María Villagrasa & Fernando Diaz
El tomate (Solanum lycopersicum) es el segundo cultivo de hortalizas más importante del mundo. La cantidad de desechos que genera en todo el mundo se estima en 50,000 toneladas/año, lo que provoca un impacto negativo en el medio ambiente.
El orujo de tomate es un coproducto de la industria que, según el tipo de procesado y la fuente de los tomates crudos, incluye proporciones variables de piel, semillas y una pequeña cantidad de pulpa, lo que representa alrededor del 4% del peso original de los tomates.
El orujo contiene valiosos compuestos nutricionales, como fibras (59.0% materia seca; MS), proteínas (19.3% MS), azúcares (25.7% MS), pectinas (7.6% MS), grasas (5.9% MS), minerales (3.9% MS) y antioxidantes (principalmente licopeno).
Algunos de esos oligoelementos y vitaminas participan en el sistema de defensa antioxidante del animal y se sabe que, en el caso de las vacas, la deficiencia de cualquiera de estos nutrientes puede deprimir su inmunidad en el periodo periparto. Principalmente, durante las primeras semanas de lactación, las vacas experimentan inmunosupresión y son altamente susceptibles a enfermedades infecciosas, especialmente mastitis y trastornos metabólicos.
Estudios previos han demostrado que estos compuestos, incluidos en niveles bajos o moderados en la dieta de las vacas lecheras, tienen efectos positivos sobre el rendimiento productivo y la salud: pueden reducir el coste de la alimentación para los ganaderos y añadir un valor adicional a los productos lácteos (en términos de mejorar la calidad y sostenibilidad de sus productos). Además, pueden contribuir a la reducción de los problemas ambientales causados por su acumulación.
Una reciente investigación (H. Tuoxunjiang et al., 2020) tuvo como objetivo evaluar los efectos de la sustitución parcial del ensilado de maíz con ensilado de orujo de tomate sobre el consumo de alimento, la digestibilidad, la producción y composición de la leche, el estado antioxidante y la respuesta inmunitaria en vacas lecheras.
Cincuenta vacas Holstein gestantes se asignaron al azar a dos grupos:
- Control: dieta de ración mezclada total con ensilado de maíz;
- Tratamiento: dieta de ración total mezclada en la que se había reemplazado un 10% del ensilado de maíz con ensilado de tomate (base seca).
Las vacas empezaron a recibir la dieta en el periodo seco y el experimento continuó durante la lactación hasta 14 días después del parto.
La composición (sobre MS) del ensilado de tomate respecto a la del maíz fue de: materia orgánica: 91.1 v. 93.3%; proteína bruta: 16.5 vs. 8.46%; grasa: 12.2 vs. 3.87, fibra neutro detergente: 50.4 vs. 52.2%; fibra ácida detergente: 43.2 vs. 41.1% y almidón: 2.87 vs. 34.1%.
La concentración de vitaminas A, E y C fue significativamente más alta con el ensilado de tomate
El consumo de alimento aumentó de forma significativa en las vacas alimentadas con el ensilado de tomate (18.1 vs. 17.8 kg MS/d), lo que puede explicarse en parte por la alta palatabilidad del orujo de tomate. La digestibilidad de la MS en el grupo tratado también fue significativamente mayor.
No hubo diferencias significativas en la producción diaria de leche entre ambos grupos (24.5 kg/día). La composición de la leche tampoco fue diferente, pero las concentraciones de vitaminas A, E y C fueron significativamente más altas en el grupo de tratamiento que en el control (A: 2.0 vs. 0.8 IU/kg; E: 39.0 vs. 16.8 mg/kg; C: 17.5 vs. 6.7 mg/100 g). Esto último concuerda con otros experimentos en los que se observó que aumentar la concentración de vitamina A en la dieta puede conducir a un aumento de vitamina A en la leche.
Por otra parte, se encontró que la suplementación con ensilado de tomate alivió parcialmente el efecto perjudicial de la actividad oxidante de las vacas lecheras en transición. Se han encontrado cantidades considerables de compuestos antioxidantes que incluyen licopeno, vitaminas C, E, A y β-caroteno en derivados del tomate, y diferentes estudios han demostrado que las concentraciones de ciertos marcadores séricos de estrés oxidativo en animales se reducían si la dieta era rica en licopeno, vitamina C y E. Por lo tanto, el consumo de productos derivados del tomate puede mantener los niveles de vitaminas y sus propiedades antioxidantes.
Las concentraciones de IgA, IgM e IgG aumentaron significativamente en el grupo experimental durante el parto, lo que podría explicarse por el hecho de que los niveles de vitamina A y E fueron más altos cuando las vacas se alimentaron con dietas con tomate antes y después del parto en comparación con aquellas que no recibieron dicha dieta. Durante el periodo periparto, la dieta de los animales control cubría los requerimientos básicos de vitamina A y E. Sin embargo, en el grupo experimental los valores correspondientes fueron más altos durante el periodo seco y de lactación.
En resumen, suplementar la dieta de las vacas con un 10% de ensilado de orujo de tomate mejora el consumo de MS y la digestibilidad de las vacas en el periparto. También puede garantizar el contenido de vitaminas A, E y C en la leche, mejorar el estado antioxidante y la respuesta inmunitaria durante el periparto así como reducir la prevalencia de mastitis después del parto.
Referencia
H. Tuoxunjiang, A. Yimamu, X.Q. Li, R. Maimaiti and Y.L. Wang. Effect of ensiled tomato pomace on performance and antioxidant status in the peripartum dairy cow. Journal of Animal and Feed Sciences, 29, 2020, 105–114.
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