Industria láctea: la proteína importada frente a los aminoácidos protegidos contra el rumen | Dellait

Álvaro García

La nutrición proteica es uno de los mayores gastos recurrentes en la producción de leche, solo superado por el de la energía. En aquellas regiones donde escasean los forrajes de gran calidad y es necesario importar concentrados ricos en proteínas, el problema se intensifica: los nutricionistas deben equilibrar las necesidades de las vacas con la volatilidad de los mercados internacionales, los costes de transporte y las cuestiones relacionadas con la sostenibilidad. Los concentrados proteicos importados, como la harina de soja, la harina de colza y los granos secos de destilería con solubles (DDGS), se emplean habitualmente para suministrar proteínas metabolizables (PM) y aminoácidos esenciales, pero su precio refleja no solo el valor de la materia prima, sino también la logística, los aranceles y las fluctuaciones de divisas.

Las prácticas tradicionales de formulación suelen aportar un exceso de proteína bruta (PB) para cubrir los requerimientos de aminoácidos. Aunque este enfoque resulta eficaz para mantener la producción de leche, es económicamente ineficiente y caro desde el punto de vista medioambiental: el exceso de nitrógeno en la dieta se excreta en el estiércol y la orina, lo que aumenta las pérdidas de nutrientes y las emisiones de gases de efecto invernadero. En las explotaciones lecheras que dependen de alimentos importados, estas ineficiencias elevan directamente los costes y reducen la competitividad.

Los avances en nutrición de aminoácidos han permitido una alimentación más precisa. La suplementación con aminoácidos protegidos contra el rumen (RP-AA), en particular la metionina y la lisina, permite formular dietas con un contenido más bajo de proteína bruta (PB) sin dejar de satisfacer las necesidades de aminoácidos. Esto mejora la eficiencia en el uso del nitrógeno, reduce su excreción y puede disminuir los costes de los alimentos. No obstante, los productos RP-AA tienen un precio elevado, por lo que su inclusión debe evaluarse considerando tanto el coste como el aporte nutricional de los concentrados importados. Así pues: ¿en qué circunstancias es más rentable suministrar aminoácidos directamente a través de los RP-AA y cuándo es más adecuado recurrir a los concentrados proteicos a granel?

Abordar este desafío requiere ir más allá del coste por tonelada de alimento y adoptar un enfoque basado en el coste por unidad de nutrientes aprovechables, principalmente proteína metabolizable (PM) digerible y aminoácidos limitantes. Esta forma de calcular el coste permite a las explotaciones lecheras asignar de forma más eficiente los recursos destinados a la alimentación, mejorando la eficacia de las raciones y reduciendo simultáneamente la huella de nitrógeno de la producción de leche.

Concentrados proteicos importados

Entre las fuentes proteicas más comercializadas para las raciones lácteas se encuentran la harina de soja, la harina de colza, los DDGS y la harina de girasol. Estos ingredientes difieren en la concentración de proteína bruta (PB), la proteína no degradable en el rumen (PNDR), el perfil de aminoácidos y su rentabilidad. Cuando se evalúan únicamente por el precio por tonelada, pueden resultar interesantes; sin embargo, para obtener una comparación más precisa, es necesario tener en cuenta el coste por kilogramo de PB o, lo que es más importante, el coste por kilogramo de PNDR y aminoácidos esenciales.

La harina de soja, con un 48 % de proteína bruta (PB), sigue siendo el referente internacional, gracias a su alto contenido de lisina y a un coste competitivo por unidad de PB. Sin embargo, su elevada degradabilidad en el rumen encarece la proteína no degradable en el rumen (PNDR). La harina de colza (37 % de PB) presenta un perfil de aminoácidos favorable, pero una vez ajustado por la proteína de bypass suele resultar más cara que la harina de soja. Los DDGS, con aproximadamente un 55 % de PB en forma de PNDR, rinden mejor en términos de proteína bypass, aunque su menor contenido de lisina y su variabilidad limitan su papel como fuente principal de aminoácidos. La harina de girasol es la más económica por tonelada, pero su baja densidad de aminoácidos (y menor aporte energético) eleva su coste por unidad de proteína aprovechable.

La tabla 1 resume estas diferencias, mostrando que el concentrado más barato por tonelada no es necesariamente la fuente más económica de proteína digestible. Esto pone de relieve por qué las comparaciones de costes deben basarse en el rendimiento nutricional y no solo en la composición bruta, así como por qué los nutricionistas en regiones con déficit de forraje recurren cada vez más a los RP-AA como estrategia complementaria.

Tabla 1. Composición y aspectos económicos de los concentrados proteicos importados comunes (precios EE. UU.)
Materia prima
Proteína bruta (%)
PNDR (% de PB)
Lisina (% de PB)
Metionina (% de PB)
Precio típico de importación (€/tonelada)
Precio por kg de PB (€)
Precio por kg de PNDR (€)
Harina de soja (48 % PB)
48
44
6,3
1,4
500
1,07
2,44
Harina de colza
37
38
6,0
1,9
390
1,05
2,75
DDGS
30
55
2,8
1,5
300
1,01
1,82
Harina de girasol
32
35
2,5
1,2
260
0,81
2,30

La decisión económica de elegir entre los concentrados proteicos importados y la suplementación con RP-AA depende de estos costes relativos. Cuando los concentrados importados son caros o presentan una densidad limitada de aminoácidos, la metionina-RP y la lisina-RP suelen ofrecer una solución más rentable para alcanzar el equilibrio de aminoácidos sin sobrealimentar a los animales con proteína bruta.

En su conjunto, las comparaciones de la tabla 1 muestran que los concentrados proteicos importados varían mucho en cuanto a su rendimiento nutricional y rentabilidad. Hasta las fuentes más adecuadas, como la harina de soja, siguen siendo ineficaces en cuanto al aporte de aminoácidos limitantes si se evalúan en función del coste por gramo. Esto nos lleva a la tabla 2, que compara los concentrados convencionales con los RP-AA. Los resultados muestran que, aunque los productos RP-AA son más caros por kg, suministran aminoácidos de forma mucho más eficiente, normalmente a un coste más bajo por gramo de lisina o metionina digerible. Este contraste económico explica por qué la suplementación de precisión con RP-AA se considera cada vez más como un complemento práctico de los concentrados proteicos importados en las raciones lácteas.

Comparación de la rentabilidad económica de los concentrados proteicos importados frente a los RP-AA

La tabla 2 compara la eficiencia económica de suministrar aminoácidos mediante concentrados proteicos convencionales frente a los RP-AA. Aunque la harina de soja, la harina de colza y los DDGS son productos importados muy comunes, su aporte de aminoácidos limitantes es bajo. Por ejemplo, la harina de soja aporta aproximadamente 25 g de lisina por kg de producto, mientras que la harina de colza suministra solo unos 6 g de metionina por kg. Cuando estos valores se expresan en términos de coste por gramo, los concentrados convencionales resultan ser fuentes menos eficientes de estos aminoácidos limitantes que los RP-AA.

Por el contrario, la lisina-RP y la metionina-RP, aunque son productos caros por kilogramo, aportan cientos de gramos del aminoácido necesario por kilogramo. Una vez ajustada su digestibilidad, su coste por gramo de nutriente efectivo suele ser inferior al de los concentrados proteicos importados. 

Los RP-AA pueden ser una forma más económica de cubrir las necesidades específicas de aminoácidos, sobre todo en regiones donde los concentrados proteicos son caros o de calidad variable (Oriente Medio). En la práctica, esto implica que los RP-AA no sustituyen a los concentrados proteicos, que siguen siendo necesarios para el suministro global de proteína metabolizable, sino que actúan como herramientas de precisión que permiten reducir los niveles de proteína bruta sin comprometer el rendimiento. De este modo, mejoran tanto la eficiencia económica de las raciones como la eficiencia del nitrógeno en la producción de leche.

Tabla 2. Comparativa económica entre los aminoácidos protegidos frente a los concentrados proteicos importados (precios EE. UU.)
Materia prima / Aminoácido
Forma habitual de inclusión
Nutriente aportado
Digestibilidad (%)
Precio (€/kg de producto)
Nutriente efectivo aportado (g/kg)
Precio por g de nutriente efectivo (€)
Harina de soja
Concentrado (48 % PB)
Lisina (~6,3% de PB)
~85
0,52
25
0,021
Harina de colza
Concentrado (37% PB)
Metionina (~1,9 % de PB)
~80
0,39
6
0,064
DDGS
Subproducto (30% PB)
Lisina (~2,8 % de PB)
~70
0,30
6
0,050
Lisina-RP
Gránulos recubiertos
Lisina
60
5,16
600
0,0086
Metionina-RP
Gránulos recubiertos
Metionina
75
6,88
750
0,0095

Aspectos económicos de los suplementos proteicos

La elección entre concentrados proteicos importados y aminoácidos protegidos contra el rumen (RP-AA) no es únicamente nutricional, sino también fundamentalmente económica. Las explotaciones lecheras deben evaluar no solo el coste directo de los alimentos, sino también su contribución a los ingresos lácteos, la eficiencia del nitrógeno y la sostenibilidad. Hay tres factores a tener en cuenta:

  • Coste de los nutrientes aprovechables, no solo de la proteína bruta: el precio por tonelada puede inducir a error. Un concentrado proteico que parece barato puede aportar muchos menos gramos de lisina o metionina digeribles que una alternativa más cara. Como muestran las tablas 1 y 2, los RP-AA suelen aportar estos nutrientes a un coste por gramo efectivo inferior al de los concentrados convencionales.
  • Respuesta productiva e ingresos sobre el coste de alimentación (IOFC): el valor económico de los suplementos de aminoácidos depende de la respuesta productiva. Si la lisina-RP o la metionina-RP aumentan la producción de proteína láctea o los porcentajes de los componentes, el beneficio adicional de la leche debe ponderarse frente al coste de los suplementos. En muchos casos, el aumento de la producción de proteína láctea compensa con creces el coste de los RP-AA, en especial cuando el precio de la leche se fija en función del contenido en sólidos.
  • Gestión de riesgos y seguridad del suministro: los concentrados proteicos importados están sujetos a fluctuaciones globales de precios, interrupciones comerciales y variaciones en la calidad. Aunque son más caros, los RP-AA proporcionan una fuente constante y predecible de aminoácidos limitantes. Su uso estratégico puede reducir la dependencia de mercados de materias primas volátiles y mejorar la consistencia de las raciones.

Pautas para tomar decisiones

  • Cuando los precios de las proteínas importadas son bajos: los concentrados a granel constituyen la fuente más rentable de proteína metabolizable. El uso de RP-AA puede considerarse apropiado si no se cumplen los requisitos específicos de aminoácidos.
  • Cuando los precios de las proteínas aumentan o la calidad disminuye: los RP-AA ganan terreno, ya que su precio por gramo de nutriente digerible puede ser inferior al de los concentrados convencionales.
  • Cuando el precio de la leche se determina en función del rendimiento proteico: la suplementación de precisión con RP-AA tiene un mayor impacto económico, ya que las mejoras en el contenido de proteína incrementan directamente los ingresos.
  • En los sistemas que velan por la sostenibilidad: los RP-AA permiten reducir el contenido de proteína bruta en la dieta, mejorando la eficiencia del nitrógeno y disminuyendo la huella medioambiental de las explotaciones lecheras, un factor cada vez más importante en los mercados mundiales.

Más allá de la lisina y la metionina

Aunque la metionina y la lisina se consideran los principales aminoácidos limitantes en la mayoría de las raciones lácteas, el papel de los aminoácidos de cadena ramificada (leucina, isoleucina y valina) está cobrando cada vez más importancia, sobre todo en los sistemas a base de forraje. En las regiones donde la alimentación depende en gran medida del forraje a causa del elevado precio de los concentrados importados, los aminoácidos de cadena ramificada son cada vez más importantes tanto para el metabolismo microbiano como para el del huésped.

Los aminoácidos de cadena ramificada (BCAA) desempeñan varias funciones importantes. Actúan como sustratos para la síntesis de proteínas microbianas en el rumen, proceso que puede verse limitado cuando las dietas contienen abundante fibra, pero escasos carbohidratos fermentables. Además, proporcionan precursores directos para la síntesis de proteína láctea, y la leucina participa en las vías de señalización que regulan la acumulación de proteína en la glándula mamaria. Los BCAA también se utilizan como sustratos energéticos alternativos, contribuyendo a mantener la producción de leche cuando el aporte de glucosa es limitado.

Desde un punto de vista económico, es comparable a la de la metionina y la lisina. Los concentrados proteicos convencionales aportan BCAA únicamente en cantidades diluidas, mientras que la suplementación dirigida, ya sea mediante formas protegidas frente a la degradación ruminal o mediante la elección de concentrados proteicos más ricos en BCAA, puede ser una forma más eficiente para cubrir las carencias nutricionales. En los sistemas con alto contenido de forraje, donde el rendimiento de proteína microbiana puede no satisfacer completamente las necesidades de aminoácidos de las vacas, garantizar un suministro adecuado de BCAA podría mejorar tanto la eficiencia en el uso del nitrógeno como la producción de componentes lácteos.

Tabla 3. Contenido de aminoácidos de cadena ramificada (BCAA) y aspectos económicos de las fuentes proteicas (precios EE. UU.)
Materia prima
Proteína bruta (%)
Leucina (% de PB)
Isoleucina (% de PB)
Valina (% de PB)
Precio típico de importación (€/tonelada)
Precio por g de BCAA (€)
Harina de soja (48 % PB)
48
7,7
4,7
5,2
515
0,019
Harina de colza
37
6,6
4,3
4,8
385
0,018
DDGS
30
12,0
4,0
5,0
300
0,015
Harina de girasol
32
6,5
3,5
4,0
255
0,017
Leucina-RP
N/A
100
0
0
8.600
0,0086
Isoleucina-RP
N/A
0
100
0
10.300
0,010
Valina-RP
N/A
0
0
100
10.300
0,010
 

La tabla 3 compara el contenido de aminoácidos de cadena ramificada (BCAA: leucina, isoleucina y valina) de los concentrados proteicos importados más comunes con el de los suplementos de BCAA protegidos frente a la degradación ruminal. Los concentrados convencionales, como la harina de soja y la harina de colza, aportan cantidades moderadas de BCAA, mientras que los DDGS destacan por su contenido de leucina particularmente alto (alrededor del 12 % de la proteína bruta). La harina de girasol aporta unas concentraciones más bajas de los tres BCAA, lo que es coherente con su menor densidad nutricional.

Cuando estos datos se expresan en términos de coste, el patrón refleja lo observado con la metionina y la lisina: los concentrados proteicos aportan BCAA en cantidades diluidas, lo que los convierte en una fuente más cara de nutrientes efectivos en comparación con los compuestos específicos protegidos contra la degradación ruminal. Por ejemplo, aunque la harina de soja puede parecer asequible por tonelada, el coste por gramo del BCAA aportado es el doble que el de la leucina protegida contra la degradación ruminal. En el caso de la isoleucina y la valina se da una correlación similar.

Todo esto demuestra la importancia de los BCAA protegidos contra el rumen como suplementos de precisión, sobre todo en dietas con mucho forraje, donde la síntesis de proteína microbiana puede no satisfacer completamente los requerimientos de aminoácidos de las vacas. Al aportar BCAA concentrados y digestibles, estos suplementos pueden mejorar la eficiencia en el uso del nitrógeno, favorecer la actividad microbiana y potenciar la síntesis de proteína láctea en situaciones en las que los concentrados convencionales por sí solos resultan insuficientes.

En conjunto, las tablas de la 1 a la 3 ilustran la progresión de cómo se debe evaluar la suplementación proteica. La tabla 1 muestra que los concentrados proteicos importados presentan una amplia variabilidad en rendimiento nutricional, y su aparente bajo coste por tonelada suele enmascarar un coste mayor por unidad de proteína metabolizable. La tabla 2 demuestra que la metionina y la lisina protegidas contra el rumen, aunque son más caras por kg de producto, pueden aportar los aminoácidos limitantes a un coste efectivo inferior al de los concentrados convencionales. La tabla 3 amplía este concepto para incluir los BCAA, destacando su importancia en los sistemas basados principalmente en forraje, donde la síntesis de proteínas microbianas puede verse limitada. Analizadas en conjunto, estas comparaciones transmiten un mensaje fundamental: la economía de la alimentación proteica debe evaluarse no por métricas de proteína bruta, sino por el coste por unidad de aminoácidos digestibles y limitantes. De esta manera, las explotaciones lecheras pueden mejorar la eficiencia en el uso del nitrógeno, reducir los costes de las raciones y mantener la productividad en entornos donde la proteína importada resulta tanto esencial como costosa.

Conclusión

La suplementación proteica en la nutrición lechera es una cuestión tanto económica como nutricional. Evaluar el alimento por su precio por gramo de aminoácidos digestibles, en lugar de solo por su proteína bruta, demuestra que los concentrados proteicos importados, la metionina y la lisina protegidas contra el rumen e incluso los aminoácidos de cadena ramificada tienen funciones complementarias. El uso estratégico de estos recursos permite a las explotaciones lecheras reducir los costes de las proteínas, mejorar la eficiencia del nitrógeno y mantener la producción de leche en sistemas que dependen en gran medida de los alimentos importados.

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