Consecuencias de la cojera en el comportamiento y el bienestar durante el periodo de transición | Dellait

Álvaro García

El periodo de transición de las vacas lecheras se extiende desde tres semanas antes del parto hasta tres semanas después, constituyendo una fase crítica de ajuste fisiológico y metabólico. Sin embargo, y a pesar de su prevalencia, la cojera suele pasarse por alto durante este periodo tan crucial. Puede resultar difícil detectar las cojeras a partir de las alteraciones de las pezuñas, ya que las vacas enmascaran el dolor hasta que éste se agrava. Además de comprometer el bienestar de los animales, las cojeras conllevan pérdidas económicas, ya que aumentan las tasas de sacrificio, reducen la producción y merman la fertilidad.

Últimos estudios

En 2021, la Universidad de Utrecht realizó un estudio en el que se evaluó la prevalencia de cojeras desde el inicio del periodo seco hasta ocho semanas después del parto, correlacionándola con los cambios en la puntuación de la condición corporal (CC). Mediante el uso de sensores en el cuello para monitorizar las conductas de alimentación y de sensores en las patas para controlar la forma de caminar y tumbarse de las vacas, este estudio desveló que durante el periodo de transición se producía un aumento progresivo de la puntuación de la cojera (de 3 a 5) entre ellas. El porcentaje de vacas con dichas puntuaciones aumentó desde el periodo seco hasta ocho semanas después del parto, lo que indica que la intensidad de la cojera evoluciona significativamente con el tiempo.

También se observaron fluctuaciones en la CC, con un aumento inicial durante el periodo seco seguido de un descenso tras el parto. Los cambios en la CC variaron de una vaca a otra, lo que demuestra la influencia de la dinámica de la CC en la predisposición de las vacas a la cojera. En comparación con las que no sufrían de cojera, las vacas con cojera severa daban menos pasos diarios y tenían tiempos de reposo más largos. Además, estas vacas comían menos, lo que muestra que la cojera influye en el consumo de alimento durante los periodos más críticos. El estudio subraya la necesidad de que se implementen estrategias de gestión para reducir el riesgo de cojera durante el periodo de transición.

Transición

Evaluaciones en una granja comercial

A continuación, se muestran un par de ejemplos de vacas en periodo de transición procedentes de una explotación holandesa, donde se utiliza tecnología de imagen 3D de última generación para evaluar en cada ordeño el peso corporal, la condición física y la cojera.

La vaca 948 es una vaca primípara, que actualmente lleva 67 días en leche con una CC de 4,36, es decir, con una CC por debajo de 4,6 en el momento del parto. Al analizar la evolución de su CC, vemos que siempre ha estado sobreacondicionada más de 1 punto sin caídas significativas. Su producción máxima fue de 40 litros de leche de media, unos 5 litros por debajo de la esperada. La vaca comenzó a mostrar signos de cojera antes del parto (a 0,5 puntos de lo normal), a continuación, bajó un punto en el momento del parto, y desde entonces ha permanecido en torno a esa puntuación de locomoción. A pesar de la cojera, la vaca 948 consiguió mantener una CC bastante buena. Es importante tener en cuenta que, aunque la cojera se asocia normalmente con una reducción del apetito, tal y como se indica en el estudio, pueden producirse variaciones y ajustes individuales. Para comprender plenamente el porqué mantiene su CC a pesar de la cojera, sería necesario disponer de datos detallados sobre su comportamiento.

La vaca 603 es otra vaca primípara que está por debajo de la producción de leche esperada, con una producción extremadamente errática que fluctúa entre 14 y 23 litros prácticamente cada dos días. Tiene una CC de 3,4, es decir, está muy cerca del objetivo para esta fase de la lactación. A principios del período seco, su puntuación de locomoción experimentó un cambio significativo de 1,5 puntos, recuperándose casi a la mitad y volviendo a caer repentinamente 1 punto en el momento del parto. Este hecho indica que existe un problema recurrente de cojera que requiere atención.

Consejos para su cuidado:

Vaca 948

Es imprescindible realizar un seguimiento continuo de la CC, de la producción de leche y de la locomoción para detectar a tiempo cualquier cambio y ajustar las prácticas de gestión en consecuencia. Para evitar que la cojera empeore, es necesario recortar las pezuñas con regularidad. También es importante garantizar que la dieta sea equilibrada para favorecer tanto la producción de leche como la recuperación de la cojera, sin que por ello se produzca un aumento excesivo de peso, ya que la vaca tiende a sobrealimentarse. Y por último, hay que utilizar medicamentos antiinflamatorios o analgésicos según sea necesario para mejorar su comodidad y movilidad.

Vaca 603

Para comprender el impacto de las intervenciones, y ajustarlas según sea necesario, es preciso realizar un estrecho seguimiento de las puntuaciones de la CC, la producción de leche y la locomoción. Hay que asegurarse de que el animal siga una dieta que favorezca la lactancia sin causar fluctuaciones excesivas de peso y abordar cualquier deficiencia nutricional que pueda contribuir a una producción de leche errática. Es esencial realizar inspecciones y recortes frecuentes y minuciosos de las pezuñas para tratar la cojera recurrente. Hay que proporcionarle un lecho cómodo para reducir la presión sobre las pezuñas y favorecer que se tumbe. Por último, hay que desarrollar un programa de tratamiento completo para tratar la cojera recurrente, que podría incluir un recorte correctivo de las pezuñas, medicación u otras intervenciones.

Comparativa de los cuidados

La vaca 948 recibe cuidados centrados en mantener su situación relativamente estable, evitar que gane demasiado peso y tratar la cojera leve que padece para evitar que empeore. En cambio, la vaca 603 necesita un tratamiento más intensivo, ya que sufre una cojera recurrente. Para ello es necesario realizar un cuidado más frecuente de las pezuñas, contar con un apoyo nutricional individual y realizar algunos ajustes en su entorno. En ambos casos se subraya la importancia de adaptar las estrategias de gestión a las necesidades específicas de cada vaca, optimizando así su productividad durante el periodo de transición.

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