La vida de Bessie | Dellait

Álvaro García

Nacimiento y primeros cuidados

Bessie nació una mañana en un corral de la zona de maternidad de una granja lechera. Como todos los terneros, llegó al mundo sin inmunidad pasiva, ya que las vacas no transfieren anticuerpos a sus crías a través de la placenta. Los anticuerpos, son proteínas específicas producidas por la madre, y más adelante por la propia Bessie, que ayudan a reconocer y neutralizar los microorganismos patógenos. Sin ellos, Bessie estaría indefensa frente a las infecciones, expuesta a enfermar e incluso a morir en sus primeros días de vida.

Las vacas que paren por primera vez, conocidas como «primerizas», a veces producen calostro de menor calidad, ya que su sistema inmunitario todavía no ha acumulado una buena reserva de anticuerpos. Además, al ser inexpertas, pueden ponerse nerviosas, por lo que es menos probable que dejen que el ternero mame el tiempo suficiente. Por eso, durante la primera hora de vida, un trabajador de la granja le administró a Bessie un biberón de calostro previamente analizado para asegurar que tuviera una elevada concentración de anticuerpos. Esta primera toma resulta fundamental para ayudarla a afrontar los desafíos bacterianos de sus primeras semanas de vida.

Vivir en un espacio limpio y bien ventilado reduce significativamente el riesgo de contraer enfermedades. Además, permite a los cuidadores supervisar de cerca la alimentación, el comportamiento y la salud general de Bessie, algo mucho más difícil de hacer en grupos. Esta atención individual facilita la detección temprana de cualquier problema y asegura que cada ternera reciba la nutrición y los cuidados que necesita, sin tener que competir con las demás.

Bessie comenzó alimentándose de un balde nodriza y, poco a poco, aprendió a beber por sí sola de un recipiente abierto. Además de leche, se le dio una ración de iniciación, una mezcla de distintos granos diseñada para favorecer el desarrollo de su rumen, la parte del estómago que los bovinos adultos utilizan para digerir alimentos fibrosos como el heno y el pasto. A las 8 semanas de edad, Bessie fue destetada, es decir, dejó de tomar leche y pasó a depender por completo de los alimentos sólidos y el agua. Entonces, se la trasladó a un corral más amplio junto con un pequeño grupo de terneros destetados, por lo general no más de diez, donde comenzó a desarrollar conductas sociales y a adaptarse a la vida en grupo. Su dieta pasó a consistir en una mezcla de heno, ensilado y grano específicamente formulada para novillas en crecimiento. Durante esta etapa, se siguió controlando su desarrollo para garantizar que creciera de manera adecuada.

Inseminación y embarazo

Cuando Bessie cumplió un año, ya había crecido considerablemente. Su peso y su altura se vigilaron de cerca para garantizar que alcanzara el desarrollo necesario para la reproducción. Entre los 13 y los 15 meses, al llegar a la madurez sexual, fue inseminada artificialmente, una práctica común en la mayoría de las granjas lecheras. Este método permite a los ganaderos seleccionar una genética de alta calidad de los mejores toros sin los riesgos que conlleva introducir un toro vivo en la granja.

La inseminación artificial también es más segura para las novillas jóvenes como Bessie, ya que evita el estrés físico y las posibles lesiones que pueden producirse durante el apareamiento natural. Además, reduce el riesgo de contraer enfermedades reproductivas como la tricomoniasis, la campilobacteriosis, la diarrea viral bovina (DVB) y la leptospirosis, todas ellas responsables de producir infertilidad, pérdida embrionaria temprana, abortos e intervalos prolongados entre partos. Al recoger, procesar y almacenar el semen bajo estrictas condiciones sanitarias y someterlo a controles periódicos para detectar enfermedades, se reduce considerablemente la posibilidad de transmitir patógenos a animales como Bessie. Por ello, la inseminación artificial no solo es una herramienta para la mejora genética, sino también la opción más segura para proteger la salud reproductiva.

A las pocas semanas, una prueba de embarazo confirmó que Bessie estaba preñada. Durante los nueve meses siguientes, recibió una dieta específica diseñada para favorecer tanto su propio crecimiento como el desarrollo del ternero que llevaba en su vientre. Se le realizaron revisiones médicas periódicas, se le administraron vacunas y se le recortaron las pezuñas siempre que fue necesario. Al acercarse el momento del parto, se le trasladó a un corral de la zona de maternidad con un lecho de paja profundo, donde pudo dar a luz a su ternero en un entorno limpio y tranquilo.

Dar a luz a su primer ternero

A los 24 meses de edad, Bessie dio a luz a un ternero sano. Tras el parto, se limpió y secó cuidadosamente al ternero, y se le alimentó con calostro, tal y como se había hecho con Bessie dos años antes. Poco después, Bessie comenzó su primera lactancia y pasó a formar parte del rebaño lechero.

Al principio, Bessie se mostraba algo insegura. La sala de ordeño era nueva para ella, estaba llena de ruidos y otras vacas, pero en pocos días se adaptó a la rutina. La ordeñaban entre dos y tres veces al día, y su producción de leche fue aumentando durante las primeras semanas, a medida que crecía su apetito y su cuerpo se recuperaba del estrés del parto.

La dieta de Bessie fue cuidadosamente planificada por un especialista para cubrir las altas necesidades energéticas que requiere la producción de leche. Recibía una mezcla de forrajes altamente nutritivos, como ensilado de maíz y heno de alfalfa, además de granos, proteínas, vitaminas y minerales. El objetivo era ayudarla a mantener una condición física saludable y, al mismo tiempo, favorecer una producción elevada de leche. Su consumo de agua también aumentó significativamente, llegando a beber más de 114 litros al día.

Cada día se medía electrónicamente la cantidad de leche que producía Bessie. Los trabajadores de la granja, así como los sistemas automáticos, vigilaban cualquier signo de mastitis (infección de ubres), cojera o disminución del apetito, y los registraban. Cuando era necesario, se la separaba temporalmente del rebaño para recibir tratamiento. Afortunadamente, Bessie se mantuvo saludable.

Reinseminación y periodo seco

Entre los 60 y 80 días después del parto, se examinó a Bessie para comprobar si había recuperado sus ciclos reproductivos normales. Si era así, se procedía a una nueva inseminación. En caso de no quedar preñada en el primer intento, se repetía la inseminación en el siguiente ciclo, aproximadamente 21 días después. La gestación se verificaba mediante ecografía o palpación rectal, realizada por un veterinario o un técnico especializado.

Entre 100 y 120 días después de su primera lactancia, se confirmó que Bessie estaba preñada de nuevo. Tras unos 305 días de ordeño, su producción de leche comenzó a disminuir de forma natural. Entonces se la «secó», es decir, se suspendió el ordeño para que sus ubres pudieran descansar y prepararse para la siguiente lactancia. Durante este periodo de 6 a 8 semanas, permaneció en la granja, pero fue trasladada a una zona más tranquila junto con otras vacas en periodo de secado. Su dieta durante esta fase incluía forrajes de bajo contenido energético, como heno, junto con minerales esenciales y agua limpia, con el objetivo de mantener su estado físico sin sobrealimentarla.

El ciclo comienza de nuevo

Conforme se iba acercando la fecha de su segundo parto, Bessie fue trasladada una vez más al corral de la zona de maternidad. Su cuerpo ya estaba completamente desarrollado; ahora era una vaca adulta que ya había pasado por una lactancia. Esta vez, el proceso fue más sencillo. Dio a luz a otro ternero sano y, tras un breve descanso, se reincorporó al rebaño de ordeño para su segunda lactancia.

Una vaca lechera como Bessie pasa por varios de estos ciclos a lo largo de su vida, produciendo leche y dando a luz a terneros durante unos cuatro o seis años. Algunas vacas siguen siendo productivas durante aún más tiempo si permanecen sanas y mantienen un buen rendimiento lechero.

Con el tiempo, cuando su producción de leche descienda por debajo de la media del rebaño o si experimenta problemas de salud recurrentes, Bessie podría ser retirada del rebaño lechero. Esto es algo habitual en la gestión de los rebaños, ya que las granjas deben equilibrar la productividad, la salud y el bienestar de los animales. Sin embargo, si se mantiene sana y continúa produciendo terneros y leche de manera constante, podría permanecer en el rebaño durante varias lactancias. Algunas vacas producen más de 44.000 litros de leche a lo largo de su vida.

Aunque la esperanza de vida natural de una vaca puede superar los 15 años, la mayoría de las vacas lecheras tienen una vida productiva más corta debido a las exigencias físicas de la lactancia, la reproducción y la necesidades económicas de las granjas. A lo largo de su vida, los cuidados de Bessie se basaron en un sistema diseñado para supervisar su bienestar, mejorar la eficiencia y garantizar su salud y la de su descendencia.

© 2025 Dellait Knowledge Center. All Rights Reserved.

Suscríbete a nuestra Newsletter

Nutretain Silage Inoculants

Maximize your forage potential with Nutretain,

25 years of proven succes