Uso de ensilado de rastrojo de maíz como forraje en vacas lecheras en lactación

Álvaro García

La rentabilidad de las explotaciones lecheras se ha vuelto muy volátil, con extremos cada vez más drásticos entre años buenos y malos. Esto no es solo el resultado de la variabilidad en el precio de la leche, sino a menudo cambios en el coste de los piensos, influido por los mercados locales y mundiales. En los sistemas de producción de leche en confinamiento, los piensos constituyen el mayor ítem individual del coste operativo de producción y por lo general es superior al 60% del total.

Encontrar formas de reducir estos gastos tiene el mayor impacto en la rentabilidad de la granja. Sobre base materia seca, la ración de la vaca lechera comprende concentrados (50-60%) y forrajes (40-50%). El maíz en todas sus formas (por ejemplo, granos, ensilado, coproductos) es uno de los piensos más utilizados en los sistemas de producción lechera intensiva en todo el mundo.

De la fracción de forraje, el ensilado de maíz suministra fibra altamente digestible que es fundamental para optimizar la productividad y la rentabilidad. Un componente generalmente subutilizado en las raciones de las vacas lecheras son las plantas de maíz (rastrojo) que quedan tras cosechar el maíz para grano. Una de las razones es que son ricos en fibra y lignina lo que los hace menos digeribles y como resultado, incapaces de sostener una mayor producción de leche.

El rastrojo de maíz, sin embargo, se utiliza en otras categorías de animales en la granja, como en la crianza de novillas y vacas secas, que requieren raciones menos densas en energía. Sin embargo, existen diferencias en la digestibilidad de las plantas entre los híbridos de maíz, afectadas por su lignificación y/o incluso el diámetro de sus tallos cuya selección podría ayudar a maximizar su utilización en las granjas lecheras.

Además, incluir los piensos fibrosos en las dietas de las vacas lecheras da como resultado que se produzca más hidrógeno a partir de su fermentación en el rumen y en consecuencia más metano emitido a través de la eructación. Es necesario entonces explorar la cantidad de rastrojo que se puede incluir en las dietas de vacas lecheras sin reducir la producción de leche y/o aumentar excesivamente las emisiones de metano.

Un experimento reciente (He et al., 2020) buscó la relación óptima de ensilado de maíz de planta entera (EMPE) con el ensilado de rastrojo de maíz (tallos + hojas; CSS) y su impacto en la rentabilidad de la granja. Otros parámetros de interés de este experimento fueron la producción de metano entérico a diferentes niveles de producción de leche.

Los investigadores utilizaron cuatro diferentes híbridos de plantas de maíz Lg30248, Perley, Rivaldinio y Leovoxx, todos cultivados y cosechados en los Países Bajos. Los dos primeros se almacenaron como EMPE y los dos últimos como CSS. Todas las plantas fueron cortadas a 10 cm sobre el nivel del suelo, y los choclos de cinco plantas por cada híbrido separadas de las hojas y tallos (rastrojo).

Otras cinco plantas enteras fueron cortadas en trozos de 1-2 cm y ensiladas en silos de vidrio a escala de laboratorio de 0.5 litros. Las variedades Rivaldinio y Leovoxx se ensilaron con 1% de melaza (peso fresco) inoculadas con 10 ml de una solución de Lactobacillus plantarum por kg de forraje fresco (0.758 g de L. plantarum mezclado con 2.5 l de agua destilada). Los ensilados fermentaron durante ocho semanas y luego se almacenaron a –20oC hasta su análisis.

Relación óptima de ensilado de maíz de planta entera y de rastrojo

Los EMPE:CSS que maximizaron el beneficio para 0, 10, 20 y 30 kg de leche/vaca/día fueron 16:84, 22:78, 44:56 y 88:12, respectivamente, y el área necesaria para cultivar las plantas de maíz fue de 4.5, 31.4, 33.4 y 30.3 ha, respectivamente. Como era de esperar, el grano de maíz disponible (tonelada MS/ha/año) para otros fines, ahorrados de esta área de terreno disminuyó a medida que aumentaba la producción de leche.

En comparación con las vacas que producen 30 kg de leche diarios, se necesitaban más vacas de bajo consumo y menor producción (10 kg/d de leche) y más tierra para cultivar maíz y soja para así producir la misma cantidad total de leche.

Las vacas tienen costes fijos de mantenimiento de energía independientemente de cuánto produzcan, y comerán para cumplir con esos requisitos produciendo metano. Dos vacas que producen 15 kg de leche cada una, serán más gravosas para el medio ambiente que una de 30 kg. Esto demuestra la importancia de maximizar la productividad de las vacas con el fin de optimizar el uso de la tierra tanto para cultivos como para la producción de leche por hectárea.

El aumento de la energía metabolizable del CSS redujo la tierra necesaria, aumentó el beneficio y permitió que se utilizara más maíz para otros fines. Permitir que las vacas manifiesten su potencial genético a través de la alimentación adicional, también reduce las emisiones de metano a medida que la energía se deposita en productos lácteos en lugar de ser eliminada a la atmósfera.

Dado que la producción de metano está correlacionada con el consumo de pienso, aquella fue mayor en las vacas que comieron más y produjeron más. Sin embargo fue menor cuando se evaluó por kg de leche producida lo que demuestra una mayor eficiencia en la utilización de los piensos. Como cabría esperar, la relación óptima de EMPE:CSS para maximizar los beneficios de las explotaciones lecheras aumenta con la disminución de los niveles de producción de leche.

Esto es lógico ya que los requerimientos de la vaca son menores, lo que permitió una mayor inclusión de CSS en su dieta. Las vacas de alta producción dejan mayor maíz disponible para otros fines, lo que vuelven a recalcar la eficiencia de la alimentación de estas vacas en comparación con sus contrapartes de baja producción.

Referencia

Yuan He, John W. Cone, Wouter H. Hendriks, and Jan Dijkstra. 2021. Corn stover usage and farm profit for sustainable dairy farming in China. Anim Biosci. Vol. 34, No. 1:36-47.

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