Álvaro García
A menudo, la cojera de las vacas lecheras se produce como consecuencia de una serie de factores que afectan a la salud de las pezuñas y a su bienestar general, como, por ejemplo, la dermatitis digital, las úlceras en la suela y la enfermedad de la línea blanca, agravadas por unas condiciones de manejo deficientes y un cuidado inadecuado de las pezuñas. La dermatitis digital, una infección bacteriana que se desarrolla entre las garras de la pezuña, provoca unas lesiones dolorosas que se agravan si no se trata con rapidez. Las úlceras en la suela se producen por la presión que se ejerce sobre la misma, lo que da lugar a daños tisulares, mientras que, en la enfermedad de la línea blanca, el debilitamiento de las paredes de la pezuña facilita la invasión bacteriana.
Además de las molestias físicas, la cojera altera el comportamiento y la fisiología de las vacas. La movilidad de las vacas afectadas se reduce, favorecen las extremidades sanas y alteran sus hábitos alimenticios e interacciones sociales dentro del rebaño. El hecho de que estén tumbadas más tiempo para poder aliviar el dolor puede reducir el consumo de alimento y empeorar su nutrición. Además, la cojera provoca respuestas de estrés, elevando los niveles de cortisol y perjudicando la salud reproductiva, lo que se asocia a la reducción de la fertilidad y a la interrupción de los ciclos de celo. Las alteraciones en el comportamiento, como una menor capacidad de monta y de detección del celo, dificultan aún más el éxito reproductivo.
Para tratar la cojera es necesario adoptar un enfoque holístico que integre medidas preventivas, una detección precoz y un tratamiento eficaz. Para ello, es necesario recortar las pezuñas con regularidad, contar con superficies de descanso cómodas, entornos limpios y vacunar contra este tipo de enfermedades. Para minimizar el impacto sobre la salud y la reproducción, es fundamental identificar y tratar con prontitud estas afecciones mediante bloques ortopédicos, medicamentos tópicos y atención veterinaria. Un control proactivo de la salud de las pezuñas mejora el bienestar del ganado y la productividad de las explotaciones lecheras.
Repercusiones económicas
Sufrir cojeras recurrentes repercute significativamente en la viabilidad económica de las explotaciones lecheras. El coste de los tratamientos, la reducción de la producción lechera y las pérdidas ocasionadas por los retrasos en la reproducción contribuyen a aumentar considerablemente los gastos. De media, el coste del tratamiento de la cojera puede oscilar entre 95 y 285 euros anuales por vaca, dependiendo de la gravedad y la frecuencia de los tratamientos. Los estudios afirman que la cojera suele provocar una reducción media anual de 39 litros de leche por vaca afectada. Teniendo en cuenta que el precio medio es de 0,48 euros por litro de leche, esto equivale a una pérdida de 10 euros por vaca al año en ingresos lácteos.
Además, las vacas que sufren de cojeras recurrentes experimentan intervalos más largos entre partos y una reducción de las tasas de concepción. Esto hace que nazcan menos terneros al año, lo que afecta directamente a la productividad y rentabilidad del rebaño. Las repercusiones económicas de los retrasos reproductivos y del aumento de las tasas de sacrificio debido a la cojera, pueden suponer unos costes adicionales de hasta 190 euros por vaca al año, teniendo en cuenta además que habrá que comprar o criar novillas de reemplazo. Además, también hay que tener en cuenta el coste de los tratamientos. En total, y contando con el coste del tratamiento, las pérdidas en la producción de leche y las pérdidas reproductivas, el impacto económico total de la cojera puede oscilar entre 290 y 480 euros anuales por vaca, en concepto de gastos adicionales y de pérdida de ingresos.
Estrategias de gestión
Es imprescindible adoptar estrategias de gestión eficaces para mitigar los efectos perjudiciales de la cojera recurrente en los resultados reproductivos de las vacas lecheras e implementar un riguroso plan de cuidado de las pezuñas. Los ganaderos deben cumplir con un programa estricto de recorte de pezuñas y utilizar pediluvios para prevenir y tratar las enfermedades comunes de éstas, minimizando así la incidencia de la cojera. Es fundamental realizar inspecciones periódicas para identificar y tratar rápidamente las lesiones que puedan afectar a las pezuñas, evitando así que problemas leves se conviertan en crónicos y pongan en peligro la salud y la productividad de las vacas.
La nutrición juega un papel fundamental en el estado general de salud y en la reducción del riesgo de cojera. Una dieta equilibrada que contenga los nutrientes adecuados no sólo favorece el bienestar general, sino que también contribuye a mantener una condición corporal óptima, un factor crucial para el rendimiento reproductivo. El consumo de suplementos con nutrientes como la biotina y el zinc refuerza aún más la fuerza y la integridad de las pezuñas, aumentando la resistencia de la vaca frente a las enfermedades que provocan cojera.
También es importante mejorar el entorno de los establos, disponer de unas instalaciones confortables, equipadas con zonas de descanso amplias, una ventilación adecuada y suelos antideslizantes, reduciendo así la aparición de lesiones que puedan provocar cojera. Es fundamental que las vacas tengan espacio suficiente para moverse y descansar, lo que no sólo alivia el estrés, sino que también previene las posibles complicaciones relacionadas con la cojera, manteniendo así la salud y la productividad del rebaño.
Para gestionar eficazmente la cojera es indispensable hacer un seguimiento y llevar un registro. Contar con unos registros detallados de los casos de cojera y de los efectos de los tratamientos ayuda a los ganaderos a identificar las tendencias y los factores de riesgo, lo que permite que en el futuro se puedan realizar intervenciones específicas para mitigar esta enfermedad. Un seguimiento regular de las puntuaciones de locomoción facilita la detección precoz de los signos de cojera, posibilitando una rápida intervención y tratamiento veterinarios, algo crucial para minimizar el impacto sobre el bienestar y la productividad de las vacas.
Desde el punto de vista de la gestión reproductiva, la adopción de tecnologías avanzadas, como los monitores de actividad, tiene un valor incalculable. Estas herramientas ayudan a detectar el celo, incluso en vacas que muestran una menor expresión del celo debido a molestias provocadas por las pezuñas. Implementar programas de cría que hagan hincapié en la selección de rasgos asociados a una salud óptima de las pezuñas a lo largo de sucesivas generaciones puede reducir gradualmente la prevalencia de cojeras en el rebaño. Con la integración de estas medidas de gestión, los ganaderos pueden preservar eficazmente la eficiencia reproductiva y la rentabilidad global de su rebaño, garantizando al mismo tiempo el bienestar y la longevidad de sus vacas.
Una vaca con dificultades para gestar
La vaca 913, que se encuentra en su primera lactación, cuenta actualmente con 414 días en ordeño. Hace 20 días se detectó que estaba preñada y presenta una puntuación de condición corporal (CC) de 3,7, una puntuación casi ideal para esta fase de la lactación. A los 250 días de lactación, ha mostrado una tendencia constante de aumento de la condición, aunque con cierta variabilidad, pero siempre dentro de los valores esperados según los datos de una cámara 3D de última generación. Actualmente está produciendo casi 26 litros de leche, lo que supera las expectativas de esta fase de de lactación.
A pesar de gozar de buena salud y mantener una producción de leche aceptable, la vaca 913 se enfrentó a considerables dificultades para quedarse preñada. Durante toda la lactación, mantuvo una CC adecuada y su producción de leche, con una media de casi 26 litros al día en el momento en que se realizó este estudio, superó siempre las expectativas normales para cada fase de la lactación. Sin embargo, a pesar de estas condiciones favorables, los datos muestran que necesitó nueve inseminaciones para quedarse preñada. Este problema reproductivo puede deberse a varios factores. Si bien una producción lechera elevada puede provocar a veces una demanda metabólica que afecte a las hormonas reproductivas, retrasando o interrumpiendo potencialmente los ciclos del celo, en este caso no parece ser ese el problema.
Las puntuaciones de la locomoción indican fluctuaciones en su movilidad, estando siempre por debajo de lo ideal y registrando una bajada hasta un 1,3 en una escala de 1 a 5. Se produjeron repuntes seguidos de recaídas, lo que podría influir en su capacidad para manifestar el celo de forma eficaz. Las alteraciones locomotoras por cojera o malestar pueden afectar a la expresión del celo y dificultar el éxito de la cubrición. Todos estos factores ponen de manifiesto la complejidad que entraña la gestión reproductiva, en la que el equilibrio entre la producción de leche, la condición corporal y la detección del celo es esencial para lograr una gestación en el momento oportuno.
Diversos estudios han demostrado una relación significativa entre la cojera y los problemas reproductivos de las vacas lecheras, lo que se traduce, entre otras cosas, en un mayor número de intentos de inseminación. En comparación con las vacas sanas, las vacas que sufren de cojera tienden a tener tasas de concepción más bajas e intervalos más largos entre partos. En parte, esto se debe a que la cojera provoca estrés y dolor, que pueden interferir en los ciclos estrales normales y reducir la probabilidad de éxito de la inseminación.
Para paliar estos problemas, hay que adoptar medidas de gestión para combatir la cojera. Entre ellas se incluyen el recorte regular de las pezuñas, la creación de zonas de descanso confortables, mantener los entornos limpios y secos y garantizar una nutrición equilibrada. Estas medidas preventivas, combinadas con un rápido tratamiento de cualquier afección de las pezuñas, pueden mejorar significativamente la salud general y el rendimiento reproductivo de las vacas lecheras, así como reducir la carga económica asociada a los múltiples intentos de reproducción y a los intervalos prolongados entre partos. Una cojera recurrente es un grave problema que afecta a la eficiencia reproductiva de las vacas lecheras, ya que influye en el balance hormonal, el comportamiento y las capacidades físicas. Adoptando unas medidas de gestión que incluyan el cuidado regular de las pezuñas, una nutrición equilibrada, la mejora de las instalaciones y unas técnicas avanzadas de seguimiento, los ganaderos pueden mitigar los efectos negativos que tiene la cojera sobre la reproducción.
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