La rentabilidad del sector lácteo: las claves del éxito | Dellait

Álvaro García

Para que una explotación lechera sea rentable, hay que tener en cuenta tres factores: el precio de la leche, los costes de producción y la cantidad de leche. Se entiende por rentabilidad la diferencia entre los ingresos generados mediante la leche y los gastos de producción, multiplicada por la producción total de leche. Para lograr un éxito duradero, los productores deben optimizar estos aspectos. A un precio de 0,48€ por litro, centrarse en la calidad de la leche y en la eficiencia alimentaria puede mejorar significativamente la rentabilidad. Los ganaderos deben maximizar la productividad mientras mantienen una gestión rentable.

El precio de la leche y estrategias para mejorar la rentabilidad

Si el litro de leche está a 0,48€, mejorar la calidad puede generar ingresos adicionales:

  • Reducir el recuento de bacterias a 25.000 puede suponer un aumento de 10 céntimos por litro.
  • Disminuir el recuento de células somáticas (CCS) de 400.000 a 150.000 puede aportar otros 30 céntimos por litro.

En total, estas mejoras pueden sumar 40 céntimos adicionales por litro. Para obtener aún más beneficios, los ganaderos pueden centrarse en aumentar la producción de leche y reducir los costes de los tratamientos.

La llamada «leche de oportunidad» hace referencia a la producción no realizada debido a una gestión subóptima o problemas de salud. Por ejemplo, reducir las CCS de 400.000 a 200.000 puede generar aproximadamente 0,9 kg más de leche por vaca al día. En un rebaño que produce 41 litros de leche al día, esto equivale a 40 céntimos más por vaca al día con un precio de 0,48€ por litro.

La eficiencia alimentaria y la producción

El coste de la alimentación suele representar entre el 40 y el 50% de los gastos totales de la explotación, por lo que es uno de los principales aspectos a considerar. Es fundamental maximizar la eficiencia alimentaria, definida como la cantidad de leche producida por cada kilo de materia seca consumida. Para las vacas que consumen 26 kilos de materia seca y producen 41 litros de leche al día, la eficiencia alimentaria es de:

Eficiencia alimentaria = 41 litros de leche / 26 kilos de materia seca = 1,58

Este índice de eficiencia refleja que los nutrientes se aprovechan correctamente y que la calidad del forraje es óptima. Utilizar forrajes digestibles y mantener el equilibrio en las raciones garantiza un índice elevado de conversión, lo que favorece una rentabilidad sostenible.

Gestión de los costes de producción

A menudo es necesario reducir los costes de producción, pero debe hacerse de forma estratégica para evitar consecuencias imprevistas que puedan afectar a la productividad y la rentabilidad tanto a corto como a largo plazo. En ningún caso debe comprometerse la calidad de los alimentos, que representa el mayor gasto en la mayoría de las centrales lecheras. Entre los nutrientes más importantes se encuentran la energía, las proteínas, los minerales y las vitaminas, que desempeñan un papel fundamental en la producción de leche, el rendimiento reproductivo y la salud de las vacas. Reducir los principales componentes del alimento puede no tener efectos inmediatos, pero a largo plazo puede disminuir la producción de leche, reducir la fertilidad y debilitar la función inmunitaria, afectando así las a futuras lactaciones y la rentabilidad global de la explotación.

Junto a la alimentación, otras áreas clave de la gestión de costes son las camas, los cuidados veterinarios y la salud preventiva. Aunque el gasto relacionado con las camas representa un pequeño porcentaje de los costes de la explotación, tiene un impacto significativo en el confort y la productividad de las vacas. Proporcionar zonas de descanso adecuadas reduce la cojera, mejora el tiempo de reposo y aumenta el flujo sanguíneo hacia la ubre, lo que incrementa directamente la producción de leche. Los estudios demuestran que las vacas que no disponen de una zona de descanso adecuada pasan más tiempo de pie, lo que aumenta el riesgo de lesiones en las pezuñas y cojeras. Las vacas con cojera no sólo producen menos leche, sino que también consumen menos alimento, su fertilidad es peor y provocan que las tasas de sacrificio sean más elevadas. Invertir en camas adecuadas, ya sea de arena o serrín, garantiza el confort de las vacas y previene estos problemas tan caros.

La atención veterinaria y la salud preventiva también juegan un papel crucial en la gestión eficiente de los costes. Las medidas preventivas, como el recorte rutinario de pezuñas, los programas de vacunación y la gestión de la mastitis, ayudan a evitar los tratamientos costosos y las pérdidas en la producción. Por ejemplo, la mastitis sigue siendo una de las enfermedades más caras en la producción lechera, ya que un solo caso clínico puede suponer una media de 172 euros por vaca. Si implantan protocolos sanitarios proactivos, los ganaderos pueden reducir la incidencia de estas enfermedades, minimizar los costes de los tratamientos y evitar cualquier trastorno en la producción lechera.

Para gestionar eficazmente los costes de producción, se requiere un enfoque equilibrado que priorice las inversiones en áreas esenciales para la salud y el rendimiento de las vacas, eliminando al mismo tiempo las posibles ineficiencias. Optimizar la alimentación, mejorar las zonas de descanso y adoptar medidas sanitarias preventivas son elementos clave para mantener la productividad y la rentabilidad.

Cómo aumentar la cantidad de leche

La rentabilidad depende de la cantidad total de leche remitida desde la explotación, ya que incrementa los beneficios generados por vaca, al tiempo que optimiza el gasto en costes fijos. Con una producción diaria de 41 litros por vaca, la explotación no solo obtiene mayores ingresos brutos, sino que también mejora significativamente la eficiencia, garantizando que cada kilo de alimento consumido se traduzca en una mayor producción de leche. Gracias a este nivel de productividad, los ganaderos pueden aprovechar el potencial genético de la vaca y maximizar los ingresos sin necesidad de realizar una inversión adicional de recursos, lo que es especialmente importante en períodos de volatilidad económica.

La relación entre el precio de la leche y el del alimento sigue siendo un parámetro económico fundamental para evaluar la rentabilidad. Con un precio de 0,48€ por litro de leche, lograr una proporción de 3:1, es decir, que un litro de leche pague 3 kilos de alimento, garantiza que los costes de alimentación, que suelen representar la mayor parte de los gastos de producción, se cubran de manera eficiente. En el caso de las vacas que consumen 26 kilos de materia seca, producir 41 litros de leche al día no sólo supera este umbral, sino que también proporciona un colchón contra la fluctuación de los costes de los insumos. Gracias a esta eficiencia, la granja puede absorber las subidas de los precios de los alimentos o cualquier aumento inesperado de los costes, manteniendo un margen positivo.

La calidad y digestibilidad del alimento

La digestibilidad del forraje es el principal factor determinante de la eficiencia alimentaria, sobre todo en las raciones mixtas totales con una proporción de 50:50 entre forraje y grano, en las que la digestibilidad del forraje determina la eficacia con la que se utilizan los nutrientes. Es fundamental conseguir una digestibilidad del forraje de al menos el 60% para mantener unos niveles altos de producción de leche y de eficiencia alimentaria, ya que esto permite a las vacas obtener más energía útil de cada kilo de materia seca que consumen. Cuando los forrajes se cosechan demasiado tarde, tienden a contener un exceso de fibra y lignina, lo que reduce la digestibilidad y limita la disponibilidad de nutrientes, disminuyendo la producción de leche y la eficiencia alimentaria.

Por lo tanto, para garantizar tanto el rendimiento como la calidad, es fundamental cosechar el forraje en el punto óptimo de madurez. Cuanto más temprana sea la cosecha, mayor será la digestibilidad y la concentración de nutrientes, mientras que, si se retrasa, habrá más componentes indigeribles, lo que provocará un aumento del llenado del rumen y una reducción del consumo. Además, para preservar la integridad de los nutrientes de los forrajes cosechados y evitar que se estropeen, también es importante utilizar prácticas de almacenamiento adecuadas, como una compactación apropiada, un buen sellado y una adecuada gestión de la exposición al oxígeno del ensilado. El forraje mal almacenado puede sufrir un deterioro aeróbico, generando mohos y micotoxinas que no sólo comprometen la digestibilidad, sino que también afectan negativamente a la salud de las vacas y a la producción de leche.

Con un valor de 0,48€ por litro de leche, las vacas que producen 41 litros al día y consumen 26 kilos de materia seca cuentan con una eficiencia alimentaria (1,58) y un uso de los nutrientes sobresalientes. Si se mantiene la calidad de la leche, se optimiza la digestibilidad del forraje y se gestionan eficazmente los costes de producción, los ganaderos pueden conseguir una rentabilidad sostenible. El aumento de la cantidad de leche, unido a una gestión estratégica de los costes, garantiza que las explotaciones lecheras sigan siendo competitivas y resistentes.

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