Suplementación con remolacha forrajera en vacas lecheras alimentadas con hierba fresca

Maria Villagrasa & Fernando Diaz

En las zonas donde el pasto es el principal tipo de alimento, la baja eficiencia en la utilización de nitrógeno hace que su exceso se excrete y se acumule en las vías fluviales y subterráneas. Para evitarlo se han buscado cultivos que tengan concentraciones de N más bajas en su materia seca (MS) en comparación con el pasto. Uno de esos cultivos es la remolacha forrajera (Beta vulgaris) .

La remolacha forrajera es una planta bienal que puede crecer a temperaturas entre 8-25 ºC y es tolerante a la sequía así como a las heladas. Produce tubérculos subterráneos que tienen forma de cilindro redondeado y que se arrancan fácilmente. Tiene un contenido de MS relativamente bajo, entre el 12% y el 20%, así como de proteína (alrededor del 6-10%, MS), y de calcio y fósforo. El contenido de fibra detergente neutra es de 42.0% MS y el de fibra ácido detergente 22.7% MS. Con la remolacha forrajera se elabora un forraje de alto valor nutricional y digestible, bien aceptado por el ganado de leche.

No hay mucha información sobre los efectos de la remolacha cuando se utiliza como suplemento del forraje fresco. Debido a su alto contenido en carbohidratos no fibrosos (55 a 70% de MS), existe el riesgo de que las vacas desarrollen acidosis ruminal cuando son alimentadas con remolacha incluso aunque los animales estén acostumbrados a dicho alimento.

Así pues, se realizó una investigación (D. Pacheco et al., 2020) para documentar aspectos de la función del rumen en vacas alimentadas con diversas proporciones de remolacha forrajera como parte de su dieta y comprender el impacto en la digestión del rumen, e indicar los riesgos potenciales asociados con su consumo.

Se estudiaron 16 vacas al final de lactación fistuladas en el rumen. Se les alimentó dos veces al día con pasto fresco de raigrás solo o con raigrás fresco suplementado con remolacha. El pasto se cortó antes de cada evento de alimentación y las remolachas se extrajeron a mano cada mañana, se les quitaron las puntas (y se conservaron) y con un machete se cortaron los bulbos en trozos que las vacas podían comer (aproximadamente un 15% eran hojas y un 85% bulbo, en MS).

Durante los primeros tres días, dos vacas que recibieron la mayor cantidad de remolacha desarrollaron acidosis clínica y fueron retiradas del ensayo; de modo que los grupos quedaron de la siguiente manera:

  • 100% (MS) pasto (control)
  • 80% (MS) pasto con aproximadamente 23% (MS) remolacha (23REM)
  • 60% (MS) pasto con aproximadamente 45% (MS) de remolacha (45REM)

Las mediciones incluyeron el pH del rumen, los ácidos grasos de cadena corta y las concentraciones de amoníaco del rumen determinadas a intervalos de 2 h, así como el consumo individual diario, estimaciones de crecimiento microbiano y dinámica del rumen.

La remolacha no tuvo un efecto sobre el consumo de MS o la producción de leche

La inclusión de 23 y 45% de remolacha a la dieta no afectó al consumo diario de MS (14.6 kg/d), producción de leche (10.7 kg/d), síntesis microbiana de nitrógeno (129 g de N/d) o flujo de la digesta (0,16/h; 11.2 L/h) de las vacas en lactación.

A medida que aumentaba el consumo de remolacha las concentraciones medias de amoníaco en el rumen se redujeron, pasando de 4.4 m/mol en el tratamiento control a ser prácticamente indetectables (0.71 m/mol) en las vacas del tratamiento 45REM. No obstante, a pesar de estas bajas concentraciones, el crecimiento microbiano fue el adecuado.

La inclusión de remolacha en la dieta no afectó a las concentraciones molares de ácidos grasos de cadena corta totales en el líquido ruminal, pero al aumentar la cantidad de remolacha disminuyó la proporción de acetato (de 0.69 nmol/l en control a 0.58 en 45REM), y aumentó la de butirato (de 0.10 nmol/l en control a 0.17 en 45REM).

El tamaño de la partícula de la digesta del rumen también se vio afectado por el tipo de dieta: la inclusión de 0.45 de remolacha produjo una cantidad sustancialmente mayor de partículas grandes (> 2 mm) respecto a la alimentación con pasto como única dieta (32.5 vs. 19.6 g/100 g respectivamente). Es posible que las variaciones en el grado de degradación del bulbo de remolacha puedan afectar a la tasa de fermentación e incidencia de acidosis amoníaco.

Reemplazar los pastos de raigrás por remolacha forrajera no tuvo ningún efecto sobre el consumo de MS o la producción de leche. No obstante, a raíz de estos resultados, se recomienda que la alimentación con remolacha fresca a las vacas al final de la lactación no exceda de aproximadamente el 40% del consumo de MS con pasto porque es probable que un consumo mayor cause acidosis.

References

D. Pacheco, S. Muetzel, S. Lewis, D. Dalley, M. Bryant and G. C. Waghorn. Rumen digesta and products of fermentation in cows fed varying proportions of fodder beet (Beta vulgaris) with fresh pasture or silage or straw. Animal Production Science, 2020, 60, 524–534.

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