Mercedes González & Nuria García
El virus de la leucemia bovina infecta de forma persistente los linfocitos de las vacas, y la infección se prolonga durante toda su vida. En el 70% de las vacas infectadas no causa enfermedad y pasa desapercibida (subclínica), pero bajo algunas condiciones, si el estado inmunológico de la vaca se ve comprometido, esta infección permanente se puede reactivar y producir una enfermedad llamada leucosis bovina enzoótica.
En muchas ocasiones, las manifestaciones clínicas de la infección por el virus de la leucemia bovina no van más allá de una reducción de la longevidad de las vacas o de una reducción de la producción de leche. En cualquier caso, se trata de un virus que produce grandes pérdidas económicas por estos motivos, especialmente porque no provoca síntomas y pasa desapercibido.
Hay una proporción de animales que sí desarrollan la enfermedad, y esta puede tener varias formas. Una de ellas es la linfocitosis persistente (el 30% de las vacas), que consiste en la elevación del recuento de linfocitos en sangre y prácticamente no hay ningún otro síntoma aparente. Algunas vacas adultas (más o menos el 0.5 al 1% de los animales infectados) de 5 a 8 años desarrollan una forma tumoral, el linfosarcoma multicéntrico, que es mortal. El linfosarcoma, además de causar mortalidad en los animales enfermos, produce pérdidas económicas adicionales por decomisos de las canales en el matadero.
En algunas regiones del mundo, entre ellas la Unión Europea o Nueva Zelanda, la enfermedad se encuentra erradicada. Sin embargo, todavía se encuentra presente en muchas granjas de Estados Unidos y se considera una enfermedad infecciosa que produce pérdidas económicas importantes y se debe considerar en los programas de control.
Transmisión y detección del virus de la leucemia bovina
El virus de la leucemia bovina se transmite entre animales mediante transferencia de sangre y secreciones que contienen células infectadas, y esto se produce de forma clásica por compartir agujas en los procedimientos de vacunación, extracciones seriadas de sangre, picaduras de artrópodos (se han descrito en Estados Unidos y Japón en épocas calurosas), y también está descrita la transmisión a través de la administración de calostro, que es rico en glóbulos blancos que contienen el virus.
La detección de la enfermedad se realiza casi exclusivamente por serología en muestras de sangre o de leche. Después infectarse, las vacas desarrollan un título detectable de anticuerpos (seroconversión) hacia las 2-8 semanas, aunque a veces pueden llegar a los 3 meses. Sin embargo, los resultados se deben interpretar con cuidado, ya que los títulos de anticuerpos pueden fluctuar a lo largo del tiempo.
Durante la lactación, las vacas sufren la influencia de factores estresantes que les producen inmunosupresión, siendo la disminución de la ingestión de materia seca y el balance energético negativo los más importantes. Esta inmunosupresión las hace más susceptibles a padecer infecciones, entre ellas por el virus de la leucemia bovina. Durante el posparto y el inicio de la lactación, la inmunosupresión puede hacer que los títulos del virus desciendan, según se ha observado en algunos estudios. Además, los recuentos de linfocitos fluctúan durante el ciclo productivo, incluyendo el secado y el parto.
Hay pocos estudios que hayan evaluado cuantitativamente cómo cambian los títulos de anticuerpos frente al virus de la leucemia bovina y los recuentos de linfocitos en las vacas a lo largo de la lactación, lo que sería muy útil para mejorar la detección, la prevención y el diagnóstico. Un estudio (Wisnieski et al., 2020) se planteó investigar cómo se modificaban ambos parámetros desde el secado y durante el periodo de transición hasta el comienzo de la lactación, y también por el número de parto. Para ello, se midieron los títulos de anticuerpos frente al virus de la leucemia bovina en el momento del secado, a las tres semanas preparto y a los 7-10 días en leche.
La prevalencia de infección por el virus de la leucemia bovina aumentó desde el secado hasta el preparto
En el secado, el porcentaje total de vacas positivas (prevalencia) fue del 38.9%, aumentando hasta el 43.6% en el preparto con una ligera disminución hasta el 43.0% a los 7-10 días en leche. Estos resultados podrían indicar que las vacas pueden tener un aumento en la susceptibilidad a las infecciones por el virus de la leucemia bovina debida al estrés por el secado. Otra posible explicación de este aumento de la prevalencia del secado al preparto podría ser un aumento normal en la concentración de anticuerpos y no una indicación de nuevas infecciones, ya que se han descrito cambios en las concentraciones de anticuerpos en el secado y en el inicio de la lactación (especialmente por transferencia al calostro).
Fue interesante evaluar la seroconversión, es decir el porcentaje de vacas que eran negativas al virus en un momento determinado, pero desarrollaban anticuerpos un tiempo después. En el intervalo entre el secado y el preparto, el 7.7% de las vacas que eran negativas pasaron a positivas. En el periodo desde el preparto hasta los 7-10 días en leche, el 3.6% de las vacas que eran negativas pasaron a positivas. Sin embargo, el resultado del primer periodo no fue estadísticamente significativo, por lo que hay que interpretarlo con prudencia.
Si se observaban los resultados por número de lactación, la prevalencia fue del 67.5% en las vacas de tercera lactación, del 41.5% en las de segunda lactación y del 25.3% en las de primera lactación. El grupo de vacas en tercera lactación tuvo mayor probabilidad de seroconvertir que el resto (el 21.4% pasó de estado negativo a positivo desde el secado al preparto comparado con las vacas de primera lactación [2.3%] y de segunda [9.1%]). Esto podría deberse a la exposición acumulativa de las vacas al virus a lo largo del tiempo. Por otra parte, las vacas de tercera lactación suelen tener mayor riesgo de coinfecciones con otros patógenos, así como un estrés metabólico incrementado por tener una mayor producción de leche.
No se observaron diferencias estadísticamente significativas en los recuentos de linfocitos en los tres periodos en los que se tomaron muestras entre las vacas positivas al virus. Se necesitaría realizar estudios más exhaustivos para monitorizar la evolución de los recuentos de linfocitos en relación con la seroprevalencia, el número de partos y el momento de la lactación, estableciendo puntos de corte más específicos.
Conclusiones
Este estudio concluyó que la prevalencia del virus de la leucemia bovina parece aumentar desde el secado hasta el preparto y que las vacas de mayor número de lactación presentaban mayor prevalencia y tenían mayor probabilidad de seroconvertir durante este periodo. Sería necesario realizar más estudios para establecer medidas y herramientas de monitorización del recuento de linfocitos acordes al número de partos para evaluar el estado de infección.
Referencia
Lauren Wisnieski, Bo Norby, J. Gandy, T. M. Byrem, L. M. Sordillo. Changes in bovine leukemia virus serological status and lymphocyte count between dry-off and early lactation in Michigan dairy cows. Journal of Dairy Science. 2020 Oct; 103(10): 9473-9480.
© 2020 Dairy Knowledge Center. All Rights Reserved.