Cómo hacer frente al sobrepeso en las vacas lecheras en período de lactancia | Dellait

Álvaro García

Cuando las vacas con sobrepeso comienzan su periodo de lactancia, surgen problemas considerables de producción, como la disminución de la producción de leche, problemas de fertilidad y trastornos metabólicos. Para abordarlos y dar prioridad a la salud y la longevidad del rebaño, es fundamental adoptar estrategias de gestión proactivas. Es imprescindible conocer las causas que originan la obesidad, como los factores genéticos y las prácticas alimentarias. Para optimizar la salud y la productividad de las vacas lecheras es necesario adoptar enfoques holísticos que tengan como base una nutrición equilibrada, el fomento del ejercicio físico y la cría selectiva.

Desafíos reproductivos

La obesidad en vacas lecheras presenta importantes retos reproductivos, ya que afecta a los ciclos estrales, a las tasas de fertilidad y al rendimiento reproductivo en general. Hay varios factores que contribuyen a estos problemas, dejando claro que entre la salud metabólica y la función reproductiva de las vacas obesas existe una relación compleja.

  • Inicio retardado del celo: la excesiva acumulación de tejido adiposo en las vacas obesas altera la regulación hormonal y la función ovárica, provocando ciclos de celo irregulares e intervalos prolongados entre celos. Este retraso complica la cría, reduce las tasas de éxito de la inseminación y disminuye la fertilidad general del rebaño.
  • Disminución de la fertilidad: la obesidad está ligada a la reducción de las tasas de fertilidad, que se caracteriza por la disminución de las tasas de concepción y la prolongación del parto. El deterioro de la función metabólica y el desequilibrio hormonal comprometen la capacidad reproductiva, lo que conduce a tasas de preñez más bajas y a una mayor pérdida de la preñez en comparación con las vacas delgadas.
  • Mayor riesgo de sufrir trastornos metabólicos: las vacas con obesidad tienen un mayor riesgo de sufrir trastornos metabólicos como la cetosis, lo que agrava los problemas reproductivos. El exceso de adiposidad altera el metabolismo energético y la señalización hormonal, dando lugar a enfermedades como la cetosis subclínica. Estos desórdenes metabólicos ponen en riesgo el rendimiento reproductivo y aumentan el peligro de que surjan complicaciones posparto, lo que repercute en la salud y la productividad del rebaño.

Para hacer frente a estos desafíos es necesario adoptar un planteamiento diverso que incluya una gestión de la dieta, estrategias de cría y protocolos de salud del rebaño. Mediante intervenciones dirigidas a mitigar los efectos negativos de la obesidad sobre la función reproductiva, los ganaderos pueden optimizar los resultados de la fertilidad, mejorar la eficiencia reproductiva y promover la salud reproductiva a largo plazo y la sostenibilidad de sus rebaños.

Riesgos para la salud

Para las vacas lecheras, la obesidad conlleva importantes riesgos para su salud, ya que compromete su bienestar general y las predispone a padecer diversas enfermedades y afecciones. El peso excesivo no solo deteriora la función metabólica, sino que también supone un estrés añadido para el sistema musculoesquelético y la respuesta inmunitaria del animal, lo que aumenta la probabilidad de que se produzcan complicaciones en su salud.

  • Aumento de la probabilidad de sufrir cojeras: en el caso de las vacas lecheras, la obesidad aumenta el riesgo de cojeras, causando daños estructurales e inflamación por el exceso de presión sobre las articulaciones y las pezuñas. Las afecciones más frecuentes son las úlceras en la planta de la pezuña y la dermatitis digital, que afectan a la movilidad, el confort y el bienestar del animal. La cojera reduce la producción de leche y el rendimiento reproductivo, lo que demuestra que es necesario abordar la obesidad a tiempo para prevenir la cojera en los rebaños lecheros.
  • Mayor incidencia de mastitis: este problema también aumenta la susceptibilidad a la mastitis, comprometiendo la función inmunitaria y la salud de la ubre. La disminución de la movilidad y la falta de higiene asociadas a la obesidad agravan aún más los riesgos para sufrir esta enfermedad. La mastitis reduce la calidad de la leche y la producción, y supone una carga económica para el ganadero. Por ello, las estrategias de prevención y gestión de la mastitis son cruciales para la rentabilidad y la sostenibilidad de las granjas lecheras.
  • Otras enfermedades: la obesidad aumenta considerablemente el riesgo de padecer diversas enfermedades y afecciones, ya que altera el equilibrio metabólico y predispone a las vacas a padecer enfermedades como el hígado graso, la cetosis y el desplazamiento del abomaso. También son frecuentes las enfermedades respiratorias, como la neumonía, sobre todo en los sistemas de estabulación mal ventilados. Asimismo, también son habituales los trastornos reproductivos como los ovarios quísticos, la retención de membranas fetales y la distocia, lo que evidencia los diversos riesgos sanitarios en los rebaños lecheros derivados de la obesidad.

Estrategias de gestión

Para hacer frente de forma eficaz a este problema hay que adoptar un enfoque múltiple que abarque la nutrición, el ejercicio y un monitoreo constante de las puntuaciones de la condición corporal. La implementación de estrategias de gestión proactivas puede ayudar a mitigar todos los riesgos asociados a la obesidad y promover una salud y productividad óptimas en los rebaños lecheros.

  • Una alimentación equilibrada: para controlar la obesidad es esencial que las dietas sean equilibradas y estén adaptadas a cada caso. A fin de evitar un aumento excesivo de peso, es fundamental elaborar raciones que satisfagan las necesidades nutricionales individuales de cada vaca en función del periodo de lactación en el que se encuentre, la condición corporal y la producción de leche. Si se incluyen forrajes digeribles ricos en fibra y se garantiza un acceso constante al agua fresca, se favorece la salud digestiva y se reduce el riesgo de un consumo excesivo y los trastornos metabólicos asociados.
  • Ejercicio y movilidad: que las vacas hagan ejercicio con regularidad es crucial para controlar la obesidad, especialmente en las granjas de confinamiento. El hecho de proporcionar un espacio para que se puedan mover, zonas de descanso cómodas y la posibilidad de pastar al aire libre, fomenta los comportamientos naturales y previene los problemas de movilidad. Las rutinas de ejercicio, como las salidas diarias o el acceso a instalaciones para ejercitar al animal, fomentan el desarrollo muscular, mejoran la circulación y favorecen la forma física general de los rebaños lecheros.
  • Monitorización de la puntuación de la condición corporal: es fundamental hacer un seguimiento periódico de las puntuaciones de la condición corporal (CC) para controlar la obesidad. Mediante el uso de métodos estandarizados de evaluación de la CC y de mediciones objetivas, como la del grosor de la grasa dorsal, se puede obtener información muy útil sobre el estado nutricional de cada vaca. Si se establecen rangos objetivos de CC según el periodo de lactación y se ajustan las prácticas de alimentación en consecuencia, se puede evitar que las vacas ganen peso en exceso y se puede preservar su salud. Al integrar tecnologías como los sistemas de cámaras 3D para la monitorización automatizada de la CC, mejora la precisión y la eficacia, lo que permite intervenir a tiempo cuando se detecta cualquier desviación.

Los ganaderos de vacuno de leche pueden hacer frente de forma eficaz a los problemas asociados a la obesidad en las vacas lecheras adoptando un enfoque holístico de la gestión que dé prioridad a una nutrición equilibrada, a ejercicio regular y a una monitorización proactiva. La implementación de estrategias basadas en la evidencia y adaptadas a las necesidades específicas de cada rebaño puede ayudar a optimizar la salud de las vacas, aumentar su bienestar y mejorar de forma sostenible la productividad de las granjas lecheras.

Un caso real muy interesante: vaca 1108

La vaca número 1108, una Holstein adulta en su cuarta lactación, es un buen ejemplo de una vaca con potencial para tener una larga vida productiva. A pesar de comenzar el periodo de lactancia con un CC de 4,2, superior al óptimo, su producción de leche fue impresionante y reanudó rápidamente su actividad reproductora. Aunque después del parto perdió algo de condición, recuperó una CC de 4,6 a los 27 días de en leche y nunca bajó de 4,2 a partir de entonces. En la actualidad, se mantiene en 4,4, lo que demuestra que la puntuación de la condición corporal (CC) de las vacas lecheras en periodo de lactancia es dinámica y refleja las adaptaciones metabólicas a las distintas demandas energéticas a lo largo de todo el ciclo de lactación.

Su extraordinaria capacidad para producir leche sin movilizar mucha grasa corporal probablemente la haya protegido de problemas metabólicos como la cetosis subclínica/clínica. Su pico de producción fue de 54 litros de leche (este rebaño tiene vacas con picos de más de 77 litros) a los 24 días en leche y superó los niveles de producción previstos según sus lactancias anteriores. Aunque no movilice mucha grasa corporal para la producción de leche, la vaca transforma eficientemente el alimento, lo que demuestra que posee un metabolismo energético equilibrado y que realiza un uso óptimo de los nutrientes. Es probable que no establezca ningún récord en su rebaño, aunque, si sigue así, va camino de tener otro periodo de lactancia muy productivo.

Por otra parte, la vaca se reincorporó rápidamente a la actividad reproductora con la aparición del celo y fue inseminada a los 54 días en leche, lo que demuestra que su eficiencia reproductiva es excelente. Este comportamiento se ajusta a los periodos reproductivos ideales y refleja un equilibrio hormonal y unas condiciones metabólicas favorables tras el parto. Además, la capacidad reproductiva de la vaca 1108 se ve reforzada por su anterior gestación, que fue diagnosticada 250 días antes del parto de la actual lactación. Este hecho demuestra la extraordinaria fertilidad de la vaca y su capacidad para concebir en un periodo relativamente corto tras su anterior parto. Este tipo de preñez tan oportuna apunta a que la salud reproductiva y la regulación hormonal son sólidas y eficaces, lo que favorece el éxito reproductivo general del rebaño. Veinte días después de su inseminación, la vaca apareció en la lista de alertas a causa de un descenso repentino de la producción de leche. Mientras que antes producía 43 litros, había bajado a 23 litros. Sin embargo, teniendo en cuenta el momento, es decir, 20 días después de la última inseminación, es muy probable que no lograra quedarse preñada y que ahora estuviera de nuevo en celo.

Conclusiones

Durante la lactación, la obesidad de las vacas lecheras presenta múltiples trastornos metabólicos, reproductivos y sanitarios. El sobrepeso corporal no sólo compromete la producción de leche y la eficiencia reproductiva, sino que también puede provocar que las vacas sufran trastornos metabólicos y complicaciones de salud. Para hacer frente a estos problemas es necesario poner en práctica un enfoque global que integre la gestión de la nutrición, el ejercicio físico y una monitorización constante de las puntuaciones de la condición corporal. Si los ganaderos adoptan estrategias de gestión proactiva adaptadas a las necesidades específicas de cada vaca, podrán mitigar los posibles riesgos asociados a la obesidad y optimizar la salud, el bienestar y la productividad de sus rebaños. En el caso de la vaca 1108, se muestran los beneficios potenciales de una gestión proactiva y un control continuo. Aunque al principio su condición corporal era preocupante, esta vaca ha demostrado una extraordinaria adaptabilidad metabólica, eficiencia reproductiva y un gran potencial de productividad a lo largo de toda su vida.

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