Álvaro García
En la gestión moderna de los rebaños lecheros, optimizar el rendimiento reproductivo y la eficiencia de la lactancia no es solo una cuestión de fisiología animal, sino un factor clave para la sostenibilidad económica. Dos parámetros reproductivos fundamentales, como son el período de días vacíos (el intervalo entre el parto y una concepción exitosa) y la duración del período de secado (el intervalo sin lactancia antes del siguiente parto), están estrechamente relacionados con factores decisivos como la producción de leche, la fertilidad y la longevidad en el rebaño. La gestión adecuada de estos dos parámetros influye de manera directa en el margen de beneficio de una explotación lechera, principalmente debido a su impacto en los ingresos por la producción láctea, los costes asociados a los descartes y la eficiencia reproductiva.
Los ganaderos lecheros siempre han buscado mantener un intervalo de entre 12 y 14 meses entre partos, bajo la premisa de que los períodos más cortos maximizan el porcentaje de la lactancia que ocurre cerca del pico de producción de leche. Sin embargo, con los avances genéticos y nutricionales que han mejorado la persistencia en la producción láctea, la ventaja económica de acortar el intervalo entre concepciones se ha reducido. A pesar de ello, un período de días vacíos excesivamente largo puede generar efectos negativos acumulativos. Las vacas que permanecen más tiempo vacías suelen estar en una fase tardía de lactancia, una etapa asociada con una menor producción de leche y una mayor tendencia al sobre acondicionamiento. Esto puede perjudicar la fertilidad y aumentar el riesgo de sufrir trastornos metabólicos y reproductivos en la siguiente lactancia. Además, los períodos prolongados de días vacíos también se relacionan con tasas de preñez más bajas, un incremento en los descartes involuntarios y un uso subóptimo de la vida productiva de la vaca.
El periodo de secado: ventajas y desventajas económicas
El rango convencional de un período de secado oscila entre 45 y 70 días, considerado óptimo porque permite la regeneración del tejido mamario y prepara a la vaca para la siguiente lactancia. Sin embargo, las desviaciones de este rango se están volviendo más comunes, a menudo debido a retrasos en las concepciones o períodos de secado involuntarios y prematuros. Los períodos de secado prolongados, que suelen ser consecuencia de una cubrición tardía, pueden hacer que las vacas lleguen a esta etapa con una condición corporal excesiva (Garcia, 2024). Esto incrementa el riesgo de sufrir trastornos metabólicos y problemas de salud durante la transición hacia la siguiente lactancia, lo que compromete la producción de leche, aumenta la probabilidad de descartes y reduce la rentabilidad general. Estas pérdidas económicas se ven agravadas por los costes de reemplazar vacas genéticamente superiores y la pérdida de ingresos futuros por producción láctea. Por el contrario, los períodos de secado excesivamente cortos pueden impedir una adecuada recuperación de la ubre y disminuir la calidad del calostro. Además, no contribuyen de manera significativa a resolver los problemas de fertilidad ni a reducir los riesgos de reposición, especialmente en gestaciones más cortas, como las gestaciones gemelares.
Overton y Eicker (2025) observaron que las vacas con un mayor número de días vacíos durante su última lactancia tenían una probabilidad significativamente más alta de ser descartadas en las primeras fases de la siguiente. Esta tendencia fue especialmente marcada en casos de períodos de secado demasiado cortos o excesivamente prolongados. Los autores determinaron que la duración óptima de los períodos de secado se situaba en torno a los 58 días; desviarse de este rango, ya sea hacia intervalos más cortos o largos, incrementaba considerablemente el riesgo de reposición prematura. Asimismo, se identificó que la interacción entre una alta producción de leche en la lactancia previa, medida mediante la producción madura equivalente a 305 días, y los retrasos en la concepción, reducía el impacto positivo que la producción elevada podría tener sobre la permanencia en el rebaño
¿Qué hay de la fertilidad?
Los resultados de fertilidad mostraron un patrón similar. Las vacas que pasaban menos días vacías y tenían períodos de secado más cortos eran más propensas a quedarse preñadas dentro de los primeros 90 días en leche de la siguiente lactancia. Por otro lado, las vacas de mayor edad, aquellas que habían parido gemelos y las que presentaron mastitis clínica o cojera durante la lactancia anterior, mostraron un rendimiento reproductivo inferior. Cabe destacar que las vacas con puntajes genómicos altos (DWP$) tenían mayores probabilidades de evitar el descarte temprano y quedar preñadas al inicio de la siguiente lactancia, lo que resalta el valor predictivo de la genómica en la gestión reproductiva.
La producción de leche durante los primeros 90 días en leche (DEL) estuvo influenciada por los «días vacíos previos», es decir, el número de días entre el parto y la concepción exitosa en la siguiente lactancia. Este indicador refleja la rapidez con la que la vaca quedó preñada tras el parto anterior. Asimismo, la «duración del período de secado previo», definida como el número de días que la vaca estuvo seca antes del parto, también afectó a este parámetro.
Las vacas que concibieron en una etapa temprana y tuvieron períodos de secado cercanos a la duración recomendada por el sector produjeron más leche. Curiosamente, las vacas primíparas parecieron beneficiarse de períodos de días vacíos ligeramente más largos, posiblemente debido a sus demandas de crecimiento. Sin embargo, un período prolongado de días vacíos no brindó los mismos beneficios a las vacas más maduras, donde la tendencia se invirtió y la producción disminuyó. Esto probablemente se relaciona con las necesidades de crecimiento continuo de las primíparas después del primer parto. A diferencia de las vacas maduras, estos animales jóvenes destinan nutrientes no solo a la producción de leche, sino también al crecimiento corporal y desarrollo. Un período de días vacíos ligeramente más largo les permite disponer de más tiempo antes de que se reanuden las demandas fisiológicas de la gestación, dando a la vaca una oportunidad para recuperar las reservas corporales y favorecer un crecimiento esquelético y tisular continuo. Por el contrario, las vacas maduras ya han completado su fase de crecimiento, por lo que un mayor número de días vacíos no les ofrece el mismo beneficio. Además, la prolongación de estos períodos suelen implicar más tiempo en la fase final de la lactancia, donde la producción de leche disminuye y la condición corporal tiende a aumentar en exceso. Esto puede provocar sobre acondicionamiento, incrementando el riesgo de sufrir problemas metabólicos, el deterioro de la fertilidad y un rendimiento reducido en la siguiente lactancia. Por lo tanto, mientras que las vacas primíparas pueden beneficiarse de un período de días vacíos ligeramente más largo como amortiguador para fomentar el crecimiento y la productividad futura, en las vacas maduras, el mismo periodo de tiempo se convierte en una desventaja en lugar de un beneficio.
Los siguientes dos gráficos muestran la puntuación de la condición corporal (CC) a lo largo de los días en leche (DEL) de dos vacas diferentes, detectada mediante una cámara 3D en una explotación lechera comercial. El gráfico superior corresponde a una vaca primípara en su primera lactancia; el gráfico inferior, a una vaca multípara en su cuarta lactancia.
Ambos gráficos incluyen:
- La línea naranja representa los cambios en la CC
- Las líneas verdes discontinuas corresponden a las inseminaciones.
- La línea roja vertical muestra un diagnóstico de gestación positivo.
La vaca primípara muestra:
- Una puntuación de la condición corporal estable: Después de una caída inicial al inicio de la lactancia, esta vaca recupera gradualmente su condición y mantiene una CC relativamente estable en torno a 3.5–3.7.
- Una concepción más temprana: La línea roja (concepción) aparece alrededor de los 240 días en leche (DEL), lo que permite que la vaca entre en el período de secado a tiempo y comience su próxima lactancia tras pasar por un período de secado tradicional.
- Un rendimiento consistente: Las vacas primíparas se pueden beneficiar de periodos de días vacíos ligeramente más largos sin comprometer su condición corporal ni su producción de leche.
La vaca multípara muestra:
- Una mayor fluctuación en la puntuación de la condición corporal (CC): Esta vaca experimenta cambios más volátiles en su CC, con caídas notables entre los 180 y 250 días en leche (DEL) y aumentos más drásticos posteriormente.
- Retraso en la concepción: La línea roja indica que la concepción ocurre mucho más tarde en la lactancia (alrededor de los 290 DEL), lo que resulta en periodos de días vacíos prolongados y probablemente un período de secado más largo.
- Riesgo de sobre condición: Después de la concepción, la CC aumenta a más de 4.5, por encima del nivel ideal para la última etapa de la gestación. Las vacas más adultas con una concepción tardía corren el riesgo de entrar al período de secado con sobre condición, lo que incrementa la probabilidad de sufrir trastornos metabólicos, el descenso de la producción al inicio de la lactancia y un mayor riesgo de reemplazo en la lactancia subsiguiente.
Para gestionar eficazmente el rebaño, es necesario mantener un equilibrio entre el momento óptimo para la reproducción y la duración del período de secado, teniendo en cuenta la paridad, los problemas de salud previos y el potencial genómico. Las vacas que paren en intervalos regulares y disponen de un período de secado adecuado tienen más probabilidades de prosperar en su siguiente lactancia.
Una mala gestión de estos parámetros puede salir cara. Los estudios sugieren que, por cada 30 días vacíos adicionales por encima del intervalo óptimo, los ingresos netos pueden reducirse entre 80 y 130 euros anuales por vaca, debido a la disminución de los ingresos por leche, el aumento de los descartes y la reducción de la fertilidad (Cabrera, 2012). Del mismo modo, las vacas con un período de secado superior al intervalo óptimo de 45 a 70 días pueden generar pérdidas de entre 70 y 110 euros por vaca, según su salud durante la transición y el rendimiento posterior en la lactancia (Santschi et al., 2011). Estos datos resaltan la importancia económica de la precisión reproductiva y la consistencia en el período de secado para una gestión eficiente del rebaño.
Las herramientas de selección genómica, como el Dairy Wellness Profit Index (DWP$), pueden reforzar aún más las decisiones reproductivas. El DWP$ combina rasgos económicamente importantes, como la producción, la fertilidad y la salud, en un único valor expresado en dólares. Las vacas con un DWP$ más alto tienen una mayor probabilidad de mantenerse fértiles, productivas y rentables durante varias lactancias.
Principales conclusiones:
- Una concepción a tiempo mejora la producción de leche, la fertilidad y reduce los costes de reposición, especialmente en las vacas más mayores.
- Unos períodos de secado de unos 58 días favorecen la recuperación y el éxito de la transición; cualquier desviación aumenta el riesgo de descarte y los problemas metabólicos.
- Es posible que las vacas de primera lactancia toleren periodos de días vacíos más largos debido a su crecimiento continuo, mientras que las vacas de más edad se benefician más de un calendario reproductivo más estricto.
- El uso de herramientas genómicas como DWP$ permite orientar las decisiones y mejorar la rentabilidad a lo largo de la vida útil de las vacas.
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