La salud del rebaño lechero: la condición corporal, el periodo de espera y la tecnología de imagen | Dellait

Álvaro García

Para poder mantener la salud y la productividad de las vacas lecheras es fundamental evaluar su estado nutricional. Aunque tanto la puntuación de la condición corporal (CC) como el peso corporal (PC) se utilizan para realizar esta evaluación, cuando se comparan ambos métodos, se puede apreciar que la CC presenta claras ventajas frente al PC.  Frente al PC, que simplemente mide el peso total de la vaca, la CC ofrece un análisis más detallado de la distribución de la grasa corporal y de la condición muscular. La CC ofrece una comprensión más completa de la composición corporal de la vaca, ya que tiene en cuenta aspectos como la cobertura de grasa y el desarrollo muscular en zonas específicas del cuerpo, como la base de la cola, caderas, isquiones y costillas. De este modo, se pueden detectar de forma precoz problemas de salud relacionados con el metabolismo, como la cetosis, el síndrome del hígado graso y el balance energético negativo. Además, la CC guarda una estrecha relación con el rendimiento reproductivo de las vacas lecheras. Gracias a los recientes avances tecnológicos, como el desarrollo de cámaras 3D con algoritmos específicos integrados en sistemas informatizados, la evaluación de la CC ha evolucionado. Estos avances ofrecen una mayor precisión con una capacidad de repetición inigualable, lo que proporciona a los ganaderos una potente herramienta para optimizar la salud y el rendimiento del rebaño.

La dinámica de la lactancia

A menudo, las vacas que comienzan el periodo de lactación con una condición corporal (CC) más elevada exhiben una mejor persistencia en la lactancia en comparación con las que tienen una CC más baja. Esto se debe a los diversos cambios metabólicos y hormonales que se producen durante el periodo de transición que abarca los últimos meses de gestación y el inicio de la lactación. Las Figuras 1 y 2 muestran la CC y el rendimiento de la lactación, medidos mediante cámaras 3D, de un rebaño comercial que se caracteriza por una excelente reproducción y persistencia en la lactancia. La puntuación de la CC del rebaño es muy buena, aunque ligeramente sesgada hacia el extremo superior de la puntuación ideal (banda blanca). La mayoría de las vacas que están llegando al final de la lactación rondan los 3,5 puntos y algunas se acercan a los 4,0 puntos.

El balance energético juega un papel importante en el rendimiento reproductivo de las vacas lecheras. En las primeras etapas de la lactancia, las vacas suelen experimentar un balance energético negativo (BEN), que puede retrasar la reanudación del ciclo ovárico y del celo. Por lo general, que las vacas alcancen un balance energético positivo, normalmente alrededor de los 60 días postparto, suele coincidir con una mejora de la función reproductiva, incluyendo una manifestación mayor del celo. Además, el metabolismo de la vaca reacciona a los cambios en la CC, pero no tanto a su puntuación real. Por ejemplo, las vacas con una CC de 3,0 presentarán signos de celo más fáciles de detectar si su condición va mejorando (por ejemplo, si pasan de una CC de 2,5 a 3,0) que si empeora (por ejemplo, si pasan de una CC de 3,5 a 3,0). En esta granja, las vacas alcanzan el balance energético entre los 80 y los 120 días después del parto y no a los 60 días. Si el periodo de espera voluntario (PEV) para la primera inseminación se fija en los 45 o incluso en los 60 días después del parto, es probable que la mayoría de las vacas todavía no estén en celo.

¿Qué dicen los estudios?

En un estudio (Burgers et al., 2021) realizado recientemente por la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos, se analizó el impacto de diferentes periodos de espera voluntarios (PEV) transcurridos entre el parto y la primera inseminación, en diferentes parámetros como el peso corporal, la condición corporal, la producción de leche y la persistencia de la lactación. Asimismo, al inicio de la lactación, se identificaron los rasgos individuales de cada vaca que influyeron en la producción de leche y la persistencia a lo largo de los diferentes PEV. Se analizaron tres periodos de espera voluntarios con distintas duraciones: 50, 125 y 200 días.

A lo largo de las primeras 44 semanas de lactación, la duración del PEV no pareció afectar ni a la producción de leche corregida en grasa ni a las vacas que habían parido por primera vez (primíparas) o a las que habían parido varias veces (multíparas). Sin embargo, aunque la duración del PEV no afectó a la producción diaria de leche en vacas primíparas, las vacas multíparas, con un PEV de 125 días, registraron un aumento de la producción diaria de leche. Curiosamente, conforme las vacas se acercaban a su periodo de secado (las últimas 6 semanas), aquellas que tenían un PEV de 125 días mostraron una producción de leche inferior a las que tenían un PEV de 50 días. Esto podría beneficiar a la salud de la ubre durante el periodo seco y después del parto.

Por otra parte, las vacas con un PEV de 200 días demostraron tener una mayor persistencia de la lactación que las vacas con un PEV de 50 días. Además, las vacas multíparas con un PEV de 200 días tenían mejores puntuaciones de condición corporal durante los últimos 3 meses antes del secado y las primeras 6 semanas de la siguiente lactación, a diferencia de las vacas con un PEV de 50 o 125 días.

Según el estudio, la ampliación del periodo de espera voluntario de 50 a 125 días no parece afectar a la producción diaria de leche. En el caso de las vacas primíparas, ampliar la PEV hasta los 200 tampoco afectaba a su producción diaria. Por el contrario, en el caso de las multíparas, aumentar el PEV a 200 días redujo la producción de leche diaria entre partos, aunque contribuyó a mejorar la condición corporal de las vacas durante el final de una lactación y la siguiente.

Los resultados de este experimento coinciden con lo que puede observarse en el ejemplo (Figura 2) sobre la producción lechera comercial .

La condición corporal y el rendimiento de la lactancia

La producción de las vacas de esta ganadería fue buena desde el principio de la lactación, aunque lo más sorprendente fue que se mantuvo estable a lo largo de la misma (Figura 2).

Durante los últimos meses de gestación, las vacas experimentan importantes cambios fisiológicos que facilitan el desarrollo del feto y las prepara para el parto. Como resultado, durante este periodo, las vacas experimentan un balance energético negativo (BEN), es decir, que el aporte energético del alimento es insuficiente para satisfacer las demandas energéticas de la gestación y la lactancia. Cuando las vacas tienen una CC más alta en el momento del parto, el hecho de contar con las reservas de grasa corporal adecuadas les sirve como amortiguador energético durante el periodo de transición. De este modo, pueden afrontar mejor los trastornos metabólicos propios del inicio de la lactación, como el BEN. Además, las vacas con una CC alta cuentan con mayores reservas de energía disponibles para ser movilizadas, lo que les permite compensar el déficit energético que sufren durante el inicio de la lactación. Asimismo, las vacas con una CC elevada durante el parto tienden a contar con perfiles hormonales más estables durante el periodo de transición. Algunas hormonas, como la insulina y el factor de crecimiento semejante a la insulina tipo I (IGF-I), son cruciales para regular el metabolismo y la distribución de la energía en las vacas lecheras. Se ha demostrado que unos niveles elevados de estas hormonas mejoran el rendimiento reproductivo y la salud metabólica.

Por el contrario, las vacas con una CC más baja durante el parto pueden experimentar fluctuaciones hormonales más pronunciadas y trastornos metabólicos al principio de la lactación. Esto puede afectar negativamente al rendimiento reproductivo, a la producción de leche y a la productividad general del rebaño. Por lo tanto, es fundamental mantener una CC óptima en el momento del parto para optimizar la persistencia de la lactación y el éxito reproductivo. Por lo general, las vacas que poseen puntuaciones de condición corporal (CC) más altas al inicio de la lactación disponen de una mayor cantidad de reservas de grasa corporal para cubrir sus necesidades energéticas durante el inicio de esta. Este exceso de grasa funciona como reserva de energía, lo que les permite hacer frente al aumento de la demanda ligada a la producción de leche sin experimentar una movilización excesiva de grasa o un balance energético negativo.

Al parir con una CC elevada, las vacas comienzan la lactación con una ventaja metabólica. La acumulación de grasa corporal es una fuente de energía a la que se puede recurrir fácilmente, lo que reduce la necesidad de utilizar el glucógeno hepático y la proteína muscular como combustible. Por este motivo, las vacas con una CC alta tienen menos probabilidades de sufrir alteraciones en la homeostasis metabólica, como, por ejemplo, una cetosis subclínica o clínica. Por otra parte, las vacas con una CC elevada tienden a tener una mayor persistencia de la lactancia, lo que significa que pueden mantener unos niveles de producción de leche elevados durante un periodo de tiempo prolongado. Esto puede deberse a varios factores:

  • Las reservas de energía: las vacas con una CC elevada cuentan con las reservas de energía suficientes para mantener su nivel de producción de leche durante el balance energético negativo, lo que evita la movilización excesiva de grasa y los trastornos metabólicos.
  • La distribución de nutrientes: cuando las vacas tienen una CC elevada, canalizan los nutrientes eficazmente para la síntesis de leche en lugar de para el mantenimiento corporal, lo que aumenta la producción y alarga las curvas de lactación.
  • La regulación hormonal: estas vacas tienen una gran reserva de tejido adiposo, que influye en las vías de señalización hormonal fundamentales para la lactancia, el metabolismo y la función reproductora.

La CC se usa en la gestión de las vacas lecheras para obtener información importante sobre la salud metabólica, el rendimiento reproductivo y la productividad en general. Con herramientas tan innovadoras como la tecnología de imágenes 3D, los ganaderos pueden optimizar la gestión del rebaño, aumentar la productividad de forma sostenible y garantizar el éxito a largo plazo de sus granjas. Como demuestran estudios recientes, la prolongación del periodo de espera voluntario puede beneficiar significativamente a la salud y la longevidad de las vacas. El aumento de la duración de este tiempo no sólo mejora la persistencia de la lactación y reduce el estrés metabólico, sino que también contribuye a mejorar la CC y los resultados reproductivos.

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