Los postbióticos y la nutrición del ganado | Dellait

Álvaro García

El término «probiótico» es ampliamente conocido en la alimentación moderna del ganado. Muchos nutricionistas, veterinarios y ganaderos hacen referencia de forma habitual a los probióticos a la hora de abordar problemas relacionados con la salud intestinal, la eficiencia alimentaria, la función inmunitaria o el desarrollo de las terneras. Estos microorganismos beneficiosos se han ganado un lugar en los programas de nutrición de vacuno de leche y de carne gracias a su capacidad demostrada de estabilizar el entorno del rumen, reducir la carga de patógenos y mejorar la absorción de nutrientes, sobre todo en épocas de estrés o transición.

Sin embargo, conforme la investigación sobre la nutrición microbiana va avanzando, surgen nuevas clases de compuestos bioactivos. Uno de estos avances está relacionado con el creciente interés por los postbióticos, compuestos producidos por las bacterias, o derivados de su descomposición, que aportan beneficios para la salud del animal, aunque las bacterias ya no estén vivas. Este tipo de compuestos está adquiriendo notoriedad por su estabilidad, seguridad y potencial de funcionalidad específica para distintas fases de producción.

¿Qué son exactamente los postbióticos y en qué se diferencian de los suplementos de microorganismos vivos con los que están familiarizados la mayoría de los ganaderos? Para responder a esta pregunta, es necesario repasar los fundamentos de los probióticos y los prebióticos antes de analizar qué pueden aportar los postbióticos a la nutrición de los rumiantes.

Prebióticos: promover el crecimiento de microorganismos beneficiosos

Aunque este artículo no se centra en ello, es importante distinguir entre los prebióticos, los probióticos y postbióticos. Los prebióticos son compuestos no digeribles del alimento, como por ejemplo determinados oligosacáridos y fracciones de la fibra, que no son digeridos por las enzimas de la vaca, pero sí son fermentados por los microorganismos beneficiosos del intestino. A pesar de ser «no digeribles» para la propia vaca, los prebióticos sirven de alimento a las bacterias beneficiosas, favoreciendo su crecimiento y actividad. A medida que estos microorganismos fermentan las sustancias prebióticas, producen ácidos grasos de cadena corta (AGCC) como el butirato, el acetato y el propionato, que favorecen a la salud intestinal, reducen el pH intestinal a fin de suprimir los patógenos y contribuyen al suministro de energía. Los prebióticos ayudan a crear un entorno microbiano favorable sin necesidad de incorporar nuevos organismos.

Microorganismos vivos con fines prácticos

En primer lugar, los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se administran en las cantidades adecuadas, aportan beneficios para la salud del huésped (Hill et al., 2014). En el ganado vacuno, los probióticos se suelen utilizar para favorecer el equilibrio microbiano intestinal, mejorar la digestión de la fibra y promover la estabilidad del rumen, en particular durante los períodos de estrés, como el parto, las transiciones entre raciones o el traslado.

Entre los microorganismos probióticos más utilizados se encuentran las especies de Lactobacillus, que ayudan a inhibir las bacterias nocivas mediante la producción de ácido láctico, y el Enterococcus faecium, conocido por su papel en la modulación inmunitaria. Por su parte, las levaduras como el Saccharomyces cerevisiae se consideran útiles por su capacidad para estabilizar el pH del rumen e impulsar la descomposición de la fibra, mientras que las especies de Bacillus formadoras de esporas destacan por su resistencia y su capacidad para facilitar la digestión más allá del rumen, sobre todo en el intestino delgado. Estos microorganismos actúan a través de diversos mecanismos: colonizan zonas específicas del tracto gastrointestinal, generan compuestos beneficiosos, estimulan la respuesta inmunitaria y limitan el crecimiento de patógenos. Este creciente interés por los probióticos refleja el cambio hacia estrategias no antibióticas que mejoren la diversidad microbiana, la absorción de nutrientes y la resistencia de los animales, a menudo a través de cepas muy estudiadas como el Bacillus subtilis, el Lactobacillus plantarum y especies de Bifidobacterium (García, 2025).

La funcionalidad sin células vivas

Al contrario que los probióticos, los postbióticos no están vivos. En este grupo se incluyen células microbianas inactivadas, fragmentos estructurales y subproductos metabólicos que siguen beneficiando al animal. Según la definición de Salminen et al. (2021), los postbióticos actúan sin necesidad de sobrevivir al tracto digestivo o al rumen, lo que les confiere ciertas ventajas en cuanto a estabilidad y seguridad.

Entre los compuestos activos de los postbióticos pueden encontrarse ácidos grasos de cadena corta como el acetato, el propionato y el butirato, todos ellos elementos esenciales para la salud intestinal y el metabolismo energético, así como ácidos orgánicos, enzimas, péptidos antimicrobianos (como las bacteriocinas) y biomasa microbiana inactiva. Hasta fragmentos como los peptidoglicanos de las paredes celulares pueden tener efectos inmunoestimulantes. Con este objetivo, se pueden utilizar cepas de Lactobacillus inactivadas por calor o Bacillus, que aportan beneficios sin la variabilidad ni los problemas de almacenamiento de las bacterias vivas. Al no depender de la viabilidad, los postbióticos son más compatibles con los alimentos peletizados y con las condiciones de almacenamiento más duras, y no plantean riesgos de contaminación microbiana involuntaria, lo que los convierte en una herramienta cada vez más atractiva en la nutrición moderna de los rumiantes.

Cómo funcionan los postbióticos y por qué son cada vez más importantes en la alimentación del ganado

Los postbióticos pueden influir en varios puntos del tracto digestivo e incluso producir efectos sistémicos más allá del intestino. Las enzimas microbianas y los subproductos de la fermentación en el rumen pueden ayudar a mejorar la descomposición de la fibra y a modificar los perfiles de ácidos grasos volátiles para un uso más eficiente de la energía. En el intestino posterior, algunos metabolitos antimicrobianos y fragmentos de la pared celular bacteriana pueden modular el equilibrio microbiano y evitar que las bacterias nocivas se adhieran al revestimiento intestinal. Asimismo, algunos compuestos postbióticos, como los peptidoglicanos o los ácidos lipoteicoicos, son capaces de interactuar con receptores como los de tipo Toll en el revestimiento intestinal, que intervienen en la regulación de las respuestas inmunitarias y refuerzan la función de la barrera intestinal (Aguilar-Toalá et al., 2018).

Lo que convierte a los postbióticos en un producto muy interesante para la alimentación del ganado es su estabilidad y flexibilidad. A diferencia de los probióticos vivos, no necesitan refrigeración, no se ven afectados por las temperaturas de peletizado y pueden integrarse con seguridad en los suplementos minerales o en las raciones totales mezcladas. Además, al no estar vivos, se pueden utilizar conjuntamente con antibióticos sin que exista riesgo de competencia o alteración microbiana. Es posible adaptar las formulaciones para alcanzar objetivos de producción específicos, como mejorar la salud de las terneras durante el destete, mejorar la digestión en vacas lecheras de alta producción o fomentar la inmunidad en situaciones de estrés. Además, los postbióticos satisfacen el creciente interés de los consumidores por alimentos con aditivos sin antibióticos y funcionales, y presentan un riesgo bajo en términos de bioseguridad, ya que no contienen organismos vivos.

Los postbióticos no sustituyen a los probióticos, sino que son más bien un método complementario que aprovecha las herramientas microbianas ya utilizadas en la nutrición moderna del ganado. Los postbióticos aportan muchos de los beneficios relacionados con la actividad microbiana, como la mejora de la función intestinal, la modulación inmunitaria y el refuerzo digestivo, pero sin los riesgos ni las limitaciones de la viabilidad de las células vivas. Gracias a su estabilidad durante el procesado del alimentos, su compatibilidad con otros aditivos y sus métodos de actuación específicos, son particularmente interesantes para su uso en raciones destinadas a terneras, vacas en transición o rebaños lecheros de alta producción.

Conforme se vaya teniendo más información sobre los compuestos de origen microbiano, es probable que los postbióticos desempeñen un papel cada vez más importante en los programas sostenibles de nutrición sin antibióticos. En el caso de los ganaderos que ya están familiarizados con los beneficios de los probióticos, lo lógico es analizar lo que estos microorganismos dejan tras de sí y cómo los postbióticos pueden mejorar la salud y el rendimiento de los animales del rebaño.

© 2025 Dellait Knowledge Center. All Rights Reserved.

Suscríbete a nuestra Newsletter

Nutretain Silage Inoculants

Maximize your forage potential with Nutretain,

25 years of proven succes