Álvaro García
Las micotoxinas son compuestos naturales tóxicos producidos por ciertos mohos (hongos) que pueden desarrollarse en cultivos como el maíz bajo determinadas condiciones ambientales. Estos compuestos representan un riesgo significativo para la salud humana y animal, incluso en concentraciones bajas. En la producción animal, la presencia de micotoxinas en los alimentos puede afectar la salud y la productividad, causando una reducción en el consumo de alimento, daños en los órganos e inmunosupresión. En la ganadería, las micotoxinas pueden provocar diversos problemas de salud, entre ellos:
- Reducción del consumo de alimento y de la ganancia de peso: a menudo, las micotoxinas pueden hacer que los alimentos sean menos apetecibles, lo que reduce el consumo y afecta el crecimiento, especialmente en aves de corral, cerdos y rumiantes jóvenes.
- Inmunosupresión: la zearalenona y la ocratoxina pueden debilitar el sistema inmunológico, aumentando la susceptibilidad a infecciones, lo que eleva los costos veterinarios y afecta el rendimiento del rebaño.
- Problemas reproductivos: la zearalenona, debido a sus propiedades estrogénicas, es especialmente perjudicial para los animales reproductores, en particular los cerdos. Puede alterar los ciclos estrales, reducir la fertilidad y afectar el desarrollo fetal.
- Daño en los órganos: la ocratoxina, conocida por sus efectos nefrotóxicos, puede causar daño renal y, con el tiempo, afectar el hígado, comprometiendo la salud y longevidad del ganado.
- Enfermedades neurológicas y respiratorias: la contaminación por fumonisinas puede provocar enfermedades graves, como leucoencefalomalacia equina en caballos o edemas pulmonares en cerdos, ambas potencialmente mortales.
Ante estos riesgos, es fundamental llevar a cabo un control y una regulación continua de la presencia de micotoxinas en el maíz. Este grano es un ingrediente clave en la alimentación animal, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, lo que lo hace especialmente vulnerable a la contaminación por micotoxinas, especialmente cuando las condiciones de almacenamiento no son óptimas o durante temporadas de cosecha húmedas. En los siguientes apartados se exponen los resultados de los análisis realizados por el Consejo de Granos de EE. UU. (U.S. Grains Council) sobre las concentraciones de fumonisina, zearalenona y ocratoxina en el maíz estadounidense entre 2020 y 2023, y su comparación con las recomendaciones de seguridad establecidas por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).
Descripción de la muestra
Este informe analiza las concentraciones de tres micotoxinas de gran importancia: fumonisina (ppm), zearalenona (ppb) y ocratoxina (ppb), en muestras de maíz estadounidense recolectadas durante un período de cuatro años (2020-2023). Los datos, proporcionados por el Consejo de Granos de EE. UU., ofrecen una visión general de los niveles y las tendencias de contaminación, información clave para garantizar la seguridad de los alimentos dentro de la cadena de suministro del maíz estadounidense. En total, se analizaron 1.253 muestras distribuidas de la siguiente manera: 2020 (180 muestras), 2021 (362 muestras), 2022 (349 muestras) y 2023 (362 muestras). Estas muestras fueron recolectadas en diversas regiones de EE. UU., y los análisis de micotoxinas se realizaron utilizando métodos estándar de la industria para garantizar la precisión y fiabilidad de los resultados.
Los niveles de micotoxinas y las recomendaciones de la FDA
La fumonisina, una micotoxina producida por el moho Fusarium, es una de las más preocupantes cuando hablamos del maíz. Sin embargo, a lo largo de los cuatro años analizados, los niveles medios de fumonisina fueron insignificantes, oscilando entre 0,5 y 1,5 ppm. Estos valores están muy por debajo del límite recomendado por la FDA para el maíz destinado al consumo humano (2-4 ppm). En cuanto a la alimentación animal, la FDA establece distintos límites según la especie: en el caso del maíz para cerdos, no debe superar las 5 ppm, mientras que, para rumiantes, como el ganado de carne y leche, el límite es de 30 ppm. El hecho de que los niveles detectados en el maíz estadounidense se mantuvieran sistemáticamente bajos a lo largo del periodo de estudio indica que fue seguro tanto para el consumo humano como para la alimentación animal.
La zearalenona, una micotoxina que puede afectar el sistema reproductivo del ganado, especialmente el porcino, presentó niveles medios de entre 25 y 60 ppb durante el período de cuatro años. Aunque la FDA no ha establecido límites reglamentarios específicos para la zearalenona en EE. UU., generalmente se considera que es segura con unos niveles inferiores a 100 ppb. Los datos analizados indican que la contaminación por zearalenona en el maíz estadounidense se mantuvo dentro de este rango de seguridad en todo el período estudiado, con 2023 siendo el año en que se registraron los niveles más bajos.
La ocratoxina es una potente nefrotoxina que puede causar daños graves en los riñones. Durante los cuatro años analizados, los niveles medios de ocratoxina en el maíz estadounidense se mantuvieron por debajo de 10 ppb, con muchas muestras registrando valores aún más bajos. Si bien la FDA no ha establecido directrices específicas para la presencia de ocratoxina en el maíz, la Unión Europea fija un límite máximo de 5 ppb para el consumo humano y de 50 ppb para la alimentación animal. Los niveles extremadamente bajos de ocratoxina detectados en las muestras de maíz de EE. UU. sugieren que esta micotoxina representó un riesgo mínimo para la salud humana y animal durante el período de estudio.
Análisis de correlación
Mediante un análisis de correlación, se evaluaron las posibles relaciones entre la presencia de estas micotoxinas y diversos parámetros clave de la calidad del grano, como el contenido de proteína, almidón y aceite, el peso hectolítrico, y la proporción de maíz quebrado y material extraño (BCFM). Curiosamente, no se encontraron correlaciones significativas entre las micotoxinas y estas características del grano, lo que sugiere que la contaminación está más influenciada por factores ambientales que por la composición nutricional o la estructura física del maíz.
El análisis realizado a lo largo de cuatro años sobre los niveles de micotoxinas en el maíz estadounidense demostró que la contaminación por fumonisina, zearalenona y ocratoxina se mantuvo constantemente baja, cumpliendo con las directrices de seguridad internacionales y los estándares establecidos por la FDA. Estos resultados, proporcionados por el Consejo de Granos de EE. UU., confirman que el maíz estadounidense fue un alimento seguro y de alta calidad durante el período 2020-2023. No obstante, aunque los hallazgos son alentadores, sigue siendo fundamental llevar a cabo un monitoreo continuo para garantizar la seguridad de los alimentos, especialmente ante posibles cambios en las condiciones climáticas y de almacenamiento.
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