Guía práctica para la cosecha del ensilado de cereales de grano pequeño | Dellait

Álvaro García

Ante la creciente incertidumbre que reina en el mercado mundial de la soja, sobre todo por las actuales tensiones arancelarias con China, muchos ganaderos se están replanteando sus rotaciones de cultivos. En lugar de ceñirse a la soja, algunos están optando por forrajes alternativos para evitar exponerse a la volatilidad de los precios de las materias primas. Por otra parte, la resiembra de maíz trae consigo riesgos agronómicos muy conocidos: un aumento de la incidencia de las enfermedades como la marchitez de Goss y la roya del norte del maíz, más insectos, una demanda más elevada de nitrógeno y una mayor probabilidad de compactación del suelo y reducción del rendimiento. Todos estos retos están haciendo que los cereales de grano pequeño resulten más atractivos para formar parte de una estrategia forrajera más resistente.

En muchas explotaciones, este tipo de grano se siembra tras el maíz o el sorgo como parte de un sistema de doble cultivo. Este enfoque contribuye a reducir las reservas acumuladas de forraje, mejora la salud del suelo y aporta mayor flexibilidad a las rotaciones. Una vez que estos cultivos han crecido completamente y se han establecido, suelen ensilarse; sin embargo, los productores aún se enfrentan a una pregunta clave: ¿cuál es el mejor momento para cosecharlos, en la etapa de encañado para obtener calidad o en la fase de grano pastoso para maximizar el rendimiento?

Los investigadores de Virginia Tech analizaron diversas variedades de cereales de grano pequeño cultivadas en distintas zonas, comparando el rendimiento, la composición nutricional y la forma en que los distintos momentos de la cosecha afectaban a la alimentación de las vacas lecheras en función de los precios de los alimentos.

El equilibrio entre el rendimiento y la calidad

Para elegir el momento óptimo para cosechar este tipo de cereal, hay que escoger entre el volumen de forraje y la calidad del alimento. Este estudio realizado en 2025 por Virginia Tech destacó hasta qué punto esta decisión puede influir tanto en la utilidad del forraje como en el rendimiento económico.

Al cosecharlo cuando el grano estaba pastoso se obtuvo un rendimiento de la materia seca impresionante, que, a menudo, fue dos a tres veces superior al obtenido al hacerlo durante el encañado. Retrasar este proceso resulta lógico cuando el objetivo es maximizar el tonelaje, reducir el coste de cosecha por tonelada o acumular ensilado durante períodos de escasez de forraje. Sin embargo, esta elección conlleva una contrapartida: los cultivos cosechados durante el encañado ofrecen una calidad de forraje significativamente superior, con mayor contenido de proteína bruta, menor contenido de fibra y una digestibilidad notablemente mejorada.

A medida que los cereales de grano pequeño maduran, su fibra se vuelve más lignificada y menos disponible para los microorganismos del rumen. Los datos confirmaron esta tendencia: en la fase de grano pastoso, la digestibilidad de la fibra detergente neutro (FDN) disminuyó, el contenido de proteína se redujo y la energía digestible total decreció. Para las vacas de alta producción, estas diferencias son significativas. Un forraje de menos calidad puede limitar el consumo de energía, reducir la producción de leche y comprometer la salud metabólica. En resumen, las cosechas tardías ofrecen más cantidad, pero menos valor nutritivo por kilogramo de materia seca. La ventana ideal de cosecha depende de si se prioriza el volumen del forraje, la densidad de nutrientes o el momento de la rotación. Además, es importante considerar que cosechar el cereal en la fase de grano pastoso podría retrasar la siembra del siguiente cultivo varias semanas, lo que podría limitar el rendimiento forrajero anual total.

¿Y los costes?

Más allá del rendimiento y la calidad, la economía desempeña un papel central en la toma de decisiones sobre el forraje. Con los precios del maíz en Estados Unidos en torno a los 160€ por tonelada y la harina de soja cerca de los 265 € por tonelada, los productores están reevaluando cómo optimizar los recursos alimenticios sin comprometer el rendimiento de las vacas.

Utilizando un modelo de formulación de raciones, los investigadores de Virginia Tech simularon las dietas para vacas lactantes en diferentes escenarios de precio y disponibilidad de alimentos. Cuando el precio del maíz y de la harina de soja era bajo, el ensilado de maíz seguía siendo el forraje más económico, superando a los ensilados de cereales de grano pequeño tanto en el coste como en el balance de nutrientes. En estos escenarios, el modelo generalmente excluía por completo a este tipo de cereales.

Sin embargo, cuando los precios de los alimentos aumentaban o el ensilado de maíz escaseaba debido a condiciones climáticas adversas o limitaciones de almacenamiento, la situación cambiaba. Los ensilados de cereales de grano pequeño, especialmente los cosechados en la fase de grano pastoso, se convertían en una opción más rentable. Gracias al mayor rendimiento obtenido en esta fase, se redujo el coste por tonelada de forraje y se ayudó a cubrir las carencias de las raciones cuando el ensilado de maíz era limitado. Curiosamente, el programa no siempre mostraba preferencia por una etapa de madurez específica. La selección de ensilados cosechados en distintas fases, ya fuera durante el encañado o en cuando el grano estaba pastoso, dependía de la especie y de las formulaciones dietéticas. Sin embargo, en situaciones de escasez de reservas de forraje, el ensilado de grano pastoso, que ofrecía un mayor rendimiento, era elegido con mayor frecuencia, incluso a pesar de su densidad nutritiva ligeramente inferior.

En resumen, aunque en condiciones normales los ensilados de cereales de grano pequeño probablemente no sustituyan al ensilado de maíz, pueden desempeñar un papel económico crucial cuando los precios de los insumos aumentan significativamente o las reservas de forraje son limitadas.

Elegir el momento adecuado para cosechar los cereales de grano pequeño no solo influye en la calidad y el rendimiento, sino que también puede modificar todo el calendario de cultivos. Dependiendo del clima y las condiciones locales, esperar a que el grano alcance su estado pastoso podría retrasar la siembra del siguiente cultivo entre tres y seis semanas. En explotaciones que dependen del doble cultivo, este retraso puede disminuir la producción total de forraje del año, especialmente si el cultivo de verano no se siembra en su momento óptimo.

Desde el punto de vista nutricional, cosechar en la fase de encañado permite obtener un ensilado de mayor calidad, con un contenido superior de proteína y energía, ideal para vacas de alta producción, aunque con un rendimiento menor. Por el contrario, cosechar en la fase de grano pastoso genera un volumen significativamente mayor, lo que puede ayudar a reducir los costes de la ración cuando los precios de los alimentos son elevados o hay escasez de ensilado de maíz, aunque a costa de una menor densidad de nutrientes. En última instancia, la mejor decisión dependerá de las necesidades nutricionales del rebaño, las reservas de forraje disponibles y los objetivos generales de la rotación de cultivos.

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