Álvaro García
El sistema inmunitario de las vacas lecheras desempeña un papel crucial en la prevención de enfermedades, entre las que destaca la mastitis, una de las enfermedades más extendidas y con un mayor impacto económico. La productividad y la salud general de una vaca dependen en gran medida de que tenga un sistema inmunitario fuerte, lo que incluye barreras naturales, inmunidad innata e inmunidad adquirida. Las barreras naturales, como la piel y el revestimiento mucoso, impiden la entrada de patógenos; la inmunidad innata, en la que intervienen células como los neutrófilos y los macrófagos, proporciona una protección inmediata; y, por su parte, la inmunidad adquirida coordina la producción de anticuerpos y células especializadas diseñadas para hacer frente a amenazas específicas. El pico de producción de leche de las vacas se produce aproximadamente tres meses después del parto, pero este periodo conlleva un alto riesgo de padecer problemas de salud, especialmente mastitis, que afecta gravemente a la producción. Cuando aparece la mastitis, la producción de leche se ve considerablemente afectada y a menudo es necesario sacrificar a un mayor número de vacas. Además, si durante el periodo seco aparecen infecciones en la glándula mamaria, también aumentan las probabilidades de que se desarrolle mastitis durante la siguiente lactación. Las vacas son más propensas a la mastitis durante los tres meses después del parto debido a una combinación de factores, como la reducción de la inmunidad, el aumento de nutrientes que favorecen el crecimiento bacteriano y el estrés del parto.
La mastitis: inmunidad, tratamiento y el potencial de los probióticos
La mastitis es una enfermedad inflamatoria de las glándulas mamarias, originada principalmente por infecciones bacterianas, y que presenta tanto síntomas clínicos (visibles) como subclínicos (invisibles). Bacterias patógenas comunes como el Staphylococcus aureus, el Streptococcus agalactiae y la Escherichia coli son las causantes de la mastitis, la cual se puede ver agravada por factores como la falta de higiene en el momento del ordeño, las condiciones ambientales y un sistema inmunológico comprometido. Para evitar la mastitis es fundamental disponer de un sistema inmunitario fuerte, ya que las células inmunitarias se encargan de desplazarse a los focos de infección para combatir contra los agentes patógenos. Sin embargo, el estrés, la mala alimentación y los problemas de salud pueden debilitar el sistema inmunitario y aumentar la vulnerabilidad frente a la mastitis.
Esta enfermedad tiene un gran impacto negativo en la vida del ganado: disminuye la producción de leche, altera su composición y perjudica el bienestar de los animales. Mientras que la mastitis clínica presenta síntomas visibles, la forma subclínica, aunque oculta, afecta tanto la calidad de la leche como la salud de la ubre, poniendo en peligro la productividad. El tratamiento holístico de la mastitis incluye protocolos de higiene, buenas prácticas de ordeño, controles sanitarios y vacunaciones. Es fundamental que el entorno esté limpio, que las prácticas de ordeño sean las correctas, que los tratamientos se administren a tiempo y que se implementen estrategias adecuadas, como el sacrificio en casos extremos. Se puede reforzar la inmunidad a través de una nutrición equilibrada, la mitigación del estrés y un descanso adecuado, lo que reduce significativamente la incidencia de mastitis.
Existen varios microorganismos, entre ellos las especies de Bacillus, que tienen el potencial de actuar como probióticos para tratar la mastitis bovina. Se han realizado ensayos en ratones en los que se han observado efectos protectores de determinados probióticos frente a los patógenos causantes de la mastitis, lo que podría mejorar la inmunidad innata y reducir los síntomas de esta enfermedad en las vacas. Se ha comprobado que administrar Bacillus subtilis (BS) a las vacas lecheras reduce la incidencia de mastitis, los días de medicación, la leche desechada, los niveles de CSS en la leche, y disminuye las proporciones de células inmunitarias en sangre, el cortisol y las sustancias reactivas al ácido tiobarbitúrico (TBARS). Las TBARS se utilizan para medir el estrés oxidativo o la peroxidación lipídica de una muestra. Unos niveles elevados indican la presencia y la cantidad de sustancias reactivas al ácido tiobarbitúrico, que a menudo se emplean como marcadores de la descomposición de lípidos o grasas en el organismo como consecuencia del daño oxidativo. Por lo tanto, unos niveles elevados de TBARS podrían indicar un aumento del estrés oxidativo y de posibles daños en los lípidos o los ácidos grasos de las células o los tejidos.
Sin embargo, las investigaciones sobre los efectos que pueden tener los probióticos administrados por vía oral en la mastitis bovina siguen siendo limitadas. No obstante, hay pruebas que sugieren la existencia de mecanismos como la migración bacteriana entero-mamaria y la modificación del sistema inmunitario común de la mucosa . Algunos estudios señalan el posible desplazamiento de microorganismos intestinales, entre ellos los probióticos, a la glándula mamaria, lo que sugiere que estos podrían contribuir a mejorar la inmunidad de la glándula mamaria. De continuar investigando la relación entre los probióticos y las células inmunitarias bovinas, se podrían esclarecer los mecanismos de acción de los probióticos y ayudar a seleccionar alimentos enriquecidos con estos microorganismos que aumenten la resistencia a la mastitis bovina.
Avances en el tratamiento de la mastitis con probióticos de Bacillus
Algunas cepas de Bacillus subtilis (BS) son capaces de formar esporas muy resistentes, las cuales pueden sobrevivir en condiciones adversas. Recientemente se descubrió que administrar BS a las vacas lecheras puede disminuir considerablemente la incidencia de mastitis, sobre todo en vacas con antecedentes de esta enfermedad. Al parecer, este probiótico tiene múltiples efectos que pueden influir en el sistema inmunitario de la vaca, reducir los niveles de estrés, favorecer el equilibrio metabólico e incluso mejorar la respuesta de las células inmunitarias a las inflamaciones. Aunque aún se están investigando los mecanismos exactos mediante los que actúa para reducir el riesgo de mastitis, su capacidad para crear un entorno intestinal más equilibrado y regular potencialmente la salud general de la vaca parece ser un factor clave. En comparación con los antibióticos, esta bacteria tiene un potencial prometedor en la prevención de la mastitis en vacas lecheras, ya que ofrece una solución más sostenible y eficaz a largo plazo.
En un estudio realizado recientemente (Urakawa et al., 2022), se analizó si el BS podía detener la mastitis en vacas con antecedentes de esta enfermedad. Los investigadores se centraron en el periodo seco y en los tres meses posteriores al parto, comenzando a administrar el probiótico un mes antes del nacimiento de la cría. En comparación con la lactancia anterior y con las vacas que no tomaron el probiótico, el grupo que consumió el suplemento mostró un menor número de casos de mastitis. Además, el grupo que había recibido probióticos mantenía sistemáticamente un bajo recuento de células somáticas en la leche. Está demostrado que las bacterias lácticas son muy buenas para combatir enfermedades inflamatorias como la mastitis, pero este estudio fue el primero en demostrar la eficacia de la BS para reducir la mastitis en vacas que ya habían padecido la enfermedad.
Las principales conclusiones de esta investigación
Según este estudio, en el grupo de control los niveles plasmáticos de nitrógeno ureico en la sangre (BUN) y colesterol aumentaron después del parto y se estabilizaron rápidamente, mientras que en el grupo que había consumido probióticos la recuperación fue más lenta pero constante. Esta ralentización sugiere que las vacas que se alimentaban con probióticos se recuperaban mejor del desequilibrio energético tras el parto. Además, se observó que las vacas a las que se les suministraban probióticos presentaban menos hormonas del estrés (cortisol) y menos signos de estrés oxidativo (sustancias reactivas del ácido tiobarbitúrico) en sangre en comparación con las demás. Este aspecto es muy importante porque las vacas estresadas durante el parto pueden tener dificultades para producir leche. Este probiótico parece ayudar a estas vacas de alto rendimiento a sobrellevar mejor todos los cambios que se producen en su organismo.
En este estudio también se analizó a fondo el sistema inmunitario de las vacas. Descubrieron que el grupo que se alimentó con probióticos tenía un nivel de células T y B ligeramente inferior al de los demás. En concreto, presentaban más linfocitos T CD4+, pero menos linfocitos T y B de otros tipos. Lo interesante es que estos, que usualmente se observan en las fechas cercanas al parto, están relacionados con la mastitis, pero las vacas que habían consumido probióticos presentaban un patrón diferente. También tenían más cantidad de un tipo concreto de células inmunitarias denominadas células dendríticas, conocidas por contribuir a la respuesta inmunitaria. Estas células probablemente influyan en la respuesta de la glándula mamaria ante la inflamación.
Por último, se analizó la reacción de un tipo de glóbulos blancos llamados granulocitos ante un marcador concreto de la inflamación que se produce por la mastitis. En las vacas que se alimentaron con probióticos parecía haber menos granulocitos desplazándose hacia los focos de inflamación, lo que sugiere una menor inflamación crónica.
Así que, en resumen, este estudio demostró que una alimentación con probióticos de BS puede prevenir la mastitis en vacas que ya la han padecido, aunque todavía queda mucho por descubrir sobre su funcionamiento exacto. Esta información podría ayudar a prevenir la mastitis en las vacas lecheras, lo que supondría un gran avance para la industria láctea, especialmente en el caso de las vacas con antecedentes de esta enfermedad.
En conclusión, la mastitis es un gran problema al que se enfrentan las granjas lecheras, ya que afecta a la producción de leche y a la salud de las vacas, y para combatirla, lo más importante es fortalecer la inmunidad. El Bacillus subtilis, un probiótico con mucho potencial para tratar esta enfermedad, puede reducir los casos de mamitis, sobre todo en vacas con antecedentes. Las últimas investigaciones han revelado que tiene la capacidad de influir en la recuperación metabólica, reducir los indicadores de estrés y alterar las respuestas inmunitarias. Si se comprenden sus mecanismos, se podría mejorar el tratamiento de la mastitis, lo que supondría una importante ventaja para el sector lácteo.
© 2025 Dellait Knowledge Center. All Rights Reserved.