La nocicepción y el dolor de las vacas: el impacto de la cojera en la producción de leche | Dellait

Álvaro García

Para mantener una producción de leche y un bienestar óptimos, la comodidad y la salud de las vacas son fundamentales. Uno de los aspectos más importantes es la locomoción, que puede verse gravemente afectada por la cojera. Se entiende por cojera la marcha o postura anormal de un animal, a menudo causada por dolor o molestias en las extremidades o en las pezuñas. En el caso de las vacas lecheras, suele deberse a lesiones, infecciones o heridas en las pezuñas. La cojera puede afectar de forma significativa a la capacidad de una vaca para moverse y comportarse con normalidad, lo que provoca una reducción del consumo de alimento, una disminución de la producción de leche y un empeoramiento del bienestar general. En las vacas lecheras, la cojera no es sólo un problema de bienestar, sino que también tiene implicaciones económicas significativas derivadas de su impacto sobre la producción de leche, la reproducción y la productividad en general. A la hora de entender cómo afecta a las vacas el dolor causado por la cojera, el concepto de nocicepción, que hace referencia a la forma en que los nervios detectan y responden a los estímulos dolorosos, es crucial.

Causas de la cojera en las vacas lecheras

Al margen de los golpes repentinos como consecuencia de resbalones y caídas, entre las causas más comunes de cojera en las vacas se encuentran las relacionadas con las pezuñas, como lesiones, la dermatitis digital, úlceras en la suela y la enfermedad de la línea blanca. Estos problemas suelen ser el resultado de una combinación de factores como una mala higiene de las pezuñas, condiciones de alojamiento inadecuadas o una mala alimentación.

  1. Lesiones en las pezuñas: es la causa más frecuente de cojera, y puede deberse a diversos factores, como traumatismos, un recorte deficiente de las pezuñas e infecciones.
  2. Dermatitis digital: a menudo conocida como «verrugas plantares», esta enfermedad infecciosa está causada por bacterias y es frecuente en rebaños con poca higiene.
  3. Úlceras en la suela: son llagas abiertas en la suela del casco, a menudo causadas por una presión excesiva o una lesión.
  4. Enfermedad de la línea blanca: se produce cuando las bacterias invaden la unión entre la pared del casco y la suela, provocando la separación y la infección.

Aunque la incidencia de la cojera en las vacas lecheras puede variar mucho, suele ser elevada. Algunos estudios sugieren que la prevalencia de la cojera en los rebaños lecheros puede oscilar entre el 20% y más del 50% en algunas zonas, lo que demuestra que se trata de un problema importante y común que afecta a las vacas de todo el mundo. La exposición constante a la humedad debilita la estructura de la pezuña, lo que aumenta el riesgo de grietas, fisuras e infecciones como la dermatitis digital y la podredumbre podal. Para reducir estos riesgos, los ganaderos deben adoptar estrategias de gestión como mejorar la ventilación de los establos, garantizar que los lechos estén secos y sean absorbentes, adoptar prácticas de higiene estrictas, limpiar las pezuñas con regularidad y realizar pediluvios con desinfectantes adecuados. Además, una nutrición equilibrada, que incluya minerales y vitaminas esenciales, puede reforzar la integridad y resistencia de las pezuñas, reduciendo así la incidencia de cojeras en condiciones húmedas.

Nocicepción y cojera

Para comprender el dolor que experimentan las vacas como consecuencia de la cojera es esencial conocer el concepto de nocicepción. La nocicepción consiste en detectar estímulos dañinos mediante receptores sensoriales especializados, que transmiten señales al cerebro y dan lugar a la percepción del dolor. En las vacas, el umbral de nocicepción puede disminuir, sobre todo en casos de dolor crónico o inflamación, como el causado por la cojera. Cuando una vaca experimenta estímulos dolorosos prolongados o repetidos, sus nociceptores (receptores del dolor) pueden sensibilizarse. Esto provoca que se reduzca el umbral de la nocicepción, lo que significa que incluso los estímulos menos intensos pueden desencadenar respuestas dolorosas. Este fenómeno, conocido como «hiperalgesia», se produce cuando el sistema nervioso se vuelve más sensible a las señales de dolor. Las enfermedades crónicas, como la cojera, suelen provocar inflamación y daño tisular, lo que perpetúa un ciclo de dolor y sensibilización. Como consecuencia, las vacas con cojera u otros problemas de dolor crónico suelen mostrar respuestas exageradas al dolor ante estímulos que normalmente no causarían un malestar significativo. Al comprender cómo se reduce el umbral de nocicepción en las vacas, queda patente la importancia de la detección precoz y la gestión del dolor y la cojera, con el fin de prevenir los estados de dolor crónico y mejorar el bienestar animal. Para mitigar los efectos adversos del dolor crónico y mantener la salud general y la productividad de las vacas lecheras, es esencial utilizar estrategias eficaces de tratamiento del dolor y realizar un seguimiento periódico de la salud.

¿Qué significa esto para la gestión lechera?

Para gestionar eficazmente el ganado lechero, es fundamental comprender la nocicepción y sus efectos sobre el comportamiento y la productividad de las vacas. Una detección y gestión precoces de la cojera pueden mitigar el dolor y mejorar el bienestar general. Un seguimiento regular de las puntuaciones de locomoción y la implementación de las oportunas medidas de intervención, como el recorte de pezuñas, las yacijas adecuadas, los pediluvios y las estrategias de gestión del dolor, pueden ayudar a mejorar la locomoción y a mantener unos niveles altos de producción de leche.

Gracias a tecnologías avanzadas como las imágenes en 3D, es posible detectar precozmente las cojeras y evaluarlas con precisión, lo cual tiene un valor incalculable. Esta tecnología permite realizar un análisis detallado de la estructura de las pezuñas y las anomalías en la marcha, lo que permite a los ganaderos identificar los problemas antes de que se agraven. Además, es un método no invasivo y preciso para supervisar los cambios en la locomoción de una vaca a lo largo del tiempo, lo que permite realizar las intervenciones necesarias en el momento oportuno.

Para minimizar tanto el dolor nociceptivo como su impacto en las vacas lecheras, es esencial hacer frente a las causas que originan la cojera y garantizar una nutrición y unas condiciones de alojamiento adecuadas. Al dar prioridad a la comodidad y la salud de las vacas, y aprovechar las ventajas de técnicas como las imágenes en 3D, los ganaderos pueden mejorar tanto el bienestar animal como la productividad de la explotación.

Caso práctico: vaca 535

A continuación, se analiza el caso de la vaca 535 y se expone la relación entre las puntuaciones de locomoción, el dolor y la producción de leche. La vaca 535, en su segunda lactación, ha superado con creces las expectativas de producción de leche, produciendo regularmente 9 litros más de los previstos. Sin embargo, a pesar de su alta productividad, empezó el periodo de lactación con una puntuación de locomoción inferior a la ideal, medio punto por debajo del valor óptimo. A lo largo de la lactación, la puntuación de locomoción de la vaca 535 fluctuó, reflejando su continua lucha contra la cojera. El dolor provocado por la cojera provoca cambios en el comportamiento, como la alteración de la marcha y la limitación de los movimientos, que se reflejan en la puntuación de locomoción. En este caso, la fluctuación de su puntuación de locomoción reflejó periodos de dolor de distinta intensidad. Cuando su dolor era más intenso, tal y como se ve reflejado en su puntuación de locomoción más baja, su producción de leche se resentía significativamente. Es probable que este descenso de la productividad se deba a que sus recursos energéticos y fisiológicos se desviaron de la producción de leche para combatir el dolor y la inflamación.

En torno a los 140 días en leche, su puntuación de locomoción estaba -1,0 punto (escala de 1 a 5) por debajo de la normalidad, lo que indicaba una leve cojera. A medida que avanzaba hasta los 240 días en leche, su puntuación de locomoción alcanzó su punto más bajo con -1,34, lo que significa que el dolor y la incomodidad aumentaron. Este periodo en el que la cojera aumentó, coincidió con un brusco descenso de la producción de leche, lo que, a pesar de coincidir con su avanzado periodo de lactación, también evidenció el impacto del dolor. Es interesante señalar que, durante las tres semanas siguientes, mientras la producción de leche seguía disminuyendo drásticamente, su puntuación de locomoción mejoró transitoriamente, volviendo a niveles casi normales, lo que estabilizó temporalmente la producción. Sin embargo, a medida que se acercaba el periodo de secado, su puntuación de locomoción volvió a caer 1 punto, señal de que el dolor y el malestar habían reaparecido.

Si una vaca tiene problemas de cojera, como la 535, puede ser conveniente prolongar el periodo de secado, ya que le proporcionará más tiempo para descansar y cuidar de sus pezuñas. Sin embargo, esta decisión debe tomarse teniendo en cuenta factores como la gravedad de la cojera y el estado general de salud, y es fundamental consultarlo con un veterinario. Aunque un mayor descanso puede facilitar la recuperación, es esencial abordar la causa concreta de la cojera mediante tratamientos específicos cuando sea necesario.

Las oscilaciones en la puntuación de la locomoción reflejan los distintos grados de dolor experimentados por la vaca, que a menudo se correlacionan directamente con su productividad. Para tratar la cojera, mejorar el bienestar de las vacas y optimizar la producción de leche, es fundamental comprender y controlar la nocicepción. Mediante un seguimiento minucioso y una gestión proactiva, los ganaderos pueden lograr que las vacas estén más sanas y sean más productivas.

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