Los inoculantes para heno mejoran la calidad y la conservación | Dellait

Álvaro García

Disponer de heno de alta calidad es clave para que las dietas del ganado vacuno sean más eficientes y contribuyan a su crecimiento y buen rendimiento. Este tipo de heno puede reducir la necesidad de usar suplementos de proteínas y energía, mejorando así el desempeño general de los animales. Los inoculantes para heno son fundamentales para garantizar y mantener un forraje de calidad. Estos productos ayudan a prevenir la aparición de mohos, hongos y bacterias dañinas, preservando el valor nutritivo y el sabor del heno.

La función de los inoculantes

Los inoculantes son una herramienta esencial para mejorar la conservación del heno mediante microorganismos beneficiosos. Pueden aplicarse en diferentes etapas del proceso de henificación, como durante el uso de la empacadora, la hileradora o la cortadora, ya sea antes o después del tratamiento. Uno de los elementos clave de los inoculantes es la incorporación de bacterias beneficiosas, como los lactobacilos, que generalmente se encuentran en concentraciones que varían entre 1 x 10⁶ y 1 x 10⁹ unidades formadoras de colonias (UFC) por gramo de producto.

Durante la fermentación, los lactobacilos producen ácido láctico, creando un ambiente ácido que evita el crecimiento de moho, hongos y bacterias dañinas, lo que mejora significativamente la conservación del heno. Este proceso también aumenta la palatabilidad y la digestibilidad del forraje, manteniendo la flexibilidad del tallo y reduciendo la rotura de las hojas, lo que asegura que estas permanezcan dentro de la paca en lugar de esparcirse por el suelo. Además de prevenir el deterioro, los lactobacilos contribuyen a conservar el valor nutritivo del heno, incluyendo proteínas y nutrientes esenciales, lo que se traduce en un aumento de la proteína bruta y del valor relativo del alimento (VRA) en cada paca. Al emplear un inoculante con lactobacilos, el heno puede empacarse con niveles de humedad ligeramente superiores, lo que permite un secado y empacado más rápidos sin comprometer su contenido nutricional. Esto garantiza que el heno se mantenga más fresco, suave y con una calidad nutricional superior, lo que, a largo plazo, beneficia tanto a la salud como al rendimiento del ganado.

En un estudio realizado por la Universidad del Sur de Illinois (Kaplan et al., 2023), se demostró que el uso de un inoculante bacteriano de ácido láctico en heno de alfalfa con alto contenido de humedad redujo el recuento de bacterias levaduriformes en los días 0, 120 y 180, a pesar de que las temperaturas del núcleo eran inicialmente más altas. Además, el heno inoculado mostró mayores concentraciones de proteína cruda (PC) en los días 60 y 120, lo que destaca la eficacia de la inoculación para mejorar la calidad del heno de alfalfa bajo condiciones climáticas variables en el medio oeste (Kaplan et al., 2023).

Investigadores de la Universidad de Tennessee (Killerby et al., 2022) analizaron 50 conservantes químicos y 21 microbianos para heno, y descubrieron que estos mejoran la digestibilidad y conservan los azúcares de manera más eficaz en pastos que en leguminosas. El estudio destacó la importancia clave de la humedad del heno en la eficacia de los aditivos microbianos, ya que unos niveles óptimos de humedad favorecen los procesos de fermentación microbiana necesarios para la conservación del heno y la retención de nutrientes.

Cuando las condiciones de secado son desfavorables, como en casos de alta humedad o lluvias frecuentes, suele ser necesario empacar el heno con un nivel de humedad más elevado para minimizar las pérdidas durante la cosecha. Sin embargo, este método incrementa el riesgo de aparición de moho y deterioro durante el almacenamiento. El uso de aditivos microbianos puede ayudar a mitigar este riesgo, preservando tanto la calidad como el contenido nutritivo del heno. Para garantizar la calidad y el valor nutricional del heno bajo condiciones meteorológicas variables, es fundamental emplear técnicas adecuadas de empacado y almacenamiento.

Riesgo de incendio

Cuando el heno contiene moho, existe un riesgo significativo de incendio debido a la posibilidad de combustión espontánea. Si el heno está demasiado húmedo, puede iniciarse un proceso microbiano que genere calor, y si la temperatura supera los 65-80°C (150-175°F), puede desencadenarse la combustión espontánea. Para prevenir este riesgo, es fundamental empacar el heno con menos del 20% de humedad y utilizar conservantes que inhiban la formación de moho. Además, es crucial monitorear regularmente la temperatura de las pacas y almacenarlas en espacios bien ventilados.  La inoculación del heno con lactobacilos ayuda a reducir el riesgo de incendio, ya que evita la proliferación de moho y hongos, fomenta una fermentación estable y facilita el control de la humedad. Esto no solo mejora la calidad y el valor nutricional del heno, sino que también disminuye significativamente la probabilidad de un incendio.

Retorno de la inversión

Invertir en inoculantes para el heno puede generar beneficios económicos significativos. A continuación, se presenta un análisis simplificado basado en un precio estándar de 100 euros por tonelada de heno:

  1. Reducción del deterioro: si no se utilizan inoculantes, el deterioro puede suponer una pérdida de hasta el 20% del valor del heno. Con un precio de 100 euros por tonelada, esto equivale a una pérdida de 20 euros por tonelada. Al usar inoculantes, el deterioro puede reducirse hasta un 5%, lo que representa un ahorro de 15 euros por tonelada.
  2. Mejoras nutricionales: al mejorar el valor relativo del alimento (RFV) y la proteína bruta del heno, los inoculantes pueden aumentar el rendimiento de los animales y disminuir la necesidad de suplementos alimenticios. Si el inoculante mejora estos factores en un 5%, podría reducir los costes de los alimentos suplementarios en aproximadamente 10 euros por tonelada.
  3. Mejora de la eficiencia del empacado: los inoculantes permiten empacar con niveles de humedad más altos, lo que acelera el proceso de empacado y reduce los costes de mano de obra y equipamiento. El aumento de la eficiencia podría valorarse en unos 5 euros por tonelada.
  4. Rentabilidad global: el coste de los inoculantes para el heno suele oscilar entre 2 y 4 euros por tonelada. Suponiendo que el coste medio sea de 3 euros por tonelada, la ganancia económica neta por tonelada de heno puede calcularse de la siguiente manera:
    • Reducción del deterioro: 15€
    • Mejoras nutricionales: 10€
    • Ganancias de eficiencia: 5€
    • Coste del inoculante: 3€
    • Ganancia neta por tonelada: 27€

Por tanto, el ganadero puede esperar un beneficio económico neto de 27 euros por cada tonelada de heno tratado con inoculantes. La rentabilidad de esta inversión resalta la viabilidad económica del uso de inoculantes para el heno, lo que se traduce en un ahorro significativo y un aumento de los beneficios, especialmente en el caso de las granjas a gran escala.

Consecuencias

Al inocular el heno con bacterias beneficiosas, como los lactobacilos, se mejora considerablemente su conservación y calidad nutricional. Estos inoculantes facilitan el proceso de fermentación, evitando el deterioro y conservando los nutrientes esenciales del heno. Así, se obtiene un heno de mayor calidad, que favorece un crecimiento y rendimiento más eficientes de los rumiantes, reduciendo la necesidad de suplementos adicionales y mejorando la productividad general de la explotación.

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