 euros por cada 1.000 toneladas de ensilaje. Este cálculo refleja tanto la reducción de costes derivada de una menor pérdida de materia seca (MS) como el valor adicional del ensilaje conservado.

ROI= (ahorro bruto/coste total del inoculante) x 100

Teniendo en cuenta que el coste de los inoculantes suele oscilar entre 1 y 3 euros por tonelada, el retorno de la inversión en este caso sería muy positivo. Para calcular el retorno de la inversión (ROI) que se obtiene utilizando inoculantes para ensilaje, a partir de las cifras proporcionadas, podemos emplear la siguiente fórmula:

  • Coste total del inoculante = 2€ × 1.000 = 2.000€
  • Ahorro bruto = 7.700€
  • Ahorro neto = 7.700€ – 2.000€ = 5.700€
Formula del ROI:

ROI= (7.700€/2.000€) x 100= 285%

El proceso de evolución de los inoculantes forrajeros, desde las primeras prácticas de ensilaje hasta las más avanzadas, refleja los grandes avances que se han logrado en los campos de la microbiología y la biotecnología. Gracias a estos avances, la conservación y el uso del forraje han mejorado, incrementando la eficiencia y la sostenibilidad de la producción ganadera. Gracias a las continuas investigaciones e innovaciones, los inoculantes forrajeros desempeñarán un papel fundamental para enfrentar los retos de la ganadería del futuro, lo que augura nuevos avances en la conservación de los forrajes y la preservación del medio ambiente.

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