¿Puede perjudicar al rebaño el recorte de pezuñas? | Dellait

Álvaro García

Hace poco participé en un debate en LinkedIn que abordaba un tema controvertido en el sector ganadero. Por un lado, un experto podólogo; por otro, un compañero de profesión que se preguntaba si su labor podría estar perjudicando más que beneficiando a las vacas. Ambos exponían argumentos sólidos. La crítica era clara; al corregir profesionalmente cualquier problema relacionado con las pezuñas, los podólogos bovinos podrían estar perpetuando defectos genéticos subyacentes en vacas. Estos animales, que no son sacrificados prematuramente, pueden transferir a su descendencia sus deficiencias de conformación, lo que provoca que el problema persista en lugar de desaparecer.

Es innegable que el recorte de pezuñas es fundamental para el bienestar de los animales y que, si el suelo del recinto es abrasivo, las condiciones de drenaje son deficientes o las condiciones higiénicas son precarias, el recorte puede marcar la diferencia entre el dolor crónico y una vida productiva. Sin embargo, si la cojera no está causada por el manejo o el alojamiento, el enfoque pasa de tratar el problema a prevenirlo, y la prevención comienza mucho antes de que la ternera dé su primer paso. Garantizar mediante selección genética un ángulo y forma adecuados de las pezuñas, así como la correcta conformación de las extremidades, es clave para lograr rebaños con pezuñas sanas de por vida. Sin esta selección, el recorte se convierte en una solución temporal recurrente y un manejo deficiente solo acelera el deterioro.

El recorte de las pezuñas es indispensable, ya que corrige los desequilibrios, previene lesiones y sirve para tratar afecciones dolorosas como úlceras en la suela, la enfermedad de la línea blanca y un crecimiento excesivo. Un recorte regular favorece el bienestar de las vacas, el consumo de alimento, la fertilidad y la producción de leche. En muchos rebaños de alto rendimiento, especialmente en sistemas de confinamiento, este procedimiento es la base de la atención preventiva. No obstante, su éxito puede dar lugar a que ciertos defectos genéticos pasen desapercibidos.

Cuando una buena gestión oculta los problemas genéticos

Hay vacas que, a pesar de tener una estructura genética débil en las pezuñas o las patas, siguen moviéndose y siendo productivas gracias a un recorte constante. Si no se interviene, estas vacas podrían desarrollar una cojera crónica, abandonar el rebaño antes de tiempo y ser naturalmente excluidas del ciclo reproductivo. Sin embargo, cuando ciertos cuidados les permiten permanecer en el rebaño, continúan reproduciéndose y transmiten inadvertidamente sus deficiencias estructurales a la siguiente generación.

En estos casos, el recorte deja de ser solo una herramienta para el bienestar y se convierte en una especie de coraza que oculta las debilidades hereditarias frente a la presión selectiva. Con el tiempo, puede aumentar el porcentaje de animales que requieren una intervención continua, lo que incrementa tanto la demanda de mano de obra como los costes a largo plazo.

Mantener animales con problemas estructurales en la cadena de producción conlleva el riesgo de agravar dificultades que luego resultan muy costosas de solucionar.

Los rasgos genéticos que determinan las características de las pezuñas

Los estudios demuestran que los rasgos relacionados con las pezuñas son relativamente hereditarios, es decir, que es posible mejorarlos en pocas generaciones mediante un proceso de selección específico. Entre los principales rasgos se incluyen el ángulo de la pezuña, la profundidad del talón, la disposición de las pezuñas, la estructura de las patas traseras y el grosor de la almohadilla digital.

Van der Waaij et al. (2005) señalaron que la heredabilidad oscilaba entre 0,02 y 0,13 para las alteraciones más comunes de las pezuñas en las vacas Holstein finlandesas, y entre 0,10 y 0,19 para los rasgos de conformación de las patas y las pezuñas. Por su parte, Toussaint Raven (1985) halló una heredabilidad aún mayor (por encima de 0,30) para el ángulo de la pezuña y la profundidad del talón, lo que indica que existe un gran potencial de mejora genética.

Las últimas investigaciones genómicas han identificado marcadores específicos asociados con la salud de las pezuñas, entre los que se incluyen las variantes en el número de copias (CNV), es decir, segmentos de ADN duplicados o eliminados que modifican el número de copias genéticas y la producción de proteínas. Cuando estas CNV afectan a genes relacionados con la estructura de la pezuña, la integridad de la piel o la función inmunitaria, pueden aumentar la susceptibilidad a padecer afecciones como la dermatitis digital o las úlceras en la suela. Del mismo modo, Gruber et al. (2020) descubrieron que razas como la Fleckvieh austriaca y la Braunvieh presentan polimorfismos únicos de un solo nucleótido (SNP), es decir, cambios de una sola letra en el ADN, asociados a trastornos de las pezuñas. Estos marcadores específicos de cada raza subrayan la importancia de diseñar estrategias de selección adaptadas al perfil genético de cada una de ellas, en lugar de aplicar un enfoque único para todas.

Encontrar el equilibrio: el manejo y la genética

La solución no consiste en dejar de recortar las pezuñas, sino combinarlo con unas decisiones de cría bien fundamentadas. Para ello, es necesario llevar un registro de la salud podal de cada animal, relacionar los problemas recurrentes con el linaje e incorporar los rasgos podales en la selección de sementales y hembras reproductoras. Los programas de cría deben dar importancia a la conformación y la movilidad, además de a los rasgos productivos, para garantizar que las vacas con problemas crónicos no se queden en el acervo genético solo por su buen rendimiento en la sala de ordeño.

Una selección centrada en la longevidad y la solidez estructural beneficia tanto al bienestar de las vacas como a la economía. Los animales que se desplazan correctamente, se reproducen de manera eficiente y duran varias lactancias, suelen generar menores costes veterinarios y una mayor productividad a lo largo de su vida.

Una mala genética de las pezuñas no solo compromete el bienestar, sino que también reduce la rentabilidad. La cojera es uno de los tres problemas de salud que más gastos generan en los rebaños lecheros, con un coste estimado por caso de entre 150 y 470 euros, dependiendo de la gravedad y la fase de producción.

Cuando la deficiencia estructural es hereditaria, las pérdidas se repiten año tras año. Las vacas con cojera pueden perder entre 200 y 500 kg de leche por lactación, tardan entre 20 y 40 días más en concebir y, a menudo, son sacrificadas prematuramente, lo que supone un coste de reemplazo de entre 1200 y 2000 euros por cabeza. Además, el recorte continuo de pezuñas, la medicación y el manejo requieren mano de obra que podría destinarse a otras tareas.

Las cámaras de locomoción 3D deben detectar tendencias, no solo vacas con cojera

En las explotaciones lecheras, la cojera suele desarrollarse semanas antes de que aparezcan síntomas evidentes. Actualmente, los sistemas de locomoción basados en cámaras 3D pueden monitorizar la marcha en tiempo real, aunque la mayoría están configurados para detectar sólo a las vacas que alcanzan una calificación Sprecher de 3 o superior, es decir, vacas «cojas o no cojas». Para entonces, la lesión ya está establecida, el dolor es significativo, se requiere de la intervención de un podólogo bovino y la recuperación es más costosa.

El verdadero mérito reside en detectar cambios sutiles y progresivos antes de que se conviertan en problemas graves. Combinadas con la interpretación mediante IA de la curvatura de la columna (como en el sistema Dellait Livestock 3D), las cámaras 3D pueden ofrecer evaluaciones tempranas del riesgo de sufrir esta enfermedad al detectar pequeñas asimetrías, una reducción de la longitud de la zancada, alteraciones en la trayectoria de la pisada o cambios sutiles en la postura del lomo, a menudo semanas antes de que la cojera sea visible. Realizar un seguimiento de la marcha basal de cada vaca y alertar a los responsables ante desviaciones graduales permite realizar intervenciones oportunas y de bajo coste.

Actuar durante la fase subclínica puede ser tan sencillo como modificar el pavimento, acondicionar las camas, añadir alfombrillas de goma, ajustar la nutrición para prevenir lesiones en las pezuñas, organizar el flujo de vacas para reducir los resbalones o disminuir el tiempo que pasan de pie las vacas más vulnerables.

Próximos pasos

Para cumplir su función preventiva, los sistemas de cámaras 3D deben registrar las referencias de la marcha de cada vaca en las primeras etapas de su vida, hacer un seguimiento pasivo en las zonas de mayor tránsito y detectar desviaciones graduales en lugar de esperar a que se produzca una cojera grave. La vinculación de estos datos con los registros sanitarios y de producción permite llevar a cabo intervenciones más precisas. Es fundamental que la tecnología sirva de guía, pero que no reemplace la evaluación realizada por personal cualificado.

Confiar únicamente en el recorte de pezuñas o en la tecnología conlleva el riesgo de tratar los síntomas en lugar de las causas. Si se utilizan conjuntamente, el recorte para mejorar el bienestar, la genética para aumentar la resistencia estructural y las cámaras 3D para la detección temprana de posibles deficiencias, estas herramientas pueden alinear las necesidades de bienestar de las vacas a corto plazo con la mejora a largo plazo del rebaño.

Al combinar manejo, cría y tecnología, los ganaderos pueden formar rebaños que no solo sean productivos, sino que también permanezcan sanos durante muchos años.

© 2025 Dellait Knowledge Center. All Rights Reserved.

Suscríbete a nuestra Newsletter

Nutretain Silage Inoculants

Maximize your forage potential with Nutretain,

25 years of proven succes