Álvaro García
En la ganadería moderna, los gases de efecto invernadero (GEI) y la pérdida de nutrientes suele plantearse como un problema puramente medioambiental. Las emisiones de metano procedentes de los eructos de los rumiantes y la volatilización del amoníaco excretado por la orina se consideran amenazas para la estabilidad climática y los ecosistemas locales. Si bien estos riesgos medioambientales son reales, ocultan una realidad igual de importante: tanto el metano como el amoníaco también suponen una pérdida de nutrientes y dinero.
El concepto emergente de economía medioambiental o environomics busca asignar un valor económico preciso a estas pérdidas de nutrientes involuntarias. Al convertir las emisiones en pérdidas de energía y de proteína del alimento, los productores y asesores pueden comprender mejor cómo la ineficiencia medioambiental perjudica a la rentabilidad de las explotaciones ganaderas. Este artículo analiza dos vías principales de pérdida de nutrientes, el metano expulsado en los eructos y el amoníaco excretado por la orina, y las analiza desde una perspectiva económica relevante para los sistemas de producción ganadera.
El metano procedente de los eructos: perdida de energía
El metano se produce durante la fermentación ruminal, cuando las arqueas consumen el hidrógeno generado por la digestión microbiana del alimento. Aunque este proceso ayuda a mantener el equilibrio redox en el rumen, el metano contiene energía que se expulsa a la atmósfera en lugar de ser aprovechada por la vaca.
¿Cuánta energía se pierde?
Numerosos estudios han demostrado que entre el 2 % y el 12 % de la ingesta de energía bruta (IEB) de los rumiantes se pierde en forma de metano. En una vaca lechera de alta producción que consume 25 kg de materia seca con un valor energético de 6,8 MJ ENL/kg, esto equivale aproximadamente a:
- Ingesta de energía bruta: ~170 MJ/día
- Pérdida de metano (6 % de IEB de media): ~10 MJ/día
- Energía equivalente de leche perdida: ~3 litros de leche
Es decir, la energía que se adquiere y se suministra, pero que nunca se monetiza.
Valoración económica
Con los precios actuales de la leche en Estados Unidos (entre 0,13 y 0,17 euros por litro), la pérdida de metano supone entre 0,39 y 0,52 euros por vaca al día. En una explotación lechera de 1.000 vacas, esto se traduce en una pérdida anual de entre 139.000 y 191.000 euros. En cuanto al ganado vacuno de carne, el coste se manifiesta en tasas de crecimiento más lentas y un mayor número de días consumiendo alimento.
Mitigación y beneficios económico-ambientales
Las diferentes estrategias de nutrición para reducir el metano, como mejorar la digestibilidad de los forrajes, la suplementación con grasa o el uso de aditivos como el 3-nitrooxipropanol (3-NOP; BOVAER), pueden mejorar la eficiencia de conversión del alimento. Desde la perspectiva de la economía medioambiental, la mitigación deja de verse como la obligación de reducir las emisiones y pasa a considerarse como una manera de recuperar la producción de leche o de carne que, de normal, se perdería por las ineficiencias. Cada gramo de metano que no se expulsa supone más energía disponible para la producción de un producto comerciable. Mientras que el metano refleja una pérdida de energía dietética, el amoníaco revela una ineficiencia paralela en la utilización de proteína. Juntos destacan por ser las dos mayores vías de pérdida de nutrientes en los sistemas de producción de rumiantes.
El amoníaco excretado: la pérdida de proteína
A diferencia del metano, que supone la pérdida de energía, el amoníaco es un subproducto derivado del uso ineficiente del nitrógeno. La proteína de la dieta que no se deposita en la leche o los músculos se excreta, normalmente en forma de urea en la orina. Cuando esta urea se hidroliza, el amoníaco se volatiliza en el medio ambiente.
En los sistemas de producción lechera, normalmente sólo entre el 25 y el 35 % del nitrógeno de la dieta se secreta en la leche, el resto se excreta y una gran parte se volatiliza en forma de amoníaco. Tomemos como ejemplo una vaca lechera que consume 25 kg de materia seca al día con un 16 % de proteína bruta:
- Consumo de proteína: 4,0 kg/día
- Consumo de nitrógeno: 640 g/día
- Nitrógeno secretado en la leche (eficiencia del 30 %): ~190 g/día
- Nitrógeno perdido: ~450 g/día.
El nitrógeno perdido corresponde aproximadamente a 2,8 kg de proteína perdida por vaca al día.
Con un precio de la harina de soja en Estados Unidos de alrededor de 500 euros por tonelada (0,50 euros por kilo), esto equivale a una pérdida de 1,30/1,70 euros por vaca al día en proteína no monetizada. Para más de 1.000 vacas, el coste supera el medio millón de euros al año.
Ejemplo simulado: impacto económico de las estrategias de mitigación
Gracias a que las pérdidas de metano y amoníaco están bien cuantificadas, es posible ilustrar el ahorro económico potencial derivado de la mitigación mediante una simulación sencilla. En la siguiente tabla se estima el ahorro económico diario y anual para un rebaño lechero de 1.000 vacas que implementa determinadas estrategias de mitigación.
Simulación de la estimación del ahorro por estrategias de mitigación de pérdidas de nutrientes en vacas lecheras (precios EE.UU) |
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Estrategia de mitigación |
Reducción estimada |
Ahorro diario por vaca |
Ahorro anual (1.000 vacas) |
Aditivo 3-NOP en la dieta (reducción de metano) |
30 % menos emisiones de metano |
0,13 €/día (energía de leche recuperada) |
47.000 €/año |
Precisión en el equilibrio de proteínas (PDR vs. PNDR) |
10 % menos pérdida de nitrógeno |
0,17 €/día (ahorro en proteína) |
64.000 €/año |
Alimentación por fases + aminoácidos sintéticos |
15 % menos pérdida de nitrógeno |
0,26 €/día (ahorro en proteína) |
96.000 €/año |
Nota: estos valores son estimaciones orientativas basadas en los costes habituales de alimentación y las reducciones típicas de emisiones. Los resultados reales dependerán del tamaño del rebaño, la composición de la dieta y los precios de mercado. |
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La mitigación y el enfoque económico medioambiental: convertir la pérdida de nutrientes en beneficios económicos y medioambientales
Las estrategias como el equilibrio proteico de precisión (optimizar la proporción entre proteína degradable en el rumen [PDR] y la proteína no degradable en el rumen [PNDR]), la alimentación por fases y la inclusión de aminoácidos sintéticos, son formas prácticas de mejorar la eficiencia del nitrógeno. Estas intervenciones nutricionales permiten que la dieta suministrada a la vaca se adecue mejor a su demanda metabólica, reduciendo la excreción excesiva de nitrógeno y mejorando la utilización general del alimento.
Desde el enfoque de la economía medioambiental, reducir la pérdida de amoníaco no se limita a cumplir objetivos regulatorios o medioambientales, si no que supone un aprovechamiento directo del valor de los suplementos proteicos tan caros que, de otro modo, se perderían por volatilización o excreción. Cada gramo de nitrógeno depositado en la leche o en los músculos, que no se pierde como residuo, representa tanto una reducción de la carga medioambiental como un beneficio económico tangible.
Al mismo tiempo, el metano y el amoníaco reflejan dos dimensiones interconectadas de la ineficiencia, como son la energía y la proteína que se pagan, pero nunca se convierten en un producto que se pueda vender. Mientras que el metano representa la pérdida de energía, el amoníaco es una pérdida potencial de nitrógeno en la dieta. Estas pérdidas tienen un coste oculto: no solo generan emisiones al medioambiente, sino que también conllevan pérdidas económicas para la explotación.
Por lo tanto, el enfoque económico medioambiental subraya la importancia de integrar estrategias de mitigación que aborden simultáneamente la productividad, la rentabilidad y la sostenibilidad. Al considerar la pérdida de nutrientes como un flujo de ingresos no generado, en lugar de un subproducto inevitable, los productores pueden considerar la mitigación, no como un coste obligatorio, sino como una oportunidad para recuperar un beneficio no obtenido, al tiempo que contribuyen al cuidado medioambiental.
Pérdida de nutrientes en vacas lecheras y el potencial de mitigación (precios EE. UU) |
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Pérdida de nutrientes |
Origen biológico |
Porcentaje habitual |
Impacto económico |
Potencial de mitigación |
Metano (CH₄) |
Fermentación ruminal (depósito de hidrógeno) |
2-12 % de la energía bruta |
1-3 L de leche perdidos por vaca al día |
Hasta un 30 % de reducción (aditivos, mejora de forrajes); ~0,13-0,17 €/día de ahorro económico |
Amoníaco (NH₃) |
Proteína no aprovechada en leche o carne, excretada como urea |
60-70 % del nitrógeno dietético |
1,30-1,70 €/día en proteína perdida por vaca al día |
10-20 % de reducción (alimentación proteica de precisión, aminoácidos); ~0,17-0,26 €/día de ahorro económico |
Nota: los valores de mitigación son aproximados y dependen de la composición de la dieta, el manejo del rebaño y el uso de tecnologías. |
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Al cuantificar ambas pérdidas en términos económicos, la economía medioambiental se convierte en un lenguaje común para nutricionistas, productores y responsables políticos. En lugar de enfocar las reducciones de emisiones como objetivos climáticos abstractos, se pueden redefinir como iniciativas para recuperar los beneficios económicos.
Puntos clave
- La eficiencia alimentaria es eficiencia medioambiental. Las vacas que procesan el alimento de manera más eficiente producen menos metano y amoníaco por unidad de leche o carne.
- Con la alimentación de precisión se ahorra dos veces. Ajustar el equilibrio proteico y energético no solo reduce las emisiones, sino que también disminuye los costes de insumos.
- La inversión en mitigación ahorra dinero. Tecnologías como el 3-NOP o los inhibidores de ureasa pueden parecer caras, pero cuando se calcula en función de los nutrientes perdidos, el retorno de la inversión resulta evidente.
- La comparación con estándares de referencia es clave. Los productores deberían medir o simular sus propias pérdidas por emisiones para identificar dónde se esconden las oportunidades económicas medioambientales.
Conclusión
El metano y el amoníaco van más allá de ser contaminantes; son un reflejo de ineficiencia y de las pérdidas económicas en la nutrición. Desde la perspectiva de la economía medioambiental, mejorar la sostenibilidad deja de ser un gasto obligatorio y pasa a generar beneficios económicos. Una vaca que produce menos metano y excreta menos amoníaco no solo beneficia al planeta, sino también a la economía de la explotación.
La economía medioambiental conecta nutrición, medioambiente y economía. Proporciona un marco en el que sostenibilidad y rentabilidad se alinean, recordándonos que cada unidad de nutriente que se conserva representa tanto un beneficio medioambiental como una ventaja económica para la explotación.
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