La suplementación con heno antes del destete: ¿es aconsejable? | Dellait

Álvaro García

¿Cuántas veces se ha planteado el debate sobre dar heno a terneras jóvenes? La cuestión surge constantemente, ya sea en reuniones, durante visitas veterinarias o en publicaciones especializadas, y casi siempre está rodeada de opiniones firmes más que de datos claros. Algunos consideran que las terneras aún no están preparadas fisiológicamente para digerir forraje, mientras que otros defienden que ofrecer fibra desde temprana edad favorece el desarrollo del rumen.

Una reciente revisión de diversos estudios de investigación (Jianxin et al., 2025) ofreció un análisis detallado sobre cómo la inclusión de forrajes afecta al consumo de materia seca (CMS), la ganancia media diaria (GMD), el peso corporal (PV) y el rendimiento general, tanto en la etapa predestete como postdestete. Entre los hallazgos más importantes, se observó que la suplementación con forraje aumentaba el consumo total de materia seca, especialmente cuando se ofrecía a libre consumo. Este efecto fue más evidente después del destete y probablemente se deba a una mayor capacidad del rumen y a un desarrollo más avanzado de la regulación del apetito.

Además, consumir forraje también ayudó a que los animales subieran más de peso tras el destete, lo que sugiere que el consumo temprano de fibra prepara al sistema digestivo para la vida sin leche (García y Erickson, 2001). No obstante, la eficiencia alimentaria, que se mide por el aumento de peso por cada unidad de alimento consumida, disminuyó un poco. Esta leve disminución probablemente refleje el gasto energético asociado a la fermentación de la fibra, lo que puede disminuir la eficiencia con la que el alimento se convierte en masa corporal.

Varios factores influyeron en la forma en que las terneras respondieron al forraje, como su origen, el tipo de ración de iniciación y la cantidad de leche suministrada. Las terneras que recibían entre 4 y 6 litros de leche al día mostraron mejoras más consistentes en el consumo de materia seca y en el crecimiento cuando se incluía forraje en su dieta. Estos resultados respaldan las recomendaciones actuales de limitar la cantidad de leche para fomentar un consumo más temprano de alimento sólido y favorecer el desarrollo del rumen.

La forma en la que se consumía la ración de iniciación tuvo un efecto significativo. Las terneras que recibieron una ración de iniciación molida consumieron más y ganaron más peso que aquellas alimentadas con pellets o concentrado texturizado. Es probable que el alimento molido se mezcle mejor con el forraje en el rumen, lo que mejora tanto la palatabilidad como la digestión. Entre los forrajes evaluados, el heno de avena fue el que produjo mejores resultados en términos de consumo y crecimiento. Su equilibrio entre digestibilidad y palatabilidad le confiere una ventaja sobre la alfalfa o la paja. Aunque la alfalfa ofrece más proteína, su fibra gruesa y su lenta degradación pueden disminuir su atractivo y consumo en algunas terneras.

Crecimiento estructural

La suplementación con heno tuvo efectos evidentes en el desarrollo físico de las terneras, sobre todo después del destete. Las que consumieron forraje presentaron un mayor desarrollo corporal y de capacidad torácica, indicadores comúnmente usados para evaluar el crecimiento interno y la madurez del desarrollo. Es probable que estos cambios reflejen un incremento en el llenado del rumen y el desarrollo de los órganos, más que un crecimiento acelerado del esqueleto.

Por el contrario, no se observaron diferencias relevantes en la altura de la cruz, la cadera ni la circunferencia del pecho, lo que indica que, durante el mismo periodo de tiempo, la inclusión de forraje no altera el tamaño general del cuerpo. Es probable que el aumento de la capacidad torácica se deba al incremento de la capacidad intestinal y al volumen del rumen, más que al crecimiento óseo, un efecto que concuerda con anteriores hallazgos que demuestran que los alimentos fibrosos pueden causar distensión abdominal sin afectar a las dimensiones esqueléticas.

El tipo de forraje y el método utilizado para su consumo también influyeron en estos resultados. El heno de avena y la paja, sobre todo cuando se ofrecen a libre consumo en lugar de en una ración mixta total (TMR), dieron lugar a un mayor desarrollo corporal. Las terneras que recibieron una ración de iniciación molida junto con forraje alcanzaron un mejor desarrollo estructural que las que recibieron raciones granuladas o texturizadas. Esto corrobora la idea de que tanto la longitud de las partículas del forraje como la textura de la ración de iniciación influyen en la forma en la que las terneras procesan y se benefician de la fibra. Masticar partículas de forraje más largas y alimento molido puede estimular el desarrollo de los músculos ruminales y el crecimiento de los tejidos, lo que coincide con las recomendaciones anteriores de García y Erickson (2001).

La fermentación ruminal

La inclusión de forraje también provocó cambios importantes en el perfil de fermentación del rumen. La composición de los ácidos grasos volátiles (AGV) mostró una tendencia hacia un aumento en la producción de acetato y una proporción más elevada de acetato respecto al propionato, lo que indica una mayor dependencia de la fermentación de la fibra. El incremento del acetato refleja una la fibra se digiere de una forma más eficiente, evidenciando la capacidad del rumen en desarrollo para degradarla.

Curiosamente, las concentraciones totales de AGV disminuyeron al incluir forraje en la dieta, sobre todo tras el destete. Esta reducción podría deberse a una absorción más rápida de los AGV a través de un epitelio ruminal más desarrollado, y no a una menor tasa de fermentación. El resultado final es un entorno ruminal más equilibrado, menos ácido y más estable, lo que favorece el crecimiento de microorganismos beneficiosos.

En comparación con el grupo de control, las terneras que consumieron forraje presentaron niveles más bajos de propionato y butirato en el rumen. Como el propionato se produce principalmente mediante la fermentación del almidón, su disminución refleja un cambio en los patrones de fermentación debido a un mayor consumo de forraje y menor consumo de concentrados. El butirato, esencial para el crecimiento del epitelio ruminal, también disminuyó ligeramente después del destete. Aunque esto podría parecer desfavorable, es probable que la mejora general de las condiciones del rumen compense las concentraciones más bajas de butirato.

La forma del forraje, el método de suministro y el tipo de ración de iniciación influyeron en los resultados de la fermentación. Por ejemplo, las terneras que consumieron una ración de iniciación granulada experimentaron una reducción más drástica de propionato y de AGV totales, lo que sugiere un desajuste entre el almidón de fermentación rápida y el consumo de fibra. En cambio, la ración de iniciación molida permitió una fermentación más equilibrada y una mejor sinergia con el forraje, reforzando la idea de que las características físicas del alimento son tan importantes como su composición nutricional.

La cantidad de leche suministrada también tuvo un papel importante, ya que un consumo moderado (entre 4 y 6 litros al día) favorecía patrones de fermentación más estables cuando se combinaba con forraje. Un consumo mayor de leche (más de 6 litros al día) puede disminuir la ingesta de alimento sólido, retrasar el desarrollo del rumen y reducir los beneficios de incluir forraje en la dieta.

Digestibilidad de los nutrientes

Contrario a lo que se pensaba sobre la posibilidad de que el forraje afectara a la digestibilidad de los nutrientes en terneras, este metaanálisis no encontró efectos significativos sobre la digestibilidad después del destete, incluyendo la digestibilidad de la materia seca, de la materia orgánica, de la proteína bruta y de la fibra detergente neutro. Esto sugiere que, una vez que el rumen está suficientemente desarrollado, las terneras pueden consumir cantidades moderadas de forraje sin comprometer la absorción de nutrientes.

Aunque algunos estudios ya indicaban que las dietas ricas en fibra podrían reducir la digestibilidad, sobre todo antes del destete, la falta de resultados significativos en este análisis sugiere que incluir una cantidad moderada de forraje, sobre todo alfalfa o avena en cantidades reguladas, no afecta a la eficiencia digestiva de las terneras más mayores.

Índices óptimos de inclusión del forraje

Para maximizar los beneficios y evitar posibles inconvenientes, como la reducción de la densidad energética, es fundamental determinar la cantidad ideal de forraje que se debe incluir en la dieta. Los análisis mostraron que el consumo de materia seca antes del destete aumentaba a medida que se añadía más forraje a la dieta, pero solo hasta cierto punto. El consumo más alto se registró cuando el forraje representaba alrededor del 12 % de la materia seca de la dieta. A este nivel, la cantidad de fibra parece ser suficiente para estimular el desarrollo del rumen sin que la dieta resulte demasiado voluminosa o difícil de digerir para las terneras jóvenes. Al desglosarlo por tipo de forraje, la inclusión óptima fue de aproximadamente un 9 % para la avena y la paja. Curiosamente, la alfalfa mostró un potencial de inclusión mayor, hasta un 19 %, aunque esta estimación requiere un análisis más detallado. Las diferencias entre los niveles óptimos pueden reflejar variaciones en la digestibilidad de la fibra, el contenido proteico y la palatabilidad entre los distintos tipos de forraje. Estos resultados respaldan las recomendaciones de limitar el forraje a un máximo del 10-15 % de la dieta en las primeras etapas de la vida, ajustándolo en función de la calidad del forraje y la estrategia de alimentación.

En resumen, este metaanálisis confirma que incluir forraje en la dieta de las terneras, especialmente antes del destete, puede aumentar el consumo, favorecer el crecimiento, estimular el desarrollo del rumen y mejorar el estado físico interno. Estos beneficios fueron más evidentes cuando se suministró heno a libre consumo, combinado con una ración de iniciación molida y acompañada de volúmenes moderados de leche. Entre los tipos de heno evaluados, el heno de avena mostró las mayores ventajas. El rendimiento óptimo se alcanzó cuando el forraje representaba alrededor del 12 % de la materia seca de la dieta, aunque este nivel puede variar ligeramente según el tipo de forraje y las condiciones de alimentación.

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