El estrés por calor en las vacas lecheras | Dellait

Álvaro García

Independientemente de si la leche se produce en el calor árido de Arabia Saudita, los veranos húmedos de Florida o bajo el sol constante e intenso del centro de Israel, el estrés por calor es un problema que se sufre en muchos lugares del mundo. Sin embargo, la forma en la que se manifiesta y las estrategias que los productores emplean para hacerle frente pueden variar considerablemente.

En Israel, las vacas lecheras se alojan en establos abiertos equipados con aspersores y ventiladores automatizados que se activan cuando aumenta el índice de temperatura y humedad (ITH). En Arabia Saudita, donde las temperaturas en verano pueden superar los 46 °C (115 °F), la sombra, los sistemas de enfriamiento por aspersión y el uso intensivo de agua son indispensables para mantener la productividad de las vacas Holstein. Mientras tanto, en regiones tropicales como Centroamérica o el sudeste asiático, el calor y la humedad constantes a lo largo del año exigen una adaptación continua, a menudo con una infraestructura limitada y un acceso reducido a las tecnologías más novedosas.

Incluso en climas templados, como el del centro de los Estados Unidos, los patrones climáticos cada vez más inestables están llevando a los productores a replantearse antiguas suposiciones. En Florida, donde la humedad del verano supera regularmente el 80 %, hay que hacer frente al doble desafío del calor y la humedad con las estrategias de enfriamiento, lo que hace que los sistemas de ventilación básicos sean insuficientes sin incorporar la técnica de enfriamiento por evaporación.

El problema del estrés por calor no es solo que las vacas lecheras se sientan incomodas, sino que provoca una pérdida de producción, la disminución de la fertilidad, un mayor riesgo de sufrir enfermedades y afecta al bienestar animal. Además, las vacas de hoy en día han sido seleccionadas genéticamente para ser más productivas, lo que las hace más sensibles, desde el punto de vista metabólico, al estrés por calor.

En este artículo, ofrecemos recomendaciones basadas en el Nutrient Requirements of Dairy Cattle de NASEM 2021 y en los últimos estudios internacionales. Nuestro objetivo es ofrecer estrategias prácticas y fundamentadas científicamente para ayudar a los productores a manejar el estrés por calor, independientemente de dónde se encuentren. Estas incluyen desde ajustes nutricionales y técnicas de enfriamiento, hasta la gestión del agua y herramientas de monitoreo.

Síntomas y manifestación del estrés por calor

Las vacas lecheras comienzan a experimentar estrés por calor cuando el índice de temperatura y humedad (ITH) supera los 68 (20°C), aunque las vacas de alta producción, debido a su mayor consumo de alimentos y generación interna de calor, pueden empezar a mostrar síntomas incluso a una temperatura más baja. El ITH combina la temperatura ambiente y la humedad relativa para estimar la carga térmica a la que se someten los animales. Es más fiable que contar solo con la temperatura, ya que una humedad elevada limita mucho la capacidad de la vaca para enfriarse mediante la sudoración y la respiración.

A medida que aumenta el ITH, las vacas pasan de sufrir un estrés por calor leve a moderado y, finalmente, a grave. Es posible que, incluso en las primeras fases, se observe una disminución del consumo de alimento, sobre todo de forraje, y el correspondiente descenso de la producción de leche. En cuanto al comportamiento, las vacas pueden reducir el tiempo que pasan tumbadas, aumentar el consumo de agua o buscar la sombra y el aire. Estos pequeños cambios suelen preceder a signos más evidentes como jadeos, respiraciones con la boca abierta, babeo y permanecer mucho tiempo de pie, todo lo cual aumenta el gasto energético y el riesgo de sufrir problemas de salud como cojeras o acidosis.

Un jadeo excesivo y respirar con la boca abierta, síntomas comunes en las vacas que padecen estrés por calor severo, también pueden provocar una pérdida significativa de saliva. La saliva cumple una función crucial en la amortiguación del pH del rumen, y su reducción compromete este mecanismo de defensa natural. Si a esto se le añade una disminución del consumo de forraje y una mayor dependencia de las raciones ricas en concentrados que suelen utilizarse para mantener el consumo de energía cuando hace calor, aumenta el riesgo de acidosis ruminal. Esto no sólo afecta a la digestión y a la eficiencia alimentaria, sino que puede perjudicar aún más el confort y la productividad de las vacas durante los periodos de estrés por calor.

La frecuencia respiratoria es un indicador especialmente útil en las granjas: lo normal son unas 30 respiraciones por minuto; si aumenta a 60 o más puede indicar estrés por calor en una fase inicial. La monitorización de estas respuestas fisiológicas junto con las mediciones del ITH puede ayudar a identificar los problemas de forma temprana, lo que permite intervenir a tiempo, como, por ejemplo, ajustando los sistemas de enfriamiento, modificando los programas de alimentación o separando a los grupos vulnerables.

Agua potable: la primera línea de defensa

Aunque las vacas regulan su temperatura corporal aumentando su respiración y sudoración, también disipan el calor evaporando la humedad a través de los pulmones y la piel. Este proceso fisiológico requiere una cantidad abundante de agua de calidad.

  • A 30 °C, las vacas pueden beber hasta 80 litros al día. 
  • A 35°C, el consumo diario puede superar los 121 litros.

Al beber más, las vacas comen más, lo que favorece el funcionamiento del rumen, la absorción de nutrientes y la producción de leche.

Para favorecer la hidratación y la regulación térmica, el agua debe ser:

  • Limpia y sabrosa, sin sabores ni olores que puedan reducir el consumo.
  • De fácil acceso, cerca de comederos y zonas de sombra, con suficiente espacio en el comedero (0,6-0,9 metros por vaca) para evitar la competencia.
  • Flujo continuo o que se renueve con frecuencia, especialmente en situaciones de mucho calor.

Siempre que sea posible, hay que evitar los estanques. Aunque puedan parecer prácticos, el agua estancada suele albergar bacterias, parásitos y algas nocivas, lo que puede provocar mastitis, un aumento del recuento de células somáticas e incluso una intoxicación.

Interpretar los resultados de la calidad del agua

Si depende de pozos, abrevaderos o no está conectado a un sistema de agua rural, especialmente durante las sequías, es imprescindible analizar el agua. Al revisar los resultados de las pruebas, concéntrese en los siguientes marcadores que afectan directamente a la salud, el consumo y la productividad de las vacas, especialmente en condiciones de estrés por calor:

  1. Sólidos disueltos totales (SDT) – los niveles admisibles son inferiores a 1.000 ppm. Un valor superior puede afectar a la palatabilidad del agua y provocar desequilibrios minerales.
  2. Sulfatos (SO₄²-) – los niveles deben ser inferiores a 500 ppm. Concentraciones elevadas pueden causar diarrea, reducir el consumo de alimento e interferir con la absorción de cobre.
  3. Nitratos (NO₃-) – mantener por debajo de 100 ppm (como NO₃) o 45 ppm (como NO₃-N). Un nivel elevado de nitratos puede reducir la capacidad de transporte de oxígeno en la sangre, especialmente en los terneros.
  4. Sodio (Na⁺) – unas concentraciones superiores a 50-100 ppm pueden contribuir a la intoxicación por sal si se ven agravadas por fuentes alimentarias o por la deshidratación en climas cálidos.

Otros parámetros útiles son el pH (debe estar entre 6,0 y 8,5), la conductividad eléctrica (como indicador de la salinidad) y el recuento de bacterias, sobre todo si el agua se almacena o se suministra en cisternas.

Electrolitos y el equilibrio mineral

A través del sudor y el aumento del ritmo respiratorio se producen pérdidas significativas de sodio (Na), potasio (K) y cloruro (Cl). Estos elementos también son importantes para la producción de leche, y las vacas de alta producción pierden aún más a través de esta. A continuación, le ofrecemos algunas pautas que puede seguir para evitar esta pérdida:

  • Incluir al menos 0,11 kilos de sal blanca diarios por vaca.
  • Suplementar con cloruro potásico o paquetes de electrolitos comerciales.
  • Vigilar las fuentes de agua para detectar la presencia de niveles elevados de sodio que puedan afectar al consumo o al equilibrio mineral.

Estrategias medioambientales de enfriado

Con el fin de reducir eficazmente la carga térmica y proteger tanto el confort como la productividad de las vacas, los ganaderos deben utilizar una combinación de técnicas de enfriamiento acreditadas. Cuando se implementan correctamente, estos métodos no sólo mejoran el bienestar de las vacas, sino que también pueden mejorar la producción de leche, la eficiencia alimentaria y el rendimiento reproductivo, especialmente durante los períodos de un ITH alto.

  • Estructuras para sombra: sobre los comederos, abrevaderos y zonas de descanso. La sombra puede mejorar la producción de leche en un 7,5%, como demuestran estudios realizados en Arizona.
  • Ventiladores: aumentan el flujo de aire y ayudan a las vacas a evaporar la humedad con mayor eficacia.
  • Aspersores: para favorecer el enfriamiento por evaporación, hay que mojar el lomo de las vacas, pero siempre combinándolo con ventiladores. De lo contrario, la humedad se acumula alrededor del animal y empeora el calor.
  • Establos y salas de ordeño: deben estar ventilados. Si no se proporciona un flujo de aire y sistemas de enfriamiento, estas áreas de alta densidad pueden convertirse rápidamente en zonas de calor mortales.

Las estructuras para sombra permanentes, aunque eficaces, pueden atrapar la humedad y aumentar el riesgo de mastitis, sobre todo si no están bien ventiladas. Por ello, las estructuras móviles son una alternativa flexible que permite colocarlas en función de la estación y rotarlas para minimizar la acumulación de barro y estiércol. Para conseguir una protección solar eficaz, utilice telas de protección contra los rayos UV de al menos entre el 80% y el 90%, fabricadas con mallas de polietileno o polietileno de alta densidad resistentes al desgarro y al viento. Las estructuras pueden ser de acero galvanizado, PVC o madera, y deben ser lo suficientemente altas (3-3,7 m) para permitir una buena circulación de aire. Desplace con regularidad las estructuras móviles para mantener el suelo seco y reducir la acumulación de patógenos en zonas muy transitadas.

El estrés por calor y la reproducción

El estrés por calor afecta a la fertilidad de las vacas lecheras de forma significativa, y los motivos van más allá de la exposición inmediata al calor. Cuando las vacas están expuestas a altas temperaturas, sobre todo durante el periodo seco y el inicio del posparto, las funciones reproductivas críticas pueden verse alteradas, lo que se traduce en unas tasas de concepción más bajas, unos intervalos entre partos más largos y un aumento de las pérdidas embrionarias precoces.

Una de las etapas más delicadas es durante el crecimiento folicular, cuando las temperaturas corporales elevadas deterioran la calidad de los ovocitos, reduciendo el porcentaje de éxito de la fecundación y el desarrollo embrionario (Hansen, 2009). Aunque se realice la inseminación en el momento adecuado, las vacas sometidas a estrés por calor pueden no conseguir quedarse preñadas o mantener la gestación a lo largo del tiempo. Las vacas son muy vulnerables al estrés por calor en la etapa inicial del desarrollo embrionario, especialmente en los primeros 3 a 7 días tras la fecundación, y las tasas de mortalidad aumentan significativamente en condiciones con un ITH elevado (Hansen, 2009; Ferreira et al., 2020).

Las alteraciones hormonales también influyen. El estrés por calor suprime la secreción de la hormona luteinizante (LH), acorta la duración y la intensidad del celo y dificulta tanto el apareamiento natural como los protocolos de la inseminación artificial programada (Hansen, 2020). En aquellos rebaños en los que las vacas están expuestas al calor durante el periodo seco previo al parto, las investigaciones muestran un aumento del número de días vacías y retrasos en la reanudación de la actividad ovárica postparto (Stefanska et al., 2024).

Es importante resaltar que el rendimiento reproductivo no es solo un problema de las hembras. Los toros también se ven afectados: el estrés por calor puede reducir la motilidad de los espermatozoides y aumentar las anomalías morfológicas, perjudicando las tasas de concepción en rebaños con inseminación mediante la monta natural (Rahman et al., 2018).

En conjunto, todos estos problemas evidencian la necesidad de realizar un control reproductivo estricto durante los periodos de mucho calor. Para preservar la eficiencia reproductiva en épocas de calor, es necesario refrescar a las vacas que están en las zonas de maternidad, ajustar los calendarios de cría para evitar los picos de calor y considerar la transferencia de embriones como una solución para combatir la sensibilidad embrionaria precoz.

El estrés por calor ha dejado de ser un problema estacional para convertirse en un desafío global que requiere atención constante durante todo el año en todos los sistemas de producción lechera. A medida que las vacas lecheras son criadas para obtener un mayor rendimiento, también se vuelven más susceptibles al estrés por calor, por lo que una gestión proactiva no es una opción, sino algo esencial.

No existe una solución universal, sino que las estrategias deben adaptarse a las condiciones climáticas de cada lugar, al acceso a los recursos hídricos y a los estilos de gestión. Sin embargo, hay ciertos fundamentos que son válidos independientemente de la geografía: garantizar agua limpia y abundante; mantener el equilibrio mineral y electrolítico; proporcionar una ventilación y una sombra adecuadas; ajustar los programas de alimentación para reducir el calor metabólico; y concentrar los esfuerzos de enfriamiento durante los periodos vulnerables, como el periodo seco y el inicio de la lactación.

Si se utilizan herramientas como el índice de temperatura-humedad (ITH), se siguen las directrices nutricionales actualizadas de la NASEM 2021 y se utilizan tecnologías avanzadas para el control ambiental y del comportamiento, los productores lácteos pueden adoptar enfoques preventivos en lugar de reactivos, minimizando las pérdidas y maximizando la eficiencia.

© 2025 Dellait Knowledge Center. All Rights Reserved.

Suscríbete a nuestra Newsletter

Nutretain Silage Inoculants

Maximize your forage potential with Nutretain,

25 years of proven succes