Adolfo Álvarez Aranguiz
Desde la Revolución Verde, agricultores y ganaderos se han orientado cada vez más hacia la producción y se les ha animado a maximizar la productividad mediante el uso creciente de insumos agrícolas (es decir, combustibles fósiles, pesticidas, fertilizantes minerales, alimentos importados), plantas y animales mejorados genéticamente, maquinaria avanzada y nuevas tecnologías. Esto ha tenido un coste de efectos secundarios dañinos no intencionados en el paisaje y el medio ambiente, que se han vuelto inaceptables para las sociedades.
El actual sistema alimentario mundial tiene un enorme impacto ambiental. Es responsable de aproximadamente una cuarta parte de todos los gases de efecto invernadero liberados por la actividad humana, impulsa la deforestación y la pérdida de biodiversidad, contamina las aguas dulces y marinas y ocupa el 40% de la tierra libre de hielo y desierto del mundo (Poore y Nemecek, 2018).
Todos sabemos que el desafío clave en las próximas décadas será producir suficientes alimentos inocuos y nutritivos para las futuras poblaciones sin quedarse sin recursos o destruir los ecosistemas de la Tierra, en otras palabras, sin agotar los recursos biológicos y físicos del planeta.
La producción de lácteos no es una excepción dentro de la cadena global del sistema alimentario y, como todos los demás componentes, debe enfrentar nuevos desafíos para garantizar la “seguridad de los alimentos y los recursos” para las generaciones futuras.
Nuevos desafíos para la producción lechera
El sector lácteo mundial enfrenta nuevos desafíos que deben tenerse en cuenta en el desarrollo y ajuste de los sistemas de producción lechera.
Desafíos del sector lácteo | Desafíos de los productores de leche |
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Esta situación surge del incremento anual del 4-5% en la demanda mundial de productos lácteos, pero también de los cambios impredecibles en los consumidores y las preferencias del mercado, una situación que coloca al productor lechero en un lugar poco claro para desarrollar estrategias de medio a largo plazo, como genética o inversiones.
Antecedentes
Los sistemas de producción actuales, desarrollados en paralelo con la llamada Revolución Verde durante los años 60 y 70, han demostrado claramente su ineficiencia con respecto a la seguridad alimentaria y de los recursos. Después de 50 años, el hambre sigue siendo un gran problema en todo el mundo, mientras que los recursos se reducen rápidamente.
Los sistemas agrícolas/ganaderos, incluidos los sistemas de producción de leche, desarrollados durante esos años han estado siguiendo un sistema de producción lineal (figura 1), basado únicamente en un análisis económico y resultados a corto plazo, en el que los factores biológicos han tenido un papel secundario.
Estos sistemas se han caracterizado por un alto uso de insumos (fertilizantes, alimentos, energía, etc.) para maximizar la producción (leche, carne, grano, etc.). En el caso particular de granjas lecheras:
Los insumos (p. ej., alimentos, suplementos, fertilizantes, insecticidas, herbicidas, energía, medicamentos, hormonas, etc.) se han utilizado con el objetivo de aumentar la producción de leche, mientras que aspectos como el medio ambiente, el manejo del estiércol, el vertido de nutrientes, la fertilidad animal, etc., han sido considerados secundarios.
Figura 1. Sistema de producción lineal de granjas lecheras.
Hoy en día, estos sistemas lineales, ajustados a las condiciones de producción de las diferentes regiones, se enfrentan a situaciones muy variadas, con desafíos muy específicos que deben superar y con sus propias características en cada país o región. Este es el caso de Europa y los Estados Unidos con problemas ambientales y de bienestar animal, junto con una baja fertilidad animal.
América del Sur, donde la agricultura desplaza la producción animal a áreas marginales con la consiguiente degradación del suelo, deforestación y caída en el nivel de la capa freática; Asia enfrenta problemas relacionados con la producción y el suministro de alimentos, junto con el medio ambiente, y la disponibilidad y productividad de la tierra.
Nueva Zelanda con una elevada densidad animal y sistemas mono productivos; o África con tierras altamente degradadas y baja productividad. Las emisiones de gases de efecto invernadero y la calidad del agua son problemas comunes en la mayoría de las regiones.
Futuro
El concepto de circularidad se origina en la ecología industrial (Jurgilevich et al., 2016), cuyo objetivo es reducir el consumo de recursos y las emisiones al medio ambiente al cerrar el ciclo de materiales y sustancias. Bajo este paradigma, deben evitarse las pérdidas de materiales y sustancias, y estas deben recuperarse para su reutilización, remanufactura y reciclaje.
En línea con estos principios, avanzar hacia un sistema alimentario circular implica buscar prácticas y tecnología que minimicen la entrada de recursos finitos, fomenten el uso de recursos que se regeneren, eviten el vertido de recursos naturales (por ejemplo, carbono (C), nitrógeno (N), fósforo (P), agua) del sistema alimentario, y estimulen la reutilización y el reciclaje de recursos cuya pérdida es inevitable de una manera que aporte el mayor valor posible al sistema alimentario (Jurgilevich et al., 2016).
La solución sugerida, que ya está en marcha en muchas regiones del mundo, es básicamente el retorno a sistemas productivos similares a los utilizados por nuestros abuelos, añadiendo nuevas tecnologías y conocimientos y, por supuesto, apuntando hacia una mayor productividad, sostenibilidad, rentabilidad y que simultáneamente consideren aspectos sociales, económicos y medioambientales, lo que llamamos “sistema de producción circular” (figura 2).
Lo que se busca con estos nuevos sistemas de producción circular es un equilibrio entre entradas y salidas, (i) donde se intenta reducir la entrada de insumos a la granja con un aumento en la eficiencia y el control de los productos finales, y (ii) donde ya no hay productos individuales (leche, granos…), sino un conjunto de ellos, que hasta cierto punto se revalorizan y recirculan dentro del sistema mismo.
La producción animal desempeña un papel clave en el sistema circular, especialmente en los rumiantes debido a su capacidad para convertir productos con alto contenido de fibra (de bajo valor nutricional para la creciente población humana) en un alimento con alto contenido de nutrientes, como leche o carne, y estiércol que puede contribuir al retorno de nutrientes al suelo.
La rotación de cultivos anuales con plantas perennes, o la producción animal con agricultura, deben considerarse como otra herramienta importante para el mantenimiento de los recursos.
Figura 2. Sistema de producción circular de la granja lechera
Estos sistemas circulares de producción lechera están al mismo tiempo integrados y tienen un papel importante en todo el sistema económico debido al alto valor nutricional de la leche para las personas, especialmente los niños.
Durante el proceso de adaptación o desarrollo de un sistema circular, siempre deben considerarse las circunstancias particulares, agroecológicas, sociales y económicas del país, región o granja. Como ejemplos extremos podríamos mencionar África, donde la seguridad alimentaria es una prioridad, y donde los sistemas circulares que se puedan desarrollar deben basarse en una intensificación sostenible en el tiempo.
También donde el suministro de un producto de alto valor nutricional, como la leche, pueda garantizarse mediante el desarrollo de un sistema de producción centrado en la conservación de los recursos naturales, principalmente el suelo y el agua, para las generaciones futuras.
Las granjas lecheras en Europa o en los Estados Unidos están en el otro extremo, donde la prioridad es la seguridad del medio ambiente y los recursos (aire, suelo y agua), y donde la seguridad alimentaria (hambre) se reemplaza por la llamada seguridad nutricional (componentes nutricionales de la comida, para evitar la obesidad y otras enfermedades de los “países ricos”).
Estas prioridades se materializan en los sistemas de producción de leche europeos/estadounidenses, que se basan en sistemas de control inteligentes, en los que se aplican nuevas tecnologías principalmente relacionadas con la energía, la alimentación animal, el control de emisiones, la calidad y el reciclaje del agua y el bienestar animal.
Aplicación
Los sistemas circulares de producción de leche desempeñarán un papel clave en el futuro de la llamada economía circular, principalmente en relación con la seguridad alimentaria y la seguridad de los recursos (figura 3).
Figura 3. Economía circular
Para lograr un sector lácteo global verdaderamente circular, se necesita más trabajo. Se deberían intensificar los estudios para cubrir (i) contextos de economías emergentes y en desarrollo, (ii) sistemas de pastoreo extensivo con grandes rebaños en grandes extensiones de tierra, y (iii) sistemas altamente intensivos con hasta miles de vacas por granja y áreas con escasez de agua, por encima de otras áreas.
También se necesita investigación para profundizar en el análisis de diferentes vías, comparando su rendimiento económico, social y ambiental, identificando ayudas estratégicas que se puedan activar para hacer que la producción lechera circular sea competitiva y asegurando su viabilidad y relevancia a escalas regionales y locales en todo el mundo.
También es evidente que se deben tomar medidas prácticas para garantizar que los productores sean los impulsores, dado que cualquier transición exitosa dependerá de enfoques factibles y de colaboración tomados en el terreno, mientras que los pasos posteriores requerirán la contribución de los mejores profesionales y la colaboración con toda la cadena de valor.
Sobre el autor
Adolfo Alvarez Aranguiz trabaja como investigador en Wageningen University & Research, Netherland. Sus principales áreas de experiencia son nutrición de rumiantes, producción lechera, producción de forrajes, formulación de dietas, manejo de pasturas y producción ganadera tropical.
Referencias
Poore, J. and Nemecek,T., 2018. Reducing food’s environmental impacts through producers and consumers. Science 360: 987-992.
Jurgilevich, A., Birge, T., Kentala-Lehtonen, J., Korhonen-Kurki, K., Pietikäinen, J., Saikku, L. and Schösler, H., 2016. Transition towards circular economy in the food system. Sustainability 8(1): 69.
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