Las vacas y el estrés por calor: el efecto «motor de combustión» | Dellait

Álvaro García

Para las vacas lecheras, mantener su temperatura corporal dentro de unos límites seguros es un desafío constante, sobre todo en verano. Las vacas generan mucho calor interno por medio de la fermentación ruminal y el metabolismo de los nutrientes, a lo que se suma al calor ambiental. Cuando la combinación de ambos supera su capacidad de disipación, la temperatura corporal puede subir por encima de los 38,5 °C recomendados. Esta situación, conocida como estrés por calor, desencadena respuestas fisiológicas que reducen el consumo, alteran el comportamiento y disminuyen la producción de leche.

Así genera calor el sistema digestivo de las vacas

Un buen símil es el motor de un coche: el motor quema combustible para generar energía, y, durante el proceso, se produce calor. El organismo de una vaca funciona del mismo modo, pero en lugar de gasolina, la vaca utiliza hierba, heno o grano, y en lugar de pistones y bujías, utiliza sus órganos y su metabolismo. El rumen es como un gran tanque de fermentación, lleno de microorganismos que descomponen las fibras vegetales que consumen las vacas. Al igual que quemar madera en una chimenea libera calor, la fermentación de la materia vegetal en el rumen es un proceso exotérmico que libera energía en forma de calor, y eso es solo el comienzo, ya que después de la fermentación, los productos resultantes, como los ácidos grasos volátiles, son absorbidos y utilizados por las células de la vaca. El cuerpo de la vaca quema estas moléculas en un proceso llamado respiración celular, que también genera calor como subproducto.

Cada una de las etapas de la digestión implica un gasto energético: masticar, tragar, mezclar los alimentos en el estómago, contraer los músculos para hacer avanzar el alimento. Todo ello requiere energía, y cada vez que el cuerpo la utiliza, produce calor. En resumen, una vaca genera calor al comer porque:

  1. Al fermentar los alimentos en el rumen, se libera calor de forma directa (como cuando se calienta una pila de abono).
  2. La respiración celular del organismo de la vaca «quema» nutrientes para producir energía y generar calor.
  3. La musculatura y los procesos digestivos consumen energía y también desprenden calor.

Las vacas de alta producción son las más susceptibles a este problema. A medida que aumenta su consumo de materia seca (CMS) para mantener la síntesis de la leche, también lo hace la producción interna de calor. Cuando las condiciones ambientales impiden que este calor se libere, las vacas comen menos. Varios estudios han demostrado que un aumento de la temperatura corporal de hasta 40 °C puede disminuir el CMS de 20 a 14 kg, lo que se traduce en pérdidas de leche de hasta 6 litros diarios.

Cómo reducir la temperatura ambiental

Según la NASEM (2021), el CMS comienza a descender a partir de los 25 °C y se reduce de manera más pronunciada por encima de los 30 °C. La humedad intensifica este efecto. Collier et al. (2012) observaron que la temperatura corporal de las vacas comenzaba a elevarse a partir de los 22 °C cuando la humedad relativa era del 45 % o superior. Para complicar aún más la situación, las vacas responden más al calor acumulado que a la temperatura instantánea, lo que significa que tanto el consumo como la producción de leche se relacionan más estrechamente con las condiciones climáticas de los dos días previos que con las del día actual.

No obstante, no todas las vacas responden de la misma manera, ya que las vacas en mitad de la lactancia (entre 100 y 180 días en leche) son las más vulnerables, con fuertes reducciones en el consumo de alimento y la producción de leche. Les siguen los animales al final de la lactancia, mientras que las vacas al inicio de la misma, aunque producen más leche, suelen movilizar grasa corporal para compensar. Sin embargo, la reducción en el consumo no explica por completo la disminución en la producción de leche. Una investigación de la Universidad de Arizona estima que solo entre el 40 y el 50 % de la pérdida de producción de leche en situaciones de estrés por calor se debe a la disminución del consumo diario de alimento. El resto se debe a alteraciones fisiológicas: cambios hormonales, reducción de la eficiencia digestiva y aumento de las necesidades energéticas de mantenimiento.

La mejor solución sigue siendo enfriar el ambiente. Para ello, lo más efectivo es humedecer a las vacas y permitir que el aire facilite la evaporación del agua. Un estudio de la Universidad Estatal de Kansas descubrió que las vacas estabuladas en cuatro filas con ventiladores sobre los comederos y los establos producían 44 litros de leche al día, en comparación con los 41 litros de las vacas que solo tenían ventiladores sobre los comederos. Duplicar el número de ventiladores no mejoró los resultados.

También desempeñan un papel importante la frecuencia de aspersión y el flujo de aire. Brouk et al. (2004) demostraron que los ciclos de aspersión de cinco minutos (un minuto en funcionamiento, cuatro minutos en pausa) combinados con un flujo de aire de 700 CFM eran los más eficaces. Un flujo de aire superior a 750 CFM no aportaba beneficios adicionales. Para maximizar el enfriamiento por evaporación, es fundamental asegurarse de que las vacas estén prácticamente secas antes del siguiente ciclo de humectación.

Algunas granjas utilizan sistemas de nebulización de alta presión para reducir el consumo de agua. Estos sistemas son eficaces siempre que logren humedecer adecuadamente la piel de las vacas. Los sistemas de nebulización que funcionan a 13 litros/hora proporcionan un enfriamiento equivalente al de los aspersores tradicionales. Sin embargo, los que sólo funcionan a 6 litros /hora son mucho menos eficaces. Estos sistemas también pueden aumentar la humedad del establo, lo que, si no se contrarresta con una ventilación adecuada, puede empeorar las afecciones respiratorias.

Un método más novedoso consiste en instalar sobre los comederos o cubículos aspersores con boquillas que emiten gotas de agua de mayor tamaño. Cuando estos aspersores se combinan con un flujo de aire adecuado, reducen la temperatura corporal interna, mejoran el confort y ayudan a conservar el consumo y la producción de leche, al tiempo que emplean menos agua que los sistemas de aspersión de cobertura total. El uso continuado de estos sistemas permitió que las vacas mantuvieran un consumo de materia seca y una producción de leche estable durante los periodos estivales de altas temperaturas, lo que demostró su eficacia práctica en explotaciones comerciales (Díaz-Royón y García, 2013).

El octanaje del combustible frente a la calidad del forraje: una analogía metabólica

El octanaje de un combustible indica el grado de eficiencia y limpieza con el que se quema en un motor bajo presión. Los combustibles con un octanaje superior permiten que los motores de alto rendimiento funcionen a menor temperatura y con mayor eficiencia. Del mismo modo, se puede considerar que el forraje para vacas tiene su propio «octanaje metabólico», determinado por factores como:

  • Digestibilidad (facilidad con la que se descompone el alimento)
  • Perfil de fermentación (índice y tipo de AGV)
  • Aumento de calor (cuánto calor interno se genera durante la digestión)
  • Composición y calidad de la fibra

Los forrajes de alta calidad, como la alfalfa de corte temprano, el ensilado tratado adecuadamente o las hierbas con alto contenido en azúcar, actúan como combustible de alto octanaje porque:

  • ¡Se digieren rápida y eficientemente!
  • Producen más energía útil (por ejemplo, propionato) produciendo menos calor.
  • Permite que las vacas sigan rindiendo al máximo con menos estrés metabólico.
  • Tienen menos volumen y fibra, lo que facilita la digestión.
Forraje de bajo octanaje = motor que se sobrecalienta

Por el contrario, los forrajes de baja digestibilidad, como el heno de gramíneas maduras o los rastrojos con alto contenido en lignina, son como un combustible de bajo octanaje:

  • Necesitan una mayor fermentación microbiana.
  • Generan más calor durante la digestión.
  • Producen menos energía útil.
  • Sobrecargan el sistema termorregulador y digestivo de la vaca.

El agua potable actúa como refrigerante

El agua es el nutriente más subestimado, pero es vital cuando se produce el estrés por calor. Ante el aumento de la respiración y la sudoración, las vacas tienen que disponer de agua limpia y fresca sin restricciones. El intervalo de temperatura ideal oscila entre los 17 °C y 28 °C, y, siempre que sea posible, los abrevaderos deben estar a la sombra. Tener acceso al agua tiene efectos directos sobre la productividad.

Sin hidratación, las vacas corren el riesgo de sufrir tensión cardiovascular y de ver reducido su rendimiento. Durante el estrés térmico, la hidratación se convierte en un factor limitante, tan importante como la alimentación o las estrategias refrigeración.

La solución al estrés por calor en los rebaños lecheros durante el verano reside en la combinación de sistemas de refrigeración en los establos, planes nutricionales personalizados y acceso ilimitado a agua fresca. Ninguna estrategia funciona por sí sola, pero cuando se combinan y se adaptan a la infraestructura y a las condiciones climáticas de cada granja, estas prácticas contribuyen a proteger la salud de las vacas y a mantener la productividad durante los meses más difíciles.

¿Qué debemos recordar?

En las vacas lecheras, el estrés térmico no se limita a la temperatura, sino que surge de la interacción entre la carga metabólica, la exposición ambiental y el manejo. Considere a la vaca como un motor de combustión biológico, en el que tanto una refrigeración eficiente como un «combustible» de alta calidad (forraje nutritivo) son esenciales para mantener un funcionamiento óptimo.

Para mantener la salud y la producción durante los meses de calor, es fundamental contar con una estrategia integral que incluya un sistema de refrigeración por evaporación adaptado al diseño de la granja, medidas nutricionales que preserven la función ruminal y acceso ilimitado a agua limpia y fresca. Ninguna de estas medidas es suficiente por sí sola, pero juntas son una defensa eficaz frente al estrés estival.

© 2025 Dellait Knowledge Center. All Rights Reserved.

Suscríbete a nuestra Newsletter

Nutretain Silage Inoculants

Maximize your forage potential with Nutretain,

25 years of proven succes