Mejorar la función ruminal y la estabilidad metabólica en vacas lecheras en periodo de transición | Dellait

Álvaro García

El periodo de transición, que abarca desde las tres semanas previas al parto hasta las primeras semanas postparto, representa una de las etapas más exigentes a nivel metabólico para una vaca lechera. Durante este tiempo, las vacas sufren cambios significativos en su equilibrio hormonal, sistema inmunológico y necesidades nutricionales. La disminución previsible del consumo de alimento antes del parto, sumada al incremento de la demanda de energía para la producción de calostro y leche, puede generar diversos problemas de salud. Entre estos, se incluyen trastornos metabólicos como hipocalcemia, cetosis y desplazamiento del abomaso, además de alteraciones inmunitarias e inestabilidad ruminal. Es fundamental implementar estrategias nutricionales y de gestión proactivas para reducir los riesgos y promover una lactación productiva.

Trastornos periparto
  • Distocia
  • Parálisis nerviosa por compresión
  • Retención de la placenta
  • Metritis
  • Edema mamario
Trastornos metabólicos
  • Hipocalcemia
  • Ácido graso/cetosis
  • Acidosis
  • Desplazamiento del abomaso
  • Laminitis

Preparando el rumen para la dieta postparto

Para que la transición de la dieta de una vaca tenga éxito, es crucial que el rumen se adapte adecuadamente. Esto implica tanto cambios en la población microbiana como transformaciones estructurales en el revestimiento del rumen. La incorporación gradual de concentrado en la dieta de las vacas en lactación, generalmente tres semanas antes del parto o cinco semanas en el caso de las novillas en su primera lactancia, favorece el desarrollo de las papilas ruminales y facilita el establecimiento de comunidades microbianas capaces de procesar dietas con un alto contenido energético, típicas del inicio de la lactación.

Para favorecer esta transición microbiana, es importante que la composición de la dieta de preparación sea lo más similar posible a la dieta de lactación. Un cambio brusco en los ingredientes o en la densidad de nutrientes puede interrumpir la fermentación, reducir el consumo de alimento y comprometer la capacidad de adaptación de la vaca. Por ello, es esencial planificar de manera estratégica la alimentación durante el periodo de transición, garantizando el correcto funcionamiento del rumen.

La salud del rumen depende de un equilibrio preciso entre la fermentación microbiana y la motilidad física. Cualquier alteración en este equilibrio, generalmente causada por dietas ricas en carbohidratos fermentables y bajas en fibra físicamente efectiva, puede llevar a la acidosis ruminal. Esta condición comienza de manera subclínica y, si no se gestiona adecuadamente, puede llegar a convertirse en una enfermedad clínica.

La fibra efectiva tiene un papel fundamental en la estimulación de la rumia y la amortiguación del pH del rumen. Durante la rumia, la saliva, rica en bicarbonato sódico, ayuda a neutralizar la carga ácida generada por la fermentación. Cuando el tamaño de las partículas es demasiado pequeño o la proporción de almidón y azúcares supera la capacidad natural de amortiguación natural de la vaca, el ácido se acumula, lo que provoca una disminución en el pH.

La fibra físicamente efectiva (FDNfe) inadecuada, en particular la procedente de forrajes picados muy finos o microprocesados, provoca una estimulación insuficiente de la motilidad ruminal y un tránsito acelerado del alimento no digerido. La presencia de granos enteros en el estiércol puede indicar que el alimento no fue procesado correctamente o que el ensilado estaba excesivamente seco. Sin embargo, si se observa espuma o mucosidad, esto generalmente señala que la fermentación ha ocurrido en el intestino posterior o que el animal podría estar sufriendo de acidosis subclínica. Esta enfermedad también puede detectarse mediante otros síntomas, tales como:

  • Una disminución de 5-10% del consumo de alimento
  • Cojera (debida a la laminitis)
  • La inversión de la relación grasa-proteína en la leche
Principales síntomas de la acidosis subclínica
  • pH ruminal bajo (a menudo<5,8)
  • Contracciones irregulares o reducidas del rumen (hipermotilidad o atonía)
  • Disminución de la masticación y de la capacidad de masticar el bolo alimenticio
  • Fluctuaciones en el consumo diario de materia seca
Observaciones sobre el estiércol asociadas a la acidosis
  • Gran variación en la consistencia (de firme a acuosa dentro de un mismo grupo)
  • Presencia de burbujas de gas
  • Mucosidad o filamentos de fibrina
  • Partículas de fibra largas sin digerir
  • Granos visibles sin digerir

Cómo mantener un equilibrio del calcio en la sangre

Mantener una concentración adecuada de calcio en sangre es esencial para la salud de las vacas durante el periodo de transición. El calcio tiene un papel clave en la contracción del músculo liso, la transmisión nerviosa, la función inmunológica y el metabolismo energético. Incluso una disminución leve en los niveles de calcio en sangre, que a menudo pasa desapercibida sin un monitoreo adecuado, puede afectar el consumo de alimento, incrementar el riesgo de motilidad uterina reducida y retención de placenta, y contribuir al desplazamiento del abomaso o la aparición de mastitis. La hipocalcemia subclínica, que puede afectar a más de la mitad de las vacas multíparas en el momento del parto, está asociada con un bajo rendimiento reproductivo, mayor incidencia de enfermedades y disminución de la producción de leche al inicio de la lactancia.

Una de las estrategias más efectivas para mejorar la homeostasis del calcio en vacas durante el período preparto es ajustar la diferencia catión-anión en la alimentación (DCAD, por sus siglas en inglés). Este enfoque consiste en modificar el equilibrio entre los iones positivos (cationes como el potasio [K⁺] y el sodio [Na⁺]) y los iones negativos (aniones como el cloruro [Cl⁻] y el azufre [S²⁻]) en la dieta. Administrar una dieta con un balance negativo de DCAD en los últimos 21 días previos al parto induce una acidosis metabólica leve y compensada, lo que aumenta la sensibilidad a la hormona paratiroidea (PTH) y favorece una movilización más eficiente del calcio desde los huesos y una mayor absorción intestinal.

Para lograr el cambio deseado en el equilibrio ácido-base, es habitual suplementar la dieta de preparto con sales aniónicas (como el cloruro de amonio, sulfato de calcio o sulfato de magnesio). Sin embargo, es esencial asegurar que la palatabilidad se mantenga para evitar una reducción en el consumo de materia seca. El objetivo de la DCAD para las vacas en el período preparto suele estar entre –100 y –150 mEq/kg de materia seca de la dieta, aunque las formulaciones específicas deben considerar el contenido mineral del forraje y la paridad de la vaca. El monitoreo regular del pH urinario es una herramienta práctica para evaluar la acidificación de la dieta.

Resumen de la gestión de la DCAD en vacas en el período preparto

Parámetro

Rango objetivo o medida correctiva

Nivel de DCAD

–100 a –150 mEq/kg de materia seca

pH urinario (después de 24 horas con la dieta)  

5,5 a 6,5

Contenido de potasio en los forrajes

< 1.8% de la materia seca

Uso de sales aniónicas

Cloruro de amonio, sulfato de calcio, sulfato de magnesio (asegurar palatabilidad)

Frecuencia de monitoreo de la dieta

Revisión semanal del pH urinario en 5-6 vacas cercanas al momento del parto

Cómo reforzar el sistema inmunitario durante el periodo de transición

El período de transición no solo implica un desafío nutricional y metabólico, sino que también es una etapa de mayor vulnerabilidad inmunológica. Alrededor del parto, los cambios hormonales, especialmente el aumento de estrógenos y corticosteroides, suprimen de manera natural la función de células inmunitarias como los neutrófilos y los macrófagos. Esta inmunosupresión debilita las defensas de la vaca frente a los patógenos, elevando el riesgo de enfermedades periparto como mastitis, metritis y retención de placenta.

Uno de los factores menos evidentes que contribuye a la disfunción inmunológica es el estrés metabólico, especialmente en condiciones como la hipocalcemia subclínica y el balance energético negativo. Un bajo nivel de calcio en sangre no solo afecta la función muscular, sino que también altera la señalización de las células inmunitarias. Además, los niveles elevados de cortisol, derivados de los déficits de energía y calcio, agravan la respuesta de los leucocitos y la regulación de los procesos inflamatorios. Por lo tanto, las estrategias nutricionales orientadas a prevenir los trastornos metabólicos tienen un impacto directo en la competencia inmunológica.

Es fundamental asegurar un suministro adecuado de minerales traza y antioxidantes que respalden el sistema inmunológico, manteniendo así la actividad de las células inmunitarias y el equilibrio oxidativo durante este período de alto riesgo. Los niveles diarios recomendados para las vacas en el período preparto y al inicio de la lactancia incluyen:

  • Selenio: 3 mg/día (preferiblemente una mezcla de formas orgánicas e inorgánicas para mejorar la biodisponibilidad y el almacenamiento en los tejidos inmunitarios)
  • Vitamina E: 1,000 UI/día (un antioxidante crucial que protege las membranas celulares y apoya la función de los neutrófilos)
  • Cobre: 100 mg/día (participa en la función de los glóbulos blancos y en sistemas de enzimas antioxidantes como la superóxido dismutasa)
  • Zinc: 400 mg/día (esencial para la integridad de la piel y la ubre, y apoya la migración de neutrófilos y la fagocitosis)

Suplementar estos nutrientes a través de fuentes orgánicas, por ejemplo, quelatos o proteínas, puede ofrecer una mejor biodisponibilidad y una absorción más constante en los tejidos en comparación con las formas inorgánicas, especialmente bajo el estrés del período de transición.

Cómo satisfacer las necesidades energéticas y proteínicas para evitar la inmunosupresión

Además de los micronutrientes, las vacas requieren una cantidad adecuada de proteína metabolizable y energía para apoyar la producción de células inmunitarias, reparar tejidos y generar una respuesta adecuada frente a las infecciones. Las dietas para vacas en el período preparto y recién paridas deben proporcionar:

  • Al menos 1.6 kg de proteína metabolizable por día
  • Energía neta para la lactación (ENL) de aproximadamente 1.6 Mcal por medio kilo de materia seca consumida

Estos niveles ayudan a sostener la proliferación de células inmunitarias, mantener las barreras tisulares y reducir la necesidad de redistribución de nutrientes desde otros sistemas fisiológicos (por ejemplo, la glándula mamaria o el útero) durante la activación inmunológica.

Durante el período de transición, es crucial prestar atención tanto a la nutrición como a la adaptación fisiológica de las vacas lecheras. El éxito en esta fase se basa en tres estrategias clave: garantizar la funcionalidad del rumen mediante la consistencia de la dieta y la fibra efectiva; mantener un equilibrio metabólico adecuado, con especial énfasis en la homeostasis del calcio, a través de una formulación precisa de DCAD y su monitoreo; y reforzar las defensas inmunológicas mediante la provisión adecuada de micronutrientes y energía. Estos elementos están estrechamente interrelacionados: los desequilibrios en una de estas áreas pueden afectar a las demás, lo que da lugar a una serie de problemas de salud que impactan el rendimiento, la reproducción y la longevidad de las vacas. Al anticipar las necesidades cambiantes de las vacas antes, durante y después del parto, los productores pueden adoptar un enfoque preventivo, mejorando así la salud general y la productividad en el ciclo de lactancia.

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